La
diferencia principal de raíz entre el Banco Central Europeo y su
homólogo en los Estados Unidos, la Reserva Federal, es su objetivo
principal como institución financiera: mientras el primero tiene la
tarea de mantener la estabilidad de precios, entendida en este caso como
una inflación controlada cercana pero inferior al 2% anual; en EEUU el
objetivo de la institución es más general, pudiendo utilizar diversas
vías para obtener crecimiento económico y pleno empleo.
Sin
embargo en 2012 se hizo público que desde 1996, con Alan Greespan como
presidente de la FED, se marcaron internamente el objetivo de mantener
la inflación controlada al 2%, antes de que existiese el Banco Central
de la Zona Euro.
Este
asunto ha quedado más patente en los últimos tiempos viendo como se
iban difuminando los objetivos, tratando el BCE de buscar crecimiento
económico (algo que por otro lado debería elevar la inflación), y la FED
esperando señales de inflación consistentes antes de seguir
incrementando sus tipos de interés, a pesar de contar con lo que es
considerado pleno empleo (<5%) desde hace ya un año (Oct. 2015).
También
desde Estados Unidos preocupa la situación del resto del mundo, con los
países considerados emergentes en riesgo, Europa sin mostrar
crecimiento económico suficiente, Japón intentando estimular su economía
con políticas expansivas cada vez más agresivas, y China reduciendo su
crecimiento mientras trata de cambiar su modelo económico, algo que no
será sencillo.
Por
todo ello no están incrementando sus tipos de interés como predijeron
en diciembre del pasado año, con una estimación de 3-4 subidas para este
año que se quedarán en una, en caso de elevar estas tasas el próximo
mes de diciembre como espera el consenso de mercado.
Esta
situación ha dado alas durante este año a las expectativas de
inflación, controlada en cierto modo mediante subidas de los tipos que
han decidido no realizar y posponer en cada reunión que ha mantenido
este año el Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) de Estados Unidos.
Como
consecuencia hemos visto una evolución muy positiva de los vehículos de
inversión especializados en deuda ligada a la inflación, como se puede
apreciar en los siguientes fondos de inversión:
Este
vehículo de inversión de AXA destaca por su volumen, superando los 3mil
millones de euros de patrimonio, con un comportamiento volátil pero que
en este año ha obtenido un rendimiento superior al 11%, y de media en
los últimos 3 años supera el 5,5% anual.
Este
vehículo de inversión de Groupama pese a su inferior volumen, ha tenido
un comportamiento ligeramente superior en 3 años al de AXA, con una
rentabilidad media del 5,65% anual.
En
el caso del activo de la gestora Schroder, se encuentra en un punto
intermedio entre los productos anteriores, con un patrimonio de mil
millones, y un comportamiento similar al de AXA, superándolo ligeramente
este año.
Además
en este caso podemos optar por su clase en dólares, pudiendo aprovechar
un fortalecimiento de la divisa norteamericana para incrementar la
rentabilidad, como se puede observar en el producto, que promedia a 3
años más del doble que sus homólogos en la divisa europea, un 13,4%
anual:
En
cualquier caso la inversión en este tipo de productos debe ser
selectiva, solo para momentos puntuales en los que realmente pensemos
que la inflación futura no se encuentra ya descontada por el mercado, ya
que en caso contrario también se hunden de forma violenta.
Actualmente
las previsiones de inflación podrían estar algo bajas o no, dependiendo
en gran medida del coste energético, con un barril de petróleo indeciso
y que genera opiniones para todos los gustos.
Los
que piensan que se mantendrá estable en los 50$ deberán decidir
invertir en deuda ligada a la inflación atendiendo a datos más
previsibles como la producción industrial, datos de consumo, datos de
empleo, e incluso hipotecas y créditos concedidos; estos indicadores
superando expectativas podrían acelerar la inflación.
Los
inversores que tengan la idea de ver en el corto-medio plazo al
petróleo volver al rango que ha mantenido durante el último año, entre
los 30-50$, deberían esperar que la inflación no consiga despegar por el
momento, produciendo una bajada de las expectativas actuales y como
consecuencia pérdidas importantes en la deuda ligada a la inflación.
Sin
embargo, si la idea que tenemos es distinta, pensando en el medio plazo
en un barril de crudo por encima de los 50$, creemos que aun puede
quedar cierto recorrido a este tipo de productos en los próximos meses.
Una forma de explicar este tipo de deuda y el por qué es la más afectada por las expectativas es la siguiente:
Pongamos
como ejemplo que en un momento dado un gobierno como el de EEUU emite
deuda a tipo fijo a 5 años, y en la misma subasta emite otros bonos de
tipo flotante, ligado a la inflación.
Si
la subasta de bonos a tipo fijo a 5 años se cerrara con una TIR del 3%,
y la subasta de los bonos flotantes al 1%, los inversores estarían
pronosticando una inflación implícita del 2%.
A
partir de aquí es cuando debemos estimar si creemos que puede ser mayor
o menor a ese 2% en el medio plazo e invertir o no en consecuencia en
los activos ligados a inflación.
En
este gráfico se muestra el histórico de expectativas de inflación
marcado en rojo, obtenido de la diferencia entre la deuda emitida a tipo
fijo y flotante en EEUU:
Actualmente la inflación y la expectativa en el corto plazo en las zonas más importantes es la siguiente:
Estados Unidos
Zona Euro
China
Japón
Más
concretamente, la reserva federal de San Francisco ha pronosticado en
2017 que se alcance el 2% de inflación como se indica en el gráfico
siguiente:
En
síntesis, la inversión en productos ligados a la inflación es bastante
volátil debido a que su rendimiento se basa exclusivamente en las
expectativas que haya en el mercado para el futuro.
No
se trata de una inversión recomendada para todos los perfiles, siendo
una inversión oportunista en momentos concretos como este año para
perfiles más arriesgados, mientras que en perfiles menos arriesgados
podría utilizarse como cobertura parcial de la cartera para no perder
poder adquisitivo en caso de hiperinflación no prevista, pensando en
mantenerlos hasta vencimiento.
Desde
ASPAIN 11 Asesores Financieros preferimos sin embargo confiar en otro
tipo de gestión de carteras para combatir la inflación en perfiles
conservadores, obteniendo rentabilidades adecuadas a cada perfil
anualmente que nos permitan mantener el poder adquisitivo de los grandes
patrimonios en el largo plazo.
Un cordial saludo.