Vivimos en tiempos tan vulgares, que hasta lo que otrora era algo muy oscuro y excepcional de mencionar, hoy se ha convertido en "trending topic", mes sí, mes también. Hablo del "fin del mundo". 2012 no será recordado por mi como un año de crisis en España, la guerra de Siria o los goles de Messi. Siempre recordaré el año que se va, como el de la gran burbuja del pesimismo. En el futuro, si Dios quiere, cuando recuerde el pasado y le cuente a mis hijos o nietos como fue el año 2012, les diré que fue una época muy aburrida. La desidia gobernaba, los debates identitarios estaban a la orden del día, la televisión no dejaba de hablar de la crisis en todos y cada uno de sus programas, las canciones más escuchadas hablaban sobre pescados a una libra, tenían coreografías de cowboys o eran increíblemente desagradables como la canción del Pollito Pío. Y entre tanto coñazo, cuando llegaban los anuncios entre programa y programa, y uno se relajaba con la esperanza de ver algo de optimismo aunque fuera que viniera de quien deseaba venderte algo, se encontraba esto:
Como soy un optimista, creo que 2013 va a ser mucho mejor, por lo menos, en lo músical, no se puede caer más bajo. Es una apuesta segura.
Aquí estamos, 30 de diciembre. El primer fin del mundo empezó a finales de 2011 con el techo de la deuda. Luego, tuvimos otros fines del mundo como la "recesión en Estados Unidos", "la prima de riesgo", "la ruptura del euro", "el calendario maya" y, por último, en el último día del año, el Fiscal Cliff.
Fiscal Cliff, que traducido significa "abismo fiscal". Una serie de cambios fiscales automáticos que aumentan los impuestos y retrotraen el gasto público, todo con la intención de reducir el déficit. Es un mecanismo automático porque así lo han negociado en el pasado lo políticos estadounidenses. Es su forma de proceder. Total, tenemos un "deadline" o fecha límite. En inglés "dead" es igual a muerte, con lo cual la traducción de la palabra "deadline" sería como "límite de la muerte".
Muchos periódicos norteamericanos han puesto un contador hacia atrás que irremisiblemente se acerca al "deadline". A la vez que nos muestran los días, horas, minutos y hasta lo segundos que quedan para la fecha mortal, nos aconsejan que "pelis" ver si el Fiscal Cliff nos deprime. Este gran titular que vemos a continuación dice "¿Te "embajona" el Fiscal Cliff? Estas películas te animarán":
Si no estamos para pelis porque la angustia nos aprieta la garganta, una alternativa interesante es jugar a crear nuestro propio Fiscal Cliff. Se trata de una aplicación del Wall Street Journal, donde podemos elegir nuestro propio cóctel de impuestos y recortes, para crear el Fiscal Cliff que más nos guste. Quito una deducciones por aquí, subo unos impuestos por allá y ¡voilá! ya me puedo sentir como un congresista americano.
Aunque sospecho que no será para tanto, es decir, que el abismo fiscal no será el abismo fiscal del peor escenario posible. Sí, algunas medidas fiscales automáticamente tomarán lugar. Pero probablemente hoy las autoridades americanas lleguen a un acuerdo, aunque sea parcial. Ya sabes, como en las pelis, un acuerdo sobre la bocina. ¿Qué es una buena película americana sin un buen final? La conocida película sobre el Apocalipis -Armageddon- en la que Bruce Willis tiene que poner una bomba en un meteorito que va directo contra la tierra, no se resuelve o tiene su momento culmen, hasta el último minuto. No se puede plantear una película en la que llegue el héroe y salve a la humanidad en los primeros 5 minutos para acto seguido comerse un hot dog. No señor. Tiene que haber tensión. Emoción. Deadline. Peligro. Héroes y malos. La entrada al cine cuesta dinero y hay que ofrecer al espectador lo que ha venido a buscar.
Así es como yo entiendo que funciona la forma de hacer de los americanos:
Ahora imaginemos que hoy domingo no lleguen a un acuerdo demócratas y republicanos. ¿Deadline? No en realidad. Esto de la cuenta atrás, de la fecha límite, es todo un artificio hollywoodiense; algo que a la psique colectiva norteamericana le mola. Pero esta fecha es una fecha cualquiera, arbitraria. Nada impide llegar a un acuerdo el día 2, el 3 o el 4. Sí, puede provocar algo de nerviosismo en los mercados, pero el tope es imaginario. Humo.
Luego está el tema de que, si hay abismo fiscal, la enorme mayoría opina que habrá recesión. Eso me suena a predicción. ¡Una predicción de la mayoría! ¿Será como la predicción mayoritaria que había en 2007 y que decía que el mundo era cojonudo? ¿O será como la predicción mayoritaria de 2009 de que el sistema pseudo capitalista estaba acabado?, ¿o como aquélla predicción del efecto 2000?
Personalmente, me da igual el Fiscal Cliff. Tanto si se aprueba como si no, jamás compraré o venderé en base a lo que ocurra. Compraré o venderé en base a que los datos macroeconómicos mejoren o empeoren. No quiero suposiciones, quiero hechos. Y los hechos, hasta ahora, es que estoy viendo una película en la que falta el final. Pero es una peli mala, previsible, de las que gustan y entretienen a mis sobrinos. A mi me da sueño.