Desde hace ya algunas semanas que
la prima de riesgo –que tantos quebraderos de cabeza ha dado al actual
ejecutivo– parece que se ha relajado y que se ha estabilizado hacia niveles más sostenibles. Esta semana Libremercado
publicaba que durante la última sesión en los mercados secundarios de deuda el
interés exigido a los título de deuda soberana del Reino de España a 10 años se
situaba en el 4,4%, lo que permite reducir el diferencial con respecto a la
deuda alemana en 240 puntos: el mínimo en los últimos dos años. La burbuja
inmobiliaria, como señalé en mi primer artículo, ha dejado unos niveles de
deuda exterior bruta superiores al 160% del PIB. Se trata de un nivel
desorbitado que se sitúa entre los más elevados de entre los países de la OCDE.
Sin embargo, y desde un punto de vista financiero, el análisis relevante no es
tanto si estamos muy o poco endeudados (que lo estamos y mucho), sino si
seremos capaces de cumplir a tiempo con
nuestras obligaciones de pago.
La solvencia de pago de un país
(o de una empresa) lo determina principalmente su capacidad de generar
ingresos. Los problemas derivados de una estructura de costes excesiva son, por
lo general, más fáciles de corregir y desembocan, normalmente, en estrecheces de
liquidez y financiación pero no de solvencia si el país (o compañía) mantiene
tasas de crecimiento positivas. Por el contrario, cuando un país ve como año
tras año sus fuentes de ingresos menguan de manera notable y mantiene niveles
de deuda elevados, entonces es cuando los acreedores empiezan a perder el sueño
porque hacer recortes es condición necesaria pero no suficiente para
espantar los fantasmas del impago. Se necesita crecer. Este ha sido precisamente el problema del
Reino de España que ha visto como sus principales acreedores, Alemania, Francia y Reino Unido, tenían serias dudas sobre el potencial de crecimiento futuro del país lo que a la postre determina
nuestra capacidad de pago futura. ¿Son razonables estas dudas o responden a una
conspiración?
Según el servicio de estudios del
BBVA el crecimiento potencial de nuestra economía para la próxima década es
algo inferior al dos por cien en términos reales. Este crecimiento global real
implica un crecimiento anual de la productividad del 0,9 por ciento: una tasa muy
superior a los crecimientos de la productividad en España en el pasado. Así que
estaríamos hablando que estos datos se sitúan en la parte optimista de la
horquilla de escenarios posibles. Si añadimos un crecimiento medio anual de la
inflación de otro dos por cien llegamos a un crecimiento potencial teórico en
términos nominales del 4 por cien anual. ¿Es este un nivel razonable para
asegurar el cumplimiento de nuestras obligaciones de pago?
Los manuales de ciencia económica
señalan que para asegurar el pago de la deuda un país debe de crecer por encima
del tipo de interés implícito de esta deuda. De esta forma, la aritmética para
estimar, grosso modo, si somos o no un país solvente es relativamente sencilla.
César Molinas (Qué hacer con España) señala que el tipo de interés implícito
pagado por el conjunto de las Administraciones públicas en 2012 fue del 3,7 por
ciento. Ese mismo año nuestro crecimiento nominal fue del 1,6. Resulta evidente
que esta tendencia es claramente insostenible: un crecimiento nominal por
debajo del tipo de interés implícito de la deuda implica que una parte cada vez
mayor del presupuesto tendrá que destinarse al pago de intereses, y en el medio
plazo podría desembocar en una situación en la que el Reino de España tendría
que reestructurar o incluso llegar a impagar parte de la misma (quita). En efecto, con respecto a 2012,
los intereses de la deuda se han incrementado en un 33,8% llegando a sumar una
partida que en 2013 será de más de 38.000 millones de euros (algo menos que la factura del desastre de Bankia). Esto, y no una conspiración a la que a veces ha hecho
alusión el gobierno con independencia de su color, es lo que explica la falta de
confianza en nuestra economía y tiene su principal efecto sintomático en la famosa prima de riesgo.
¿Qué hemos de hacer para que
evitar este escenario? Reformas estructurales (creo que lo he repetido mil veces
en mis primeros 3 artículos). Únicamente con un cambio de régimen profundo y la
modernización del Estado constituyen la única vía real que nos permitiría incrementar el crecimiento
potencial de nuestra economía y alejar, de forma definitiva, el fantasma del
impago. Para ello, y como he dicho y seguiré desgranando en sucesivos
artículos, es necesario cambiar la ley de partidos, la ley electoral, modernizar
nuestra justicia, o dotar de un rol más adecuado al actual escenario global a
nuestros agentes sociales, entre otras muchas otras reformas de las que se
habla más en los medios como la ineluctable reforma de las pensiones, la
sanidad o la educación. La disyuntiva esta entre reforma o impago.
Hola Luis, gracias por el artículo
no tienes porque opinar pero la situación actual me incomoda también por ser residente fiscal en Catalunya
¿la cambiarías?
¡Saludos!
Hola Lluís. Gracias por tu comentario. No se a que te refieres con tu pregunta... la verdad es que hablar de la cuestión catalana es difícil (aunque para mi fundamental si queremos salir con solvencia de la crisis porqué es el síntoma claro de que tenemos una Constitución completamente sobrepasada...)
Pero el conflicto radica en las asimetríias (que se acumulan en todos los ámbitos entre Barcelona y Madrid) y que hacen casi imposible hacer un análisis racional sobre cual es la situación real en cada región... que es tejido productivo sano y que es burbuja y administración... en ambos lados hay estatismo... y el "accountability" resulta practicamente imposible... pero espero tratar el tema algún día... aunque es un tema muy muy polémico y necesitas mil páginas para explicar cualquier posición que tengas al respecto...
Luis, gran artículo ¡¡ veremos que deficit al final del año
La pregunta es... En que punto sera obvio para l mercado que España no puede pagar? Pagara Europa?
Gracias por el comentario Daniel.
Esperemos que el gobierno emprenda medidas (medidas de verdad, lo que requiere (1) visión de a donde se quiere conducir el país; (2) una clase política con capacidad de liderazgo para llevar el proyecto a buen puerto) antes de que eso ocurra! ;)
Saludos!
De si pagará o no Europa no me atrevo a decir nada... de momento va tragando con todo... lo que no sabemos es hasta que punto... A ver si la "camisa de fuerza" que supone el Euro sirve de catalizador de verdaderas reformas...
Muy claro y sintético el artículo, Luis.
Sobre el último párrafo, la probabilidad de que este gobierno emprenda reformas de calado parece ínfima.
No obstante el preocupante escenario que realistamente pintas, choca el optimismo de los inversores internacionales sobre España. Al menos una parte creciente y ya relevante de ellos. Parecen comprar el mensaje del gobierno de los brotes verdes y el fin de la recesión. Pero la realidad es bastante más complicada.