Nota del editor: Este artículo es una colaboración de Gregorio Giménez, profesor de economía aplicada en la Universidad de Zaragoza, y persona muy interesada en mercados emergentes e inversiones. Nos habla de la economía rusa y se plantea si su bolsa podría ser buena alternativa de inversión en este año 2018, en un contexto en el que las valoraciones de algunas bolsas de países desarrollados invitan a mirar a otros mercados globales más rezagados. En el caso de Rusia además, se une el hecho de que el país ha sufrido una recesión profunda en años recientes y apenas está saliendo de ella, lo que puede hacer de este mercado una opción interesante que aporte diversificación a las carteras.
Los mercados emergentes de renta variable fueron una buena opción en 2017. De acuerdo al índice MSCI Emerging Markets, su revalorización fue del 18,17%. Sin embargo, las acciones rusas no participaron de esta fuerte revalorización. El índice MSCI Russia registró una caída del -7,59%. El mercado ruso se caracteriza por su volatilidad. En 2014, el mismo índice experimentó una caída del -46,27%, en 2015 se revalorizó un 4,21% y en 2016 un 54,82%. Esta volatilidad hace de este un mercado difícil. Aunque permite obtener elevadas ganancias si entramos en el momento apropiado.
¿Es buena opción comprar renta variable rusa en 2018? ¿Cuál es su rentabilidad potencial? Los indicadores macroeconómicos nos pueden ayudar a entender el momento en el que se encuentra la economía rusa y lo que podemos esperar en términos de inversión.
Panorama macroeconómico
El PIB ruso se contrajo en 2015 un 2,8% y en 2016 un 0,2%. En 2017, la economía salió de esta abrupta e intensa recesión, y experimentó un crecimiento positivo del 1,9% (Cifras de OECD Economic Outlook). En 2018, se espera la misma tasa de crecimiento, similar a la del conjunto de economías desarrolladas, pero muy por debajo de la esperada en el promedio de economías emergentes (4,5%).
El crecimiento del PIB ruso se encuentra respaldado por el consumo privado y la inversión (Figura 1). El consumo se ha visto favorecido por el elevado crecimiento de los salarios reales, la facilidad en el acceso al crédito y una tasa de paro que se sitúa en el 5%, mínimos históricos. A su vez, el crecimiento de la inversión de apoya en la mejora del sentimiento empresarial, la obra pública y la creciente fortaleza del rublo. En general, la actividad económica se ha visto beneficiada por la reciente escalada en el precio de las materias primas, especialmente del petróleo. Los precios altos facilitan una entrada de divisas que fortalece el rublo. La apreciación de la moneda ayuda a controlar los niveles de inflación (por debajo del objetivo del 4% marcado por el banco central) y permite que la autoridad monetaria mantenga bajo el tipo de interés, lo que favorece la financiación de empresas y familias.
Figura 1. Evolución del PIB, el consumo y la inversión
Fuente: elaboración propia con datos de OECD Economic Outlook.
Perspectivas de las inversiones
Por todo ello, las perspectivas son buenas. Este puede ser un buen momento para posicionarnos. Los fondos de inversión y ETFs enfocados a este mercado son un buen instrumento para hacerlo. Los inversores que entren ahora se podrían beneficiar de la aceleración en el crecimiento que se está produciendo en la economía rusa, que va de la mano de la recuperación de la demanda interna y del aumento en el precio del petróleo. La revalorización del rublo también es un elemento que juega a favor de la rentabilidad de las inversiones.
Con todo, hay que recalcar que el mercado ruso es altamente volátil e impredecible. Una serie de elementos podrían jugar en nuestra contra. En primer lugar, la fuerte dependencia del petróleo de la economía rusa hace que las inversiones sean muy sensibles a un cambio de tendencia en la cotización del barril. En segundo, el gobierno tiene proyectado un endurecimiento de la política fiscal —a través de un control del gasto e incremento de impuestos— que podría ralentizar el crecimiento. Las elecciones presidenciales del próximo 18 de marzo auguran una continuidad política y en el diseño de la política económica. Por último, las sanciones económicas internacionales han afectado al comercio y a la competitividad; y pueden seguir haciéndolo, en un escenario político en el que es difícil prever cuándo se levantarán.