El euro parece mal diseñado porque como comenta Miguel Navascues, hay dos Europas: la que tiene superávit y la que es deficitaria. Y el euro, moneda común para ambas zonas, impide que se realice el ajuste...en teoría, porque la competitivdad internacional se puede recuperar no sólo devaluando la moneda, sino también devaluando los salarios, que es lo que ha hecho España, consiguiendo algo inaudito: tener superávit. Por cierto, Italia tiene superávit primario (es decir, antes de la carga de la deuda). Sí, es verdad que no hay crecimiento, pero Italia, a diferencia de Francia, recauda más por impuestos de lo que gasta (sin tener en cuenta los intereses de la deuda). Eso significa que la situación quizá no sea tan crítica o insostenible como parece ser la creencia generalizada en estos momentos.
Como se ve en la tabla anterior (Fuente), la deuda italiana en porcentaje del PIB está estable desde 2013-2014, tras el subidón posterior a 2008. En 2017 el ratio bajó ligerísimamente (simbólico) respeto a 2016. Por otra parte, Italia ya ha sido capaz de reducir su ratio deuda/PIB entre 1995 y 2005, pasando de 130 a 100% aprox, como vemos en el siguiente gráfico (misma fuente):
Por supuesto, esto no es un análisis profundo (ni siquiera superficial) de la realidad italiana, del riesgo del euro y del endeudamiento del país. Pero de entrada, da que pensar.
Si fuéramos "idealistas", lo normal en una zona económica única, es que se realicen transferencias desde las zonas más ricas hacia las zonas más pobres. Eso es lo que da cohesión a un país, y permite cierta unión. Y hasta cierto punto, Francia y Alemania han aportado ya bastante al resto de Europa, aunque quizá debería ser mucho más, en vista del enorme superávit que acumula Alemania durante la última década.
¿Cómo se puede ser optimista en medio de una situación tan irresoluble como ésta, con partidos populistas ganando terreno en países tan importantes como Francia e Italia? Sin duda es muy complicado "ver la luz al final del tunel". Puede parecer que ésta vez es diferente, y no hay luz al final del tunel. Pero la realidad es muy diferente: cuando estamos en medio de la tormenta, NUNCA se vislumbra el final. Nuestra mente no es capaz de imaginar una forma de romper el círculo vicioso, de entre las miles de variantes que hay. Si fuera fácil ser optimista cuando los demás entran en pánico, habría mucha más gente comprando acciones cuando caen en picado (y no digo que estemos en esa situación ahora, porque las bolsas pueden alcanzar niveles de pánico muy superiores).
Por otra parte, es imposible acertar con el suelo del mercado, y el fin de cualquier crisis. Lo cual significa, en la práctica, que es muy difícil decidir en qué momento tenemos que ser optimistas, en contra de la masa, si nuestra pretensión es acertar con relativa precisión. Lo que sí es importante interiorizar es que en última instancia -es decir, a largo plazo-, debe imponerse el optimismo. De lo contrario, no tiene sentido comprar acciones (que nuevamente, en última instancia, significa ser dueño de una pequeña parte de las empresas que crean valor en la sociedad). Apostar por el fin del mundo es apostar por que dejará de haber empresas que fabriquen bienes y servicios, o apostar que valdrán muchísimo menos. Así que en definitiva, lo que nos interesa es saber cuánto dinero podrán ganar esas empresas en un escenario de drástica caída de la producción y la actividad comercial. Unas empresas que por cierto, en su mayoría exportan fuera de Europa (hablo de las grandes empresas que forman parte de los índices CAC francés, IBEX, DAX alemán o MIB Italiano). En un escenario de fin del euro, con la lira y la peseta devaluadas, estas empresas serían muy competitivas, y bajo la perspectiva de un inversor italiano o español, en liras y pesetas, estas empresas subirían de precio en bolsa (y mucho).
La bolsa ha subido durante décadas y décadas, a pesar de grandes catástrofes humanitarias, políticas y económicas. El s.XX no ha sido nada fácil, repasen los grandes acontecimientos y piensen si en ese momento habrían sido optimistas o pesimistas, y habrían sido capaces de mantener y/o comprar acciones de bolsa. Con gran probabilidad, habrían sido pesimistas...y sin embargo, los que han construido y mantenido grandes patrimonios, son los que han conservado sus inversiones (bien diversificadas y bien elegidas...pero eso es otra cuestión; aquí podemos limitarnos a hablar de grandes índices de bolsa, como el SP500).
Europa es junto con EEUU, Canadá y Australia, la zona más rica del mundo. Pero parece que sólo ocurren desgracias, y vivimos en una crisis permanente. De hecho, la gente que viene de américa latina, de Asia o de África, se queda un tanto perpleja ante la sensación de crisis que se respira. ¿Dónde está la crisis? Todo es relativo, desde luego. Pero hay unos límites en términos absolutos, que no deberíamos olvidar. Nuestra queja permanente y nuestra sensación de crisis contínua es percibida como una gran inmoralidad por parte del resto del planeta.
La riqueza que tiene Europa actualmente, no tienen parangón en su historia. Sí, el endeudamiento es máximo también, pero recuerden algo muy importante: por cada deudor, existe un acreedor. ¿Quién posee la deuda emitida por gobiernos y empresas europeas? Pues en gran medida, los propios europeos (por ejemplo, los italianos son los que más deuda italiana poseen)... lo cual nos lleva a otra gran verdad: el nivel récord de endeudamiento es el reflejo del nivel récord del ahorro acumulado, y por tanto de la riqueza (que a su vez es reflejo del envejecimiento de la población). Insisto: hay muchas deudas porque hay mucho ahorro. Y por lo tanto el problema es qué hacer con ese ahorro.
Europa es extremadamente rica: otra cosa es cómo se gasta ese dinero. La reasignación o reestructuración de ese gasto es lo que provoca tensiones sociales: la reforma de los funcionarios, de la SNCF (Renfe francesa), y del exorbitado gasto público en general, es lo que provoca protestas. Cada uno defiende lo suyo, y por supuesto, lo viste con argumentos sociales de justicia e igualdad.
Pero insisto: hay mucha riqueza en Europa, y eso siempre facilita que en última instancia se encuentren soluciones.
Vean la siguiente tabla de renta per cápita: España es (proporcionalmente) 6 veces más rica que la India. Los países africanos están lejos, muy lejos.
Retomo ahora la tabla puesta más arriba: fíjense en la última columna, la deuda per cápita de Italia, que en 2017 era de 37.351€, y compárenla con la renta per cápita de Italia de unos 32.000€ (en PPA...): esto significa que la deuda de los italianos se pagaría con un año y pico de renta. Por supuesto, es un cálculo que no significa nada, puesto que la renta se necesita para vivir. Pero piensen cuánto dinero ganan Uds. al año, e imaginen que deben ese dinero: ¿realmente piensan que estarían en un situación crítica?
El otro día en twitter leí de no sé quien, que habría que instaurar un mecanismo para que quien quiera salir del euro, lo haga de forma ordenada (si es que esto es posible...). Esto me hizo pensar en una "solución": que algún país se salga del euro, y cuando los demás vean las terribles consecuencias que eso tiene, la situación revierta drásticamente y ya nadie quiera salirse. Algo así sería necesario, y a veces ocurren "shocks" inesperados en la vida. Acontecimientos que hacen recapacitar bruscamente a la gente.
En mi opinión, el euro debe reformarse (y no soy quien para decir cómo), pero no debe suprimirse. Italia en particular, tiene mucho más que perder fuera que dentro. Pero si la democracia es el gobierno del pueblo, y éste decide salirse, hay que respetarlo...y el pueblo debe asumir las consecuencias (este es el punto que falla). ¿Se imaginan que Italia acaba saliendo del euro, y su colapso posterior sirve de escarmiento para el resto de la zona euro? El porcentaje de apoyo al euro subiría en flecha en el resto de la zona euro, y ya nadie volvería a pensar en salir del euro. Parece ciencia ficción, pero en los momentos de "fin del mundo", cualquier solución positiva parece ciencia ficción. Seguramente ésta no sea la solución, pero no debemos descartar que pueda ocurrir algún shock de cualquier tipo, que cambie radical y bruscamente la situación.
Ser optimista significa creer que de una manera u otra, se encontrará una solución, e iremos a mejor. ¿Eres optimista o pesimista?
Para terminar, quiero precisar que estas reflexiones conceptuales no deben confundirse con la operativa de mercado. La posibilidad de una crisis en las bolsas, donde una corrección de EEUU ahora supondría que llueve sobre mojado en Europa, no debe tomarse a la ligera. Lo único que es importante tener en mente es que todo tiene un precio, y que lo más probable es que este nuevo capítulo del euro termine provocando una nueva oportunidad de entrada a precios muy atractivos. Esto es otra historia, de la que hablaré en otro post donde revisemos gráficos y niveles relevantes...
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