¿Por qué demonios alguien iba a escribir un blog y contarle al mundo sus ideas? ¿Acaso no hay ya 30 millones de blogs por el mundo? Seguro. Y puede que un blog más no aporte nada especial a la raza humana pero, para quien lo escribe, le hace entrar en el camino de la serendipia. Escribir un blog es conectarte al mundo, darte a conocer y entrar en contacto con ese mundo lleno de posibilidades. Serendipia es exactamente "exposición a que te ocurran cosas". Y así es como conocí a Kai Torrella, gracias a la serendipia que supone tener un blog y que te lean. Kai es un lector mío y ahora yo seré un lector suyo en su nuevo blog de Ferrer Invest titulado "El último duro que lo gane otro". Kai, es Consejero Delegado de Gesinter, desde donde gestiona 3 fondos de inversión y una SICAV. ¿Hasta donde nos llevará esta serendipia en la que el me leía y ahora nos leemos los dos? No lo sé, pero de momento no me he podido resistir hacerle una entrevista tras conocerlo un poco más y tras conocer la historia de su familia. Aquí va, espero que disfrutéis este viaje por el pasado y presente de la bolsa.
- H.F. Kai, ante todo, muchas gracias por concedernos ésta entrevista porque creo que todos los lectores la vamos a disfrutar muchísimo ya que, acercarse a ti y a tu historia familiar, es acercarse a la historia de la bolsa en el último siglo. ¿Cuándo y qué familiar tuyo fue el primero en entrar en contacto con los mercados financieros?
-K.T. Fue mi abuelo, Ricard Torrella Figueras. Su madre lo envió a estudiar contabilidad en una academia, se graduó con buenas notas y entró a trabajar de contable en Bofill i Roig (que luego acabarían de clientes), una empresa de Import/Export que comercializaba principalmente con el textil. Los comerciantes que venían de América traían moneda extranjera y en aquella época los bancos no cambiaban, así que siendo él el encargado, iba a la Bolsa, que estaba en el barrio, a cambiar todas aquellas divisas por pesetas.
De este ir y venir y también de su curiosidad, fue empezando a interesarse por el mercado de valores. A finales de los años 40 ya realizaba operaciones, pero fue en Octubre de 1951 cuando constituye R.Torrella y Cía, S.L., dedicada al arbitraje en las plazas financieras españolas (comprar en una plaza y vender el mismo activo en otra ganando el diferencial). Con sucursales en Madrid, Valencia y Bilbao se dedicó al arbitraje durante 40 años hasta finales de los años 80, con la Reforma del Mercado de Valores.
-H.F. Entre el periodo en que empezó a ir a la bolsa a cambiar divisas y el momento de fundar R. Torrella y Cía ¿sabrías decirnos qué es lo qué hacía tu abuelo? ¿te contó algo de aquéllos tiempos? ¿en qué se fijaba, qué método seguía o algún dato de interés que nos puedas contar?
-K.T. Mi abuelo fundó R. Torrella y Cía S.L. que fue de las primeras Sociedades Limitadas iniciadas en España. Por esa época solo operaban en Bolsa los Agentes de Cambio y Bolsa. En los estatutos de R.Torrella y Cía, se estipulaba que se podía operar por cuenta propia y ajena, el colegio de Agentes quiso impugnar poder operar por terceros, al querer el monopolio, pero no prosperó. R.Torrella y Cía, inicia su actividad con el cobro de dividendos, recortando los cupones y yendo al banco a cobrarlos. Observó que en las diferentes bolsas españolas se producían unas diferencias en las cotizaciones de un mismo valor, así nació el arbitraje. Los primeros años se puso en contacto con un Agente de Madrid y uno de Bilbao, y él aquí en Barcelona, los Agentes le informaban de las cotizaciones a cambio de beneficiarse de los corretajes, la Sociedad, a cambio ganaba el diferencial de cambio. En los años 60, el Noticiero Universal, que era un periódico de tarde, ya publicaba las cotizaciones del día de las diferentes bolsas, lo que servía de referencia para el día siguiente. Entonces, no existían anotaciones en cuenta, así que los títulos se mandaban por los trenes Express de Madrid y Bilbao, y llegaban al día siguiente por la mañana, que eran recogidos en la estación y preparados para la liquidación que se realizaba a la 1 del mediodía. El arbitraje era fundamental para dar liquidez a las operaciones de las bolsas periféricas y ajustar los cambios entre las diferentes bolsas.
-H.F. Así que la información la recibían por teléfono, pero la compra venta efectiva había que "enviarla" por tren y ejecutarla a la mañana siguiente. La pregunta lógica es. ¿Qué ocurría con el "deslizamiento"? Algunas veces cuando a la mañana siguiente se iba a ejecutar la operación, el diferencial todavía estaría allí o incluso se había incrementado. Pero, si un valor de había dado la vuelta en la apertura y el diferencial había desaparecido ¿cómo manejaba tu abuelo estas situaciones?
-K.T. La operación se confirmaba al momento por teléfono, había linea directa todo el tiempo que duraba la sesión. Lo que se decía iba a misa, la palabra dada era muy importante, al acabar la sesión se punteaban todas las operaciones de las distintas plazas.
- H.F. Entiendo, pero hay algo que aún no entiendo. En los años 50 había muchos teléfonos y la gente era tan lista como hoy en día (o más). Si había oportunidades de arbitraje y era un negocio seguro, ya que no conlleva riesgo direccional de mercado, ¿por qué esas oportunidades siguieron existiendo tantos años? ¿Por qué el mercado era tan ineficiente?
-K.T. La gestión de la información era clave. Una vez se sabía el precio de Madrid, un chico salía corriendo de la cabina a los corros con un papel con los precios. En los corros, mi abuelo, y sobre todo, después mi padre, gestionaba la información. Había que jugar también al despiste, pues los volúmenes los movían los arbitrajistas. El primero tenía el mayor diferencial, también debía jugar el instinto, ya que de los más de 30 que empezaron , al final, solamente quedaron 2.
- H.F. ¿A qué te refieres exactamente con jugar al despiste?
-K.T. Cuando me refiero a jugar al despiste, es que la Bolsa de Madrid es la que mandaba, así que si aparecías en los corros y enseñabas que tenías papel, sabiendo que vienes con la información de Madrid, los compradores se retraían un poco, y es eso lo que tenías que gestionar.