Antes de las elecciones al Parlamento Europeo (PE) de mayo, la mayoría de los analistas financieros que consultamos preveían que los partidos populistas y euroescépticos arrasarían, desencadenando una inestabilidad que conllevaría cambios inexorables que harían temblar al mercado. Con todo, después de tres meses, nuestra impresión es que los populistas han «aplanado» la política europea conduciéndola a un punto muerto, como ya han hecho en muchos países. Esto se traduce en inacción, es decir, un factor alcista para la renta variable europea.
Desde 2011, el populismo, tanto de izquierdas como de derechas, ha crecido en toda Europa. Para muchos analistas, su discurso extremista despierta el temor de que una política radical agite Europa. A nuestro juicio, se exageran las preocupaciones, concentradas demasiado en las personalidades individuales. Para empezar, el populismo no responde a una ideología concreta: en Europa los hay de extrema izquierda, extrema derecha e incluso de centro. De esas diferencias se desprende que no existe un movimiento cohesionado que amenace el proyecto de la Unión. Además, creemos que los populistas de hoy carecen del poder suficiente como para provocar una inestabilidad significativa. En realidad, fomentan lo contrario.
Históricamente, los partidos de centroderecha y centroizquierda –o coaliciones de ambos– controlaban la mayoría de las administraciones europeas, con cierto apoyo de los partidos minoritarios. El espectro político se asemejaba a una campana de Gauss, es decir, con una elevada forma cóncava en el centro que se va atenuando hacia los extremos. Sin embargo, el ascenso del populismo cambió esta distribución presionando a la baja el tramo central de la curva y dispersando el poder hacia los extremos, con un efecto de «aplanamiento» de la política.
En nuestra opinión, esto trae consigo la fragmentación de las coaliciones y dificulta la formación de gobiernos. Sirva de ejemplo Italia: el Gobierno de coalición populista está compuesto por dos partidos, uno de extrema izquierda y otro de extrema derecha. Les llevó meses formarlo después de las elecciones de marzo de 2018. Una vez lo hubieron conseguido, parece que las peleas internas han sido la nota dominante, generando bloqueo político. Este mismo patrón se observa en España: desde las elecciones de abril de 2019, el PSOE, de centroizquierda, que obtuvo una mayoría relativa, todavía no ha logrado formar gobierno, a pesar de haber cortejado a los populistas de extrema izquierda de Podemos. Por lo tanto, apenas se acometen grandes reformas. La frustración se puede instalar en los votantes, deseosos de acción para justificar su apoyo. Muchos economistas y expertos que seguimos también piensan que las iniciativas políticas son positivas para estimular el crecimiento.
Nuestras investigaciones, no obstante, muestran que la parálisis política es un factor positivo para la renta variable, que prefiere que el riesgo legislativo se limite al mínimo. A los mercados no les gustan los gobiernos activos porque la legislación modifica las reglas, generando ganadores, perdedores y consecuencias indeseadas que desincentivan la asunción de riesgos. También produce incertidumbre, algo que detestan los mercados. El estancamiento político provoca que los gobiernos intervengan poco, despejando el camino a ejecutivos y empresarios a la hora de planificar e invertir.
El efecto de aplanamiento de la política de los populistas no se circunscribe a los países, sino que también sucede a escala supranacional en la UE. Las recientes elecciones europeas, en nuestra opinión, dan buena muestra de ello. Muchos periodistas temían un repunte del populismo antes de la contienda electoral, si bien, por más escaños que ganaran los populistas, el desenlace que se había anticipado no se consumó y los populistas no consiguieron la suficiente representación para avivar la discordia. Más bien, el número de diputados populistas en el Parlamento Europeo se asemeja bastante al resultado de las cámaras nacionales: estancamiento político (gráficos 1 y 2).
Gráfico 1. Elecciones al Parlamento Europeo, 1979–1999: El apogeo de los moderados
Fuente: Parlamento Europeo, a 11/7/2019. La clasificación de la adscripción política de los partidos de la UE se ha realizado según nuestro propio análisis de ideología política.
Gráfico 2. Elecciones al Parlamento Europeo, 2004–2019: El populismo aplana políticamente Europa
Fuente: Ídem.
Recientemente, Marine Le Pen y Matteo Salvini, populistas francesa e italiano respectivamente, fracasaron en su proyecto de aglutinar a todos los partidos nacionales euroescépticos en un poderoso grupo. Los desacuerdos sobre Rusia y las animosidades personales aparentemente frustraron sus ambiciones de crear un frente común contra la UE, lo que resultó en que solo una docena de parlamentarios euroescépticos se unieran a la causa, una cantidad insignificante. En lugar de convertirse en el segundo grupo más grande del Parlamento Europeo, como muchos temían, Identidad y Democracia es el quinto; los partidos moderados conservan algo menos del 60% de los votos, a pesar de que los dos grandes partidos tradicionales, el Partido Popular Europeo y la Alianza de Socialistas y Demócratas, representan el 44%, siendo la primera vez que en conjunto tienen un porcentaje inferior al 50%. Esto significa que es posible que se requiera una coalición multipartidista para formar gobierno. Al final, nuestro parecer es que si hay más partidos la competencia entre las distintas facciones será mayor, complicando que se aprueben leyes de gran alcance: parálisis política.
Esta menor probabilidad de que se tramite nueva legislación en la UE supone un impulso para la renta variable. Como ocurre a nivel nacional, la parálisis del Parlamento Europeo genera una inacción con potencial alcista para los mercados.
Ahora bien, dejando aparte al populismo, el periodo que sucede a las elecciones al PE suele ser positivo. En nuestra opinión, las rentabilidades previas generalmente son débiles ya que, la incertidumbre electoral las perjudica; una vez disipada después de la votación, los rendimientos se aceleran (gráfico 3).
Gráfico 3. Rentabilidad antes y después de las elecciones del índice MSCI Europe excluido el Reino Unido
Fecha de las elecciones al Parlamento Europeo | Rentabilidades a 6 meses de las elecciones | Rentabilidades 6 meses después de las elecciones | Rentabilidades 12 meses después de las elecciones |
10/6/1979 | 0,8% | 0,2% | 2,4% |
14/6/1984 | 1,4% | 8,1% | 31,5% |
15/6/1989 | 14,1% | 10,2% | 12,9% |
9/6/1994 | -8,4% | 0,9% | 3,6% |
13/6/1999 | 7,3% | 25,7% | 30,7% |
13/6/2004 | 4,5% | 5,5% | 15,3% |
7/6/2009 | 1,9% | 14,9% | 12,5% |
22/5/2014 | 6,0% | 1,1% | 12,2% |
MEDIA | 3,5% | 8,3% | 15,1% |
% POSITIVOS | 87,5% | 100,0% | 100,0% |
Fuente: FactSet, a 19/3/2019. Rentabilidad con dividendos netos del índice MSCI Europe ex. Reino Unido. «% POSITIVOS» se refiere a la frecuencia de rentabilidades positivas.
Además de desplazar el poder hacia los extremos, el populismo también acentúa la parálisis política dentro de los partidos más moderados. Los grupos del Parlamento Europeo no gozan de una gran cohesión, se trata de conjuntos de partidos nacionales con ideas más o menos afines –en el caso de los populistas, más bien menos–. Fíjense en el Partido Popular Europeo (PPE), la principal formación de centroderecha, a la que se adscriben la Unión Democrática Cristiana de la canciller alemana Angela Merkel, Forza Italia o el Partido Popular español. Sin embargo, también incluye al euroescéptico y populista húngaro Fidesz, cuyas iniciativas chocan con gran parte de la corriente principal del PPE. El mismo patrón se repite en los grupos populistas: el Partido Europeo de Libertad y Democracia Directa (EFDD, por sus siglas en inglés), formado en febrero por el vice primer ministro italiano Luigi Di Maio, del Movimiento de Cinco Estrellas, también ha incorporado al nuevo Partido del Brexit del Reino Unido, encabezado por el líder del Partido de la Independencia del Reino Unido Nigel Farage. Fuera del euroescepticismo, no parece que los miembros de estos grupos tengan mucho en común ideológicamente, conque creemos que las discusiones internas seguramente agraven la parálisis política. A la postre, los temores al populismo pierden relevancia y también señalan que no es probable que se emprendan grandes reformas legislativas.
Para nosotros, la situación descrita sienta las bases para una sorpresa política muy positiva en Europa, ya que el miedo está injustificado. Esto debería traducirse no solo en el típico avance de las cotizaciones tras una cita electoral, sino en uno de grandes proporciones a medida que la sensación de alivio impulse las acciones.
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