Es posible que Endesa distribuya a
cargo de 2017 un importe en dividendos superior al de sus beneficios,
por lo que es importante conocer qué parte de la remuneración
debemos considerar en el cálculo del rendimiento por dividendo.
El rendimiento debe basarse en los
pagos ordinarios o recurrentes ya que un inversor suele esperar una
renta estable o creciente de sus inversiones. Por otro lado, es
preciso recordar que las reservas de una empresa son propiedad de los
accionistas y que cuando una empresa echa mano de las reservas está
reduciendo el patrimonio neto. En el fondo, entrega al accionista un
dinero que este ya tenía en la empresa. Aunque el efecto de esta
decisión no sea fácil de cuantificar, reduce el valor intrínseco
de la acción.
El dividendo a cargo del ejercicio 2016
de Endesa ha sido de 1,333 €, que coincide al 100% con el beneficio
por acción de la compañía en 2016. En diciembre de 2016 descontó
0,7 € y el 29 de junio el complementario por 0,633 €. Un
incremento significativo respecto al de 2015, cuando fue de 1,026 €.
Endesa descuenta el dividendo a cuenta
en diciembre pero lo abona en enero del año siguiente, descuenta el
complementario en junio y lo abona en julio.
La eléctrica ha previsto un dividendo
mínimo de 1,32 € con cargo a 2017. Previsiblemente, repartirá un
pago a cuenta en enero de 2018 por un importe de 0,70 € y el
complementario en julio de 2018 por 0,62 €.
La propia empresa prevé, y algunos
analistas creen que es posible, que el pago podría elevarse a 1,37
€. En este caso la eléctrica distribuiría 1.450 millones de
euros. Sin embargo, espera un beneficio neto atribuido de 1.400
millones de euros este año, lo que representa 1,32 € por acción,
justo el dividendo mínimo que pretende repartir con cargo al
ejercicio 2017.
Si el beneficio por acción fuera de
1,32 € y el dividendo de 1,37 €, esos 0,05 € de diferencia
irían a cargo de reservas. Aunque seguramente la empresa declararía
el importe total como pago ordinario, en realidad habría que
considerar el dividendo como compuesto de un ordinario de 1,32 € y
de un extraordinario de 0,05 €. Por tanto, el rendimiento por
dividendo debería calcularse en base a 1,32 € y no al pago
efectivo de 1,37 €.
Si el beneficio por acción quedara por
debajo de las previsiones y fuera, por ejemplo, de 1,25 €, y el
dividendo fuera de 1,32 €, la diferencia de 0,07 € debería
considerarse como pago extraordinario y el dividendo a considerar en
el rendimiento debería ser de 1,25€.
El objetivo de obtener un beneficio por
acción de 1,32 € en 2017 no va a ser fácil según ha declarado la
propia compañía, aunque esta se ha mostrado confiada en que podrá
alcanzarlo. Va a depender de la demanda de energía a lo largo de
este segundo semestre y de la evolución de los costes de la
electricidad, que en parte vienen condicionados por la metereología.
Si la pluviosidad y la eolicidad son favorables, aumentará el
componente de energías renovables en el mix de generación, las
cuales son más baratas que el carbón o el ciclo combinado.
Cuando una empresa distribuye el 100%
de sus beneficios, carece de margen para mantener o aumentar el
dividendo y queda más expuesta a condiciones adversas. En el caso de
Endesa, mantener un dividendo sostenible depende en cierta medida,
pero literalmente, del tiempo que haga.
Para los ejercicios 2018 y 2019 Endesa
ha previsto igualmente repartir el 100% de su beneficio neto
atribuido. Los objetivos son que el dividendo a cargo de 2018 sea de
1,42 € (a repartir en 2019) y el de 2019, de 1,57 € (a repartir
en 2020). Como en 2017, habrá que comparar las remuneraciones con
los beneficios por acción.
Con esto no estoy desaconsejando las
acciones de Endesa sino que solo he querido aclarar la diferencia
entre dividendo ordinario y extraordinario en los casos en que una
remuneración es declarada íntegramente como ordinaria cuando en
realidad tiene un componente que no lo es.