Pregunta de examen, cuál de las dos opciones siguientes es la mejor: ¿Cobrar un millón de euros en efectivo hoy o recibir 100.000 euros a 31 de diciembre, durante los próximos 20 años?
Un estudiante de cualquier carrera de gestión de empresas se encuentra con esta pregunta a la evaluación de la asignatura de matemáticas financieras. Si no se ha dormido en clase, ya sabe que hay una diferencia de valor entre la misma moneda en diferentes periodos de tiempo y que, para responder a la pregunta, debe encontrar la solución con el cálculo de la suma de los valores actualizados.
En otra asignatura del mismo curso, posiblemente Introducción a la Economía, el mismo estudiante se encontrará con otra nuevo término: la explicación del coste de oportunidad. Nombre que aparecerá con toda seguridad a la evaluación final, donde también deberá escupir su definición y realizar cuatro ejercicios que involucran decisiones financieras de individuos racionales.
En la universidad hay una línea divisoria bien definida entre ambos conceptos; dos clases, dos profesores, dos exámenes, para cada uno de ellos. En cambio, algunos de los dilemas que se nos presentan durante nuestra vida diaria deben superarse con estas dos ideas a la vez.
El 13 de noviembre de 2006 tuve la estúpida visión de comprar acciones de la empresa manufacturera Applied Materials, después de un análisis técnico poco estudiado, a 18,13 dólares por título. Mi tesis apuntaba a un posible aumento de la cotización, a corto plazo. Después de unos días de incertidumbre, llegó uno de los martirios más largos de mi cartera; la acción sufrió cinco años de caídas y giros inesperados que hicieron de mi inversión inicial un completo desastre.
Si los malos resultados se hubieran reproducido en el resto de valores del mercado, eso habría reducido mi sufrimiento. Lo habría atribuido "a la coyuntura". Pero este no era el caso. Desde el año 2005 que las bolsas iban pisando el acelerador. Venían de un 11 de septiembre y una burbuja tecnológica y en los mercados había liquidez para parar un tren. El verde del parquet se repetía día tras día. Parecía que todas las empresas bailaran la misma música. Todas menos una: Applied Materials.
Cerré la posición en 2011 a 14 dólares, lo que se traduce en una pérdida de más de un 20% en esta operación. Podría haber ganado fácilmente un 40% en cualquier sector conservador de la bolsa española, pero para evitar pérdidas mantuve una mala decisión. Mi Coste de Oportunidad, el precio de mi elección inicial en sustitución de otras mejores, fue de un 60%. La diferencia entre el 20% perdido y un rendimiento de un 40% que podría haber conseguido en cualquier otra activo financiero.
Ejemplos de Coste de Oportunidad como este se encuentran a puñados en las bolsas. Pero no sólo los inversores aficionados deben superar este tipo de disyuntivas, a nivel corporativo también es aplicable. Las empresas deben descartar con regularidad proyectos porque sus recursos financieros son limitados. Por este motivo sus administradores deben ser conscientes de cuáles son las prioridades de su actividad para generar rendimientos futuros.
La actividad de Microsoft respecto la apertura de nuevos mercados es un caso de Coste de Oportunidad trasladado en el ámbito comercial. Durante años, el buque insignia de Bill Gates hizo todo lo posible para competir en el mercado de reproductores de mp3, donde el iPod de Apple era el rey, con su marca propia Zune. La desviación de los esfuerzos fue una de las razones porque la multinacional de Seattle descuidó aspectos de otras divisiones, sobre todo la de los sistemas operativos, en detrimento de nuevas industrias donde no tenía experiencia.
El profesor de matemáticas financieras espera que los alumnos hagan un cálculo matemático con la suma de los valores actualizados, en el primer problema presentado. Si el tipo de interés, el precio del dinero del que depende toda la fórmula, no es significativo, la solución obligará a responder que lo mejor es cobrar el dinero con pequeñas fracciones durante los próximos 20 años. Hasta sumar 2 millones de euros. Si es el contrario, el afortunado debería quedarse con el millón de euros ahora mismo. Es la mejor opción, matemáticamente hablando.
Pero la vida real no es así. ¿Y sí tengo una gran idea, hoy mismo, y necesito el dinero?
Algunos asesores financieros trabajan con el mismo manual de primero de carrera y este tipo de preguntas no se las hacen. Parece que son incapaces de fusionar varios conceptos, ya que el espíritu comercial les guía para servir las necesidades económicas de sus clientes, de una sola manera.
Hace unos meses, un amigo me dijo que se dedicaba a esta misma industria de servicios financieros. Después de hacer una visita a su oficina y realizarme un estudio me presentó sus resultados y me explicó cómo podía optimizar mi perfil financiero. Según sus cálculos, la mejor alternativa que tenía para mí era la de contratar un plan de pensiones.
Imaginaros: a mí, que no tengo trabajo, ni casa propia - tampoco tengo coche -, y con algunos ahorros que dedico a las inversiones bursátiles, lo mejor que un experto me propone es ahorrar. El objetivo de esta "sabia" decisión es la de acumular un rincón que no pueda tocar hasta después de treinta años!
El asesor usaba la matemática financiera. Me recordaba que el precio del dinero disminuye con el paso del tiempo. También jugaba con el desconcierto que provoca la posible desaparición del plan de pensiones garantizado por el sector público. Utilizaba la misma política del miedo que usan muchas entidades financieras para incrementar la cartera de clientes. "Tienes que pensar en el futuro", me dijo. ¿Como puede pensar uno en el futuro si aún no ha solucionado el presente? Un servidor debe trabajar en el Asset Allocation actual y conseguir una fuente de flujos de efectivo. El coste de oportunidad de comprar de un plan de pensiones, para mí es ahora demasiado elevado. Sobre todo si se tiene en cuenta la cantidad de "necesidades" que tengo que cubrir.
Después del paso por la universidad y vivir in situ el sector financiero, uno se da cuenta que la capacidad de razonar modelos económicos se nos da bien. En casos aislados, cuando nos solicitan una solución inmediata en el contexto de un examen, lo hacemos mejor. El quid es ejecutarlo en directo en una situación aplicada. Hace muchos años que conozco el concepto de Coste de Oportunidad, pero los sentimientos de recuperar una inversión fallida pudieron más que el cálculo de costes en el caso de Applied Materials. Para mi asesor, le interesa enfatizar en la idea de la pérdida del valor adquisitivo del dinero. Esto le permite vender más planes de pensiones, aunque a sus clientes les sea complicado ahorrar algo.
Excelente artículo Joan. El día a día al final se distancia mucho de los modelos y las matemáticas. Ahí entra el estudio del behavioral finance etc.
Lo que cuentas del sentimiento del coste de oportunidad seguro lo hemos vivido todos. Es inevitable. Yo sin ir más lejos el pasado año con Apple. Aguantando la fuerte caída mientras el mercado no hacía más que subir y subir...
Un saludo y suerte con las inversiones
Hola Ángel,
a veces parece que nos hemos enamorado de nuestra idea inicial, nos aferramos a ella y no la dejamos escapar. Y sus costes son mucho más que el resultado que se refleja en la cuenta corriente!
Lo mismo te digo, mucha suerte con la inversiones y muchas gracias por tu comentario.
Excelente artículo Joan. El día a día al final se distancia mucho de los modelos y las matemáticas. Ahí entra el estudio del behavioral finance etc.
Lo que cuentas del sentimiento del coste de oportunidad seguro lo hemos vivido todos. Es inevitable. Yo sin ir más lejos el pasado año con Apple. Aguantando la fuerte caída mientras el mercado no hacía más que subir y subir...
Un saludo y suerte con las inversiones
¿Existe el coste de oportunidad con oportunidades que no son seguras? Si te quedaste en Apple en vez de irte a otras inversiones, debe ser porque consideraste que era la inversión con más posibilidades. Yo creo que las oportunidades que se revelan como tal únicamente a toro pasado no cuentan como coste de oportunidad, sería como decir que pudiste haber comprado el décimo de lotería ganador una vez que sabes qué número salió.
Si tengo un depósito al 2% y rechazo otro al 2,5%, hay coste de oportunidad. Si esta tarde toca el número 12345 en la lotería, mi coste de oportunidad fue el 0,5% extra del segundo depósito, no el premio de la lotería.
Simplemente tomaste una decisión que resultó no ser la mejor de las infinitas e imprevisibles opciones posibles.
Por supuesto Antonio que hay miles de oportunidades ahí a fuera. No podemos hacernos con todas!
En mi artículo solo quería plasmar la idea de que mantener un valor, con el único objetivo de recuperar pérdidas, no es la mejor opción. Y tiene un coste altísimo.
A mi esto me sirvió de lección y aprendizaje. Si además, puede servir para quién lo lea, estaré totalmente satisfecho.
Muchas gracias por tu comentario y un saludo,
Muy buen artículo
Si señor, muy bueno, esto es la lucha interna entre lo que ves y lo que quieres ver.
Bien expuesto, me ha gustado mucho como lo explicas.
Los planes de pensiones deberían aparcarse en el mismo lugar que los warrants, las preferentes, opciones binarias, etc., y llamarles lo que son: ROBOS
Hola José Luis,
considero que los planes de pensiones no se tendrían que vender como una solución universal a cualquier problema de ahorro. Pero no les llamaría "robo". Creo que está el cliente a quién le sirve un producto de esas características y otro al que no.
El problema, quizás, es el cómo los colocan las entidades financieras.
Muchas gracias por tu comentario y un saludo,
¡Aplicable 100% a las cosas que me han pasado invirtiendo! Saludos!