La economía española se encuentra actualmente en una fase de recuperación, caracterizada por incrementos del PIB (figura siguiente), incremento del número de empresas y reducción de la tasa de paro. Sin embargo, persiste un elevado grado de incertidumbre respecto a si la tendencia persistirá, siendo el objeto de este post analizar la competitividad del sector exterior español, que se ha caracterizado por la competencia en costes y el escaso valor añadido de sus exportaciones.
Figura. Evolución intertrimestral del PIB. Datos INE
En el fondo del problema persiste el modelo económico español, condicionado por una serie de factores entre los que se encuentra el tamaño empresarial, ya comentado en otra ocasión, ya que en España, las grandes empresas aportan el 38,26% del valor añadido total (VA) suponiendo únicamente el 0,12% del total de empresas, mientras que las empresas que presentan entre 1 y 9 trabajadores aportan únicamente el 25,2% del VA, dando lugar a que las grandes empresas sean mucho más productivas que las pequeñas.
En España, a 1 de enero de 2016, el 55% de las empresas no presentaban ningún asalariado y el 83% dos o menos, presentando solo el 4,4% 20 o más trabajadores. De tal forma que en el año 2016, solo había 783 empresas de 1000 o más trabajadores y 109 de 5.000 o más, constituyendo estas últimas el 0,0034% del tejido empresarial.
El análisis del tejido empresarial es importante porque de él depende la competitividad del país y esta, a su vez, es función de numerosos factores, entre los que cabe destacar el nivel de inversión y eficacia de laI+D+i , el tamaño empresarial y la evolución de costes , sobre todo salariales .
Los costes laborales juegan un papel importante en la competitividad empresarial, de hecho, entre los años 2000 y 2008 los costes laborales unitarios (CLU) aumentaron deforma significativa dando lugar a una importante pérdida de competitividad.
Posteriormente, esta situación revertió, dando lugar a una reducción de los CLU con respecto a otros países de la zona euro al mismo tiempo que los costes laborales se incrementaban en menor medida que en otros países .
Es decir, la competitividad de la economía española se ha basado en competir en precios, contribuyendo a ello los costes laborales. Es importante destacar que, tanto en la mejora de salarios como competitividad, juega un papel esencial la productividad. Y en términos generales, los incrementos de productividad se han acompañado de incrementos salariales. Relación que se ha debilitado en los últimos años, ya que, a pesar de la importancia de la productividad sobre la remuneración salarial desde la década de 1980, el crecimiento del salario medio ha sido inferior al incremento de productividad en muchas economías desarrolladas (figura siguiente), reduciendo simultáneamente la contribución del trabajo al PIB al mismo tiempo que se incrementaba la contribución del capital.
Figura.- Evolución de salarios y productividad laboral (PIB per capita) en 36 economías desarrolladas. Los índices han sido calculados como medias ponderadas. ILO- Global Wage Report 2016-2017
Pero independientemente de una cada vez menor relación entre incrementos de productividad y salarios, las empresas grandes remuneran mejor a sus empleados, ya que este tipo de empresas son más productivas , inviertensistemáticamente más en innovación , exportan más y remuneran mejor a sus trabajadores. Hecho que recoge la encuesta salarial del INE (tabla siguiente), mostrando como los salarios son más altos cuanto más global sea el destino de la producción empresarial, de tal forma que si este es el mundo en su conjunto, los salarios son un 41,4% superiores que la media, y si la producción se limitaba al mercado local o regional era un 12,9% menor.
Tabla.- INE. Encuesta de estructura salarial 2014.
En los últimos años se ha incrementado el número de empresas exportadoras españolas y el número de empresas exportadoras regulares, que son aquellas que han realizado exportaciones durante los últimos cuatro años . Sin embargo, la mayoría de las nuevas empresas exportadoras basaron su estrategia en reducción de costes (CLU), estrategia en la que tienen mayores probabilidades de éxito las empresas grandes.
Hecho que es consecuencia de que España se encuentra especializada en exportaciones de bienes de medio-alto y medio-bajo valor añadido, muy sensible el volumen de exportaciones a la evolución de costes, mientras que las importaciones se caracterizan por exactamente lo contrario, su elevado contenido tecnológico e inelasticidad de la demanda al precio.
Por este motivo es preocupante la pérdida de valor añadido de las exportaciones (figura siguiente), que refuerza la dependencia de la competencia en costes en ausencia de otras mejoras de productividad para mantener el equilibrio exterior.
Figura.- European Commissión Country Report Spain 2017
Situación que entraña considerable peligro si se incrementan las presiones inflacionistas (figura siguiente), como ha recogido recientemente la Unión Europea, que darían lugar a pérdidas de competitividad si dicha inflación es mayor que la de nuestros competidores, ya que no debemos olvidar que el término competitividad es relativo y debe evaluarse frente a otros mercados.
Figura.- European Commission. Newsrelease 22 febraury 2017. Annual Inflation up to 1,8%in the euro area.
CONCLUSIONES
A pesar de la relativamente buena marcha actual de ciertos indicadores económicos como el crecimiento del PIB, reducción de la tasa de paro o incremento del número de empresas, la economía española dista de gozar de buena salud.
Persisten problemas derivados de la estructura económica del país, resultado de la política económica llevada cabo durante muchas legislaturas de distinto signo político; ya que el modelo de crecimiento basado en el número de horas de trabajo y ahorro de costes, fundamentalmente laborales, no es el modelo idóneo de crecimiento.
En España se han producido incrementos salariales menores que en sus países competidores, ya que entre los años 2008-2015 los costes laborales en España se han incrementadoun 9,28% frente a un 16,28-16,47% en la UE-28 y AE-18 respectivamente.
Y la competencia en costes no es el modelo idóneo de crecimiento, siendo deseable un cambio de modelo productivo y un cambio de política económica que favorezca el crecimiento empresarial y la inversión en I+D+i, con el objeto de lograr competir en diferenciación y calidad, lo que a su vez permitiría ampliar mercados, mejorar salarios y generar economías de escala y para ello es fundamental potenciar el crecimiento empresarial.
En la situación actual nos deberíamos preguntar si realmente lo que beneficia económicamente en mayor medida la economía de un país son las presumibles ventajas de los ingresos fiscales y regulaciones laborales que teóricamente protegen al trabajador, o los beneficios derivados de poseer una estructura empresarial de mayor tamaño que redunde en mayor productividad y competitividad y que se vea acompañada probablemente de menor tasa de paro, mayores salarios y mayor recaudación fiscal.
Este último aspecto, la recaudación fiscal, es importante, ya que el incremento del empleo y de los salarios contribuiría a facilitar el sostenimiento de las pensiones, y el incremento de ingresos fiscales, facilitaría la reducción del déficit público al mismo tiempo que se pondrían los cimientos para reducir la deuda y sostener el estado de bienestar.
El cambio es posible, pero es imprescindible una cosa, tener voluntad de cambio y pensar, como decía Churchill, en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones, en una palabra, tener sentido de estado. Sin embargo, el pesimismo sobre la transformación de la economia española gana puntos y las probabilidades de que se produzca son mínimas.
Pero si la situación actual persiste, el crecimiento económico puede ralentizarse, ya que este depende del consumo, y el modelo basado en competencia en costes implica contracciones salariales, y estas deprimen el consumo y el crecimiento económico, lo que puede dañar los presupuestos públicos y forzar nuevos ajustes.
Estos ajustes pueden ser de distintos tipos y no excluyentes entre sí, y podrían contraer en mayor medida la economía, como recortes en gasto social y subidas de impuestos, tanto personas físicas como jurídicas, incluyendo entre estas las grandes empresas. Lo que conlleva dos peligros, evitar que nuevas empresas de este tipo se instalen en nuestro país, y que las que ya se encuentran radicadas se deslocalicen, situación grave debido a la importancia de este tipo de empresas sobre la productividad y los salarios.