10 de enero, 2022, Madrid
“Siempre que un hombre hace algo perfectamente estúpido, lo hace por el más noble de los motivos.”
Oscar Wilde, El Retrato de Dorian Gray
Queridos co-inversores,
Antes de nada, confiamos en que os encontréis bien tanto vosotros como vuestros familiares. Desde BrightGate Capital os mandamos un cariñoso abrazo a todos en estos momentos difíciles que nos ha tocado vivir, y deseamos que tanto vosotros como vuestros familiares y amigos no os hayáis visto afectados.
Nos gustaría empezar con un resumen rápido del fondo. El fondo cerró el 31 de diciembre de 2021 con un NAV de 129.0, lo que representa un retorno neto anual del 8.47%. El fondo se creó el 14 de octubre de 2013, y la rentabilidad anualizada desde inicio ha sido del 3.1%. El código ISIN de las distintas clases del fondo son LU0942882589 (clase A) y LU1984948874 (clase F).
La filosofía del fondo es Buy & Hold con un mandato de inversión en crédito global con duraciones bajas, generalmente por debajo de 3. La cartera está actualmente relativamente concentrada, entre 40 y 45 posiciones, y recoge nuestras mejores ideas, que creemos ofrecen una rentabilidad ajustada al riesgo más atractiva que el crédito medio que puede encontrarse en los mercados de High Yield (HY) de hoy en día. Aunque nos gusta mantener las posiciones tanto tiempo como podemos, nuestro fondo en este sentido no es un fondo Buy & Hold tradicional, en donde las posiciones se compran y se mantienen hasta vencimiento, sino que constantemente evaluamos dichas posiciones en función del precio al que cotizan y la evolución de los fundamentales del negocio. En un entorno como el actual, de diferenciales crediticios estrechos y bajos tipos de interés, somos de la creencia de que las estrategias tradicionales Buy & Hold son malos candidatos para estar en la cartera de cualquier inversor, ya que las elevadas valoraciones hacen difícil la reinversión de los cupones, utilizándose los pagos de intereses en la compra de bonos cada vez más caros. Creemos que la correcta reinversión de los cupones es una importante, y muy a menudo poco apreciada, fuente de rentabilidad en el largo plazo; nuestros inversores pueden estar seguros de que una gran parte de nuestra atención está dedicada a dicha tarea.
Respecto a la política de cobertura de divisas, la cartera estaba cubierta completamente a cierre de año. No esperamos cambios en la política de cobertura de divisas para el 2022. A continuación, haremos un repaso del año 2021, cómo vemos los mercados y cuáles son nuestras principales posiciones de cara al 2022.
Breve repaso del 2021
En la carta del año pasado mencionábamos tres enseñanzas que habíamos obtenido durante la pandemia y que esperábamos aplicar de ahora en adelante a la filosofía de gestión del Fondo, a saber: mayor concentración de la cartera, mejora de la calidad crediticia media de las posiciones y mayor flexibilidad a la hora de poder tomar riesgo de duración. Aunque durante el año no hemos incrementado la duración del Fondo porque no lo hemos creído necesario, sí que creemos que parte de los resultados de este año se deben a la aplicación de los dos primeros puntos. No queremos sonar ventajistas, y entendemos que un año es poco tiempo para ninguna evaluación rotunda, pero sí que consideramos que es un buen punto de partida.
Como resumen de lo que ha sido el año y para encuadrar las expectativas de rentabilidad futura de manera correcta, nos gustaría compartir con vosotros las siguientes métricas. A 1 de enero de 2021 el Fondo tenía un YTW (en euros) del 6.6%, con una duración de 2.7, frente al YTW de 5.8% y duración de 2.3 a cierre de año, mientras que la rentabilidad del año (que ya incorpora los gastos de gestión) ha sido del 8.5%. ¿Qué explica esa diferencia de 6,6% (antes de gastos de gestión), que es lo que podían esperar nuestros inversores a principio de año, frente al 8.5% que finalmente hemos obtenido? Básicamente tres factores. En primer lugar, compresión en los diferenciales de crédito, que se ven reflejados en el menor YTW a cierre de año y teniendo en cuenta que nuestra duración ha sido aproximadamente constante. En segundo lugar, hemos tenido una tasa de impagos de cero durante el año, muy por debajo de los índices, que a su vez han mostrado tasas históricamente bajas y que no creemos que sean sostenibles a futuro. Y, en tercer lugar, hemos añadido rentabilidad, tanto con eventos puntuales (como la fuerte revalorización que sufrieron nuestras convertibles de Turning Point Brands a principio de año) como con créditos que no teníamos a principio de período pero que desde que los hemos comprado se han revalorizado en el entreacto (fundamentalmente algunos primarios en el sector de energía).
En resumen, aunque el YTW es una excelente métrica de lo que pueden esperar nuestros partícipes a largo plazo, las divergencias que se producen en cualquier año en concreto entre esta métrica y la rentabilidad finalmente realizada pueden ser bastante significativas. Aunque obviamente no podemos saber qué nos depararán los próximos años en términos de rentabilidades, sí que estamos bastante convencidos de que lo seguiremos haciendo mejor que los índices de renta fija high yield global y que la mayoría de nuestros competidores. La fuente de nuestra convicción se basa en dos factores: en primer lugar, los tres elementos anteriormente comentados y, en segundo lugar, que no estamos restringidos por criterios ESG al uso. Y es sobre este último tema sobre el que nos gustaría dedicar unas breves palabras.
La inversión con criterios ESG (environmental, social, and governance por sus siglas en inglés) es la última niña bonita de Wall Street, y ha ido creciendo en importancia exponencialmente en los últimos años. Aunque hay diversos análisis que muestran la importancia de esta clase de activo, en uno de ellos se estima que para 2025 los activos gestionados con criterios ESG alcanzará un volumen de 53 billones de dólares a nivel mundial, representando aproximadamente un tercio de los activos gestionados totales. Teniendo en cuenta que hace unos años el peso de este tipo de fondos era verdaderamente residual, es difícil sobrestimar el impacto que esta migración en curso está teniendo y va a tener sobre los precios de diferentes activos en los próximos años.
Como todos los productos (¡y burbujas financieras!) que Wall Street acaba vendiendo como churros, la inversión ESG parte de unos principios eminentemente razonables, pero que dada su aplicación en el día a día hacen que la aplicación de dichos criterios acabe siendo una mera caricatura de los fines que se pretenden lograr. No es exagerado afirmar que el movimiento ESG se ha convertido no en una fuerza para un mundo más sostenible, sino en un mecanismo para que los inversores simplemente cubran el expediente, para que los proveedores de fondos puedan cobrar comisiones más elevadas por hacer el mismo trabajo y para que otros actores (como los proveedores de calificaciones verdes, índices y entidades de cumplimiento regulatorio) puedan extraer rentas adicionales que antes no existían.
Este demoledor informe reciente de Bloomberg, una fuente de información eminentemente ortodoxa en estos menesteres, recoge perfectamente muchas de las objeciones que ponemos a cómo se está realizando la inversión ESG hoy en día. El reportaje no solo documenta la bochornosa falta de criterios coherentes a la hora de poner calificaciones verdes por parte de MSCI (el patrón oro actualmente para la mayoría de inversores a la hora de fijar qué es verde y qué no), sino el total desconocimiento por parte de los inversores de qué significan dichas calificaciones y cómo se realizan, y de cómo en realidad, el ESG puede acabar siendo más perjudicial que favorable a la hora de descarbonizar la economía (este es el argumento principal de Tariq Fancy, antiguo responsable en Blackrock de productos ESG, en un largo artículo en tres partes).
En cualquier caso, se preguntarán qué impacto está teniendo la aplicación de manera ciega de los criterios ESG en el campo de la renta fija, que es el tema que nos ocupa. En nuestra opinión (y desgraciadamente no tenemos métricas definitivas para probar esta afirmación), la divergencia de valoración entre aquellas industrias que son ESG y aquellas que no lo son es más grande en renta fija que en renta variable. Intuitivamente tiene sentido, ya que los mercados de renta fija son más cruciales para la supervivencia de las empresas que los de renta variable: si una empresa rentable y solvente ve caer su cotización siempre tiene medidas para devolver valor a los accionistas (ya sea a través de una elevada rentabilidad por dividendo o con recompras de acciones), mientras que si una empresa no tiene acceso a los mercados de deuda (o financiación bancaria) para poder refinanciar su deuda su destino eventual es la desaparición. Adicionalmente, el peso que tiene el sector energético en los índices de renta fija high yield es muy superior al que tiene en los índices de renta variable, con lo que los inversores de renta fija dispuestos a jugar con estas reglas se están imponiendo unas limitaciones mucho mayores que sus homólogos en renta variable.
Dado que vivimos en este mundo en que los inversores están hambrientos por cualquier punto básico adicional de rentabilidad, si hace tres años nos hubiesen dicho que los inversores de renta fija están dispuestos a dejar entre 200 y 300 puntos básicos encima de la mesa no nos lo hubiésemos creído. Pero es lo que está ocurriendo. Tras un año muy bueno para los productos de petróleo y gas (y absolutamente extraordinario para los productores de carbón térmico y metalúrgico), los bonos de dichas empresas siguen cotizando con diferenciales superiores a 200 puntos básicos respecto a los índices. Dicho diferencial es aún mayor si de dichos “índices” quitáramos estas empresas (en su mayoría del sector energía) y dejáramos solo a las empresas “responsables”, lo que haría que un índice de empresas “responsables” cotizase a una rentabilidad aún menor que la de un índice tradicional.
Dado que esta diferencia empírica es difícil de justificar, el argumento teórico que se suele esgrimir para no comprar las elevadas rentabilidades de las empresas de energía es que estas empresas sufrirán la transición energética y acabarán teniendo “stranded assets”, es decir, activos que actualmente están en balance y se les presupone algún valor pero que eventualmente no lo tendrán. Aunque este argumento puede tener algún mérito en el mundo de la renta variable, en el que se valoran fundamentalmente perpetuidades, en el mundo de la renta fija high yield estamos hablando de instrumentos financieros con vencimientos a cinco años, con lo que el riesgo de “obsolescencia tecnológica” es, a todos los efectos, nulo.
En BrightGate Global Income seguiremos arbitrando esta diferencia artificial de rentabilidades entre unos créditos y otros, una diferencia que visto lo visto no parece que vaya a desaparecer en los próximos años. Para nosotros la manera “responsable” de invertir no son simplemente las burdas exclusiones sectoriales (que no solo omiten la obviedad de la lentitud de las transiciones energéticas en países en desarrollo, sino como estamos viendo actualmente en Europa con los precios del gas en los países desarrollados también), sino la correcta evaluación de quiénes son los productores más eficientes en cada una de las partes de la cadena de valor, así como (para no olvidar las siglas “SG”) quienes son los equipos directivos más competentes con los accionistas, sus empleados, sus proveedores, y sus clientes.
Comentario principales posiciones
Entrando más en detalle en la composición de la cartera, el porcentaje invertido es ligeramente inferior respecto al cierre del año anterior, debido en gran parte a las valoraciones más elevadas actualmente y la falta de oportunidades atractivas en los mercados de crédito.
A riesgo de sonar repetitivo, seguimos creyendo que las valoraciones actuales, tanto en renta fija como en renta variable, no tienen parangón en la historia, con lo que los retornos a medio y a largo plazo serán mediocres. Como mencionábamos en el anterior apartado, los únicos sectores en los índices de renta fija de hoy en día que creemos siguen proporcionando una rentabilidad aceptable son aquellos afectados por algún tipo de exclusión ESG y, en menor medida, algunos créditos puntuales en mercados emergentes. Es en estos dos nichos de mercado, así como en acciones preferentes y bonos convertibles, donde hemos dedicado nuestros esfuerzos a la hora de generar ideas este año.
A continuación, detallamos las principales inversiones del Fondo a cierre del año, ordenadas por peso en la cartera. Algunas de ellas las hemos agrupado por temáticas, ya que creemos que facilita la comprensión global de la cartera. Dado que la rotación de la cartera durante el año ha sido la más baja en la historia del Fondo, la mayoría de nuestras principales posiciones estaban en nuestra cartera a cierre del año pasado, con lo que invitamos a nuestros inversores a leer conjuntamente esta sección con la carta del año pasado para mejorar la perspectiva de cómo están funcionando estos negocios:
En resumen, la cartera tiene un YTW (en euros) del 5,8% y una duración de 2,3. Creemos que estas métricas nos seguirán permitiendo obtener un rendimiento superior a nuestros competidores en 2022 y dotarnos de la flexibilidad para las posibles oportunidades que puedan surgir a lo largo del año.
Estamos a su entera disposición para contestar a cualquier pregunta que pueda surgir o para entrar en detalle en cualquier nombre de la cartera.
Atentamente,
Jacobo Arteaga Fierro
Portfolio Manager
Javier López Bernardo, Ph.D., CFA
Portfolio Manager
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