El apalancamiento, es decir, tomar dinero prestado para invertir, es una poderosa herramienta que puede ayudarnos a la hora de maximizar nuestros beneficios. Hoy en día estamos siendo bombardeados por multitud de entidades financieras que ofrecen al pequeño inversor poder apalancarse hasta niveles muy elevados, pudiendo operar así grandes cantidades con un pequeño depósito inicial. Sin embargo, es algo altamente peligroso y que deberíamos utilizar con extrema cautela.
A este respecto, Nick Maggiulli, analista de datos para una empresa de asesoramiento financiero y autor del blog “Of Dollars and Data”, nos ilustra de los peligros asociados al apalancamiento. Para que el inversor pueda comprender mejor todos los problemas que conlleva, comienza su exposición relatando la conversación que tuvo con el gran inversor estadounidense Jim O’Shaughnessy, fundador y director de inversiones de O'Shaughnessy Asset Management y autor de diversos libros, de los que destaca “What Works on Wall Street”.
Jim le presentó la siguiente pregunta relacionada con la inversión: “Imagínate que tienes el periódico que se publicará dentro de 1 año. En la portada del mismo aparecen las diez acciones que mayor rentabilidad han generado durante el año anterior. Además, un gran banco ha declarado que te proporcionarán tanto dinero para invertir (a crédito) como desees sin intereses. La pregunta es la siguiente: asumiendo que empiezas con 10.000€, ¿cuánto dinero pedirías prestado para invertir en esas diez acciones?”.
Antes de abordar la respuesta que Maggiulli ofreció a Jim O’Shaughnessy, ¿cómo responderías tú, lector, a esta pregunta?
Nick detectó que la pregunta tenía truco y respondió: “La mayoría de la gente probablemente diría que pediría prestado tanto como fuera posible, pero sé que si lo hago, moveré el mercado y será la razón por la cual estas acciones se convertirán en las más rentables. Yo causaré el futuro. Será una especie de profecía auto cumplida. Y peor aún, dentro de un año cuando vaya a vender mis posiciones, probablemente no pueda hacerlo sin hacer que la cotización se desplome y pierda todas mis ganancias. Por lo tanto, sólo pediría prestado lo suficiente como para obtener un buen beneficio sin tener un impacto significativo en el mercado. De este modo, sólo pediría prestado unos pocos millones de dólares”.
Nick pensó que su respuesta era bastante ingeniosa, por lo que esperó la felicitación de Jim. Sin embargo, éste le dijo que su respuesta era bastante buena y mejor que el 80% de los inversores a los cuales había formulado la misma pregunta, pero todavía la respuesta era incorrecta. Nick se quedó absolutamente sorprendido, ya que estaba apostando por valores ganadores y sabía que podría deshacer sus posiciones. ¿Dónde había fallado su lógica? Jim le respondió que el problema reside en el margen, o la cantidad de dinero depositada en la cuenta. Con 10.000€ para empezar a invertir, si pediste prestado varios millones (apalancamiento brutal), perderías tu capital. De hecho, teniendo “solo” un apalancamiento superior a 4 veces (es decir, si hubieras pedido prestados 30.000€), también habrías sido aniquilado en la mayoría de los casos.
Tan pronto como Jim lo dijo, Maggiulli se dio cuenta de que tenía razón, ya que había olvidado una de las ideas más simples en finanzas: el camino recorrido importa. El problema es que, si bien sabemos que obtendremos una elevada rentabilidad a final de año, si llega un momento malo en el camino (como por ejemplo una racha de varios días de caídas bursátiles), el apalancamiento utilizado te eliminará por completo del mercado. Dado que la volatilidad es un hecho inherente de los mercados financieros, sería un milagro salir indemne. En otras palabras, al utilizar apalancamiento el camino recorrido es más importante que el destino.
Maggiulli se decidió a probar el experimento mental empleando una simulación, en la que supone (de forma muy generosa) que el margen exigido es del 0% y que obtenemos la rentabilidad media de las 10 acciones escogidas cada día. Estos requisitos son materialmente diferentes a los del mundo real, donde el inversor puede sufrir “margin calls” (requerimiento por parte del broker al operador para que aporte nuevos fondos a la cuenta con el fin de satisfacer el margen de mantenimiento necesario para cubrir sus posiciones en el mercado). De este modo, la simulación funciona de la siguiente manera:
- Obtén las rentabilidades diarias de las diez acciones más rentables durante los años 2014, 2015, 2016 y 2017 (unas cuarenta acciones en total).
- Crea una cartera en la que se pondere por igual las rentabilidades generadas por cada una de las 10 acciones cada día.
- Vuelve a muestrear los días al azar en el transcurso de 252 días hábiles. Esto representaría 1 simulación. Por ejemplo, en el primer día de la simulación podrías usar el rendimiento medio de la cesta de acciones desde el 4 de marzo de 2014. Al día siguiente, podrías utilizar el rendimiento generado desde el día 5 de septiembre de 2016. Y así sucesivamente durante 252 días.
- Ejecuta el paso anterior 1.000 veces (representando 1000 simulaciones) para diferentes niveles de apalancamiento (2:1, 4:1, etc.).
- Cuenta el número de simulaciones en la cual su capital (10.000€) desaparece. El capital desaparece cuando el valor de la cuenta se reduce en 10.000€ por debajo de su valor inicial y, teniendo en cuenta un apalancamiento 4:1 (su valor inicial de la cuenta sería de 40.000€), si el valor de la cuenta cae por debajo de 30.000€, entonces habrías perdido todo el capital y el juego se habría terminado.
En el gráfico inferior, podemos observar un ejemplo de 1.000 simulaciones con un ratio de apalancamiento 4:1 (30.000€ de crédito y 10.000€ de capital).
(Fuente: Of Dollars and Data)
La línea discontinua de color rojo es el nivel en el que te has quedado sin capital en juego (la simulación fuerza que automáticamente la cuenta pase a valer 0). Como se puede apreciar, sólo hay una simulación en la que ocurre esto. Si se eleva el ratio de apalancamiento a 10:1, esto es lo que ocurre:
(Fuente: Of Dollars and Data)
Como se puede apreciar en el gráfico superior, un mayor apalancamiento genera un número muy superior "quiebras”. Si vemos gráficamente el porcentaje de simulaciones en las que nuestra cuenta quebraría (valdría 0) en función del nivel de apalancamiento asumido, tendríamos lo siguiente:
(Fuente: Of Dollars and Data)
Como era de esperar, un mayor apalancamiento aumenta la probabilidad de quiebra. ¿Por qué? Incluso pequeñas caídas en el valor de tu cartera pueden dejarte fuera de juego si tienes un elevado nivel de apalancamiento, como comentábamos anteriormente. A lo largo de un año (de media) tu cartera se revalorizará cientos de puntos porcentuales, en línea con el resto de acciones que componen la cesta de acciones seleccionadas, pero cualquier turbulencia en los mercados bursátiles puede aniquilar tu cuenta.
La conclusión de todo esto es que incluso aunque conozcamos el futuro con certeza (como es el caso que nos ocupa con este experimento mental y simulaciones), pedir dinero prestado para invertir no es una solución segura para ganar mucho dinero. Pero además, dado que nunca sabremos el futuro con certeza, el apalancamiento es una de las cosas más peligrosas que puedes hacer como inversor minorista.
En definitiva, el camino importa, pero no pierdas de vista el objetivo final
Maggiulli apunta que es consciente de que la mayoría de estos consejos que nos ofrece no son prácticos para el inversor normal, ya que la mayoría probablemente no utilizará el apalancamiento a la hora de invertir. Sin embargo, esta simulación que acabamos de ver nos ofrece una lección más que importante: el camino que recorras durante la inversión te afectará mucho más que el destino final (entendiendo como tal el resultado final que obtengas). El hecho de que sepas que el mercado ofrece un 7% de rentabilidad anualizada no significa que no vivirás fuertes caídas bursátiles y/o décadas de rendimientos escasos o nulos. Si bien es cierto que este tipo de eventos son raros, suceden periódicamente e invariablemente van a afectar a la forma en que percibes los mercados.
Considera por ejemplo el caso de Michael Burry, el cual pronosticó correctamente y se benefició de la crisis de las hipotecas subprime en el 2008. A pesar de que al final hizo ganar mucho dinero a sus inversores, estos mismos inversores experimentaron cuantiosas pérdidas a corto plazo mientras esperaban el colapso del mercado inmobiliario. Como resultado de esto, los inversores de Michael Burry no agradecieron el resultado cuando la situación finalmente se resolvió (en este caso a su favor). Para la mayoría de ellos, la experiencia no mereció la pena, habida cuenta del camino recorrido.
[Nota: este artículo es principalmente una traducción del original publicado por Nick Maggiulli en el blog Of Dollars and Data. El lector puede seguir al autor en Twitter.]
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