Una regla universal desde que el mundo es mundo, pero puesta negro sobre blanco y popularizada por W.B. es esa de "invierte solo en aquello que puedas entender". El asunto es que después de cierto camino recorrido somos muchos los que podemos decir junto a, creo recordar, Jardiel Poncela aquello de "he visto cosas muy claras que no son verdad".
En un vídeo que vi en internet sobre la conferencia anual de inversores de Berkshire Hathaway en Omaha (Nebraska), a la que peregrinan miles de fieles con una fe también inquebrantable, pero mucho me temo más terrenal que la de los que lo hacen a Lourdes o a Fátima, me llamó la atención el comentario de una de las secretarias del Sr. Buffett. Tras el discurso formal y la presentación de las cuentas anuales continuaba el día con una serie de actividades triviales con un fin de confraternización entre los inversores. En una de éstas se veía una partida de cartas entre Buffett, su amigo Bill Gates, la secretaria citada y otra persona que completaba el cuarteto. A propósito de esos momentos de bridge, la secretaria intentaba describir posteriormente en el documental -- con la serena admiración de quien está acostumbrada a la cotidianidad de lo extraordinario -- la especial relación, el nivel intelectual, el carácter genial... de la conversación que entre ese "par de extraterrestres" se produce cada vez que se encuentran. Parafraseando aquella película, la mujer se afanaba en explicar, en narrar, en transmitir, lo que podríamos denominar como una especie de "conversaciones en la novena fase".
Y es que la vida es así. Lo que para unos es de cajón para otros es todavía incomprensible. Entre otras cosas porque todo depende del nivel de perspectiva que tengamos en determinado momento de nuestras vidas, y de si miramos desde una ladera o miramos ya desde desde una cima, por pequeña que esta sea. Cuando el Oráculo de Omaha dice algo tan sencillo todos entendemos perfectamente lo que quiere expresar, pero lo que quizás no todos entendimos desde el primer momento es que él habla, a diferencia de nosotros, desde y sobre lo que es su hábitat natural: el mundo de la inversión y los mercados financieros. Por lo que pienso que no es mala idea tomarse sus palabras, entre otras cosas, como una invitación. De momento, una invitación que alguien como él nos hace a empezar por el principio -- conocer y entender el ecosistema -- con el objetivo de conseguir que también para nosotros el mercado termine siendo nuestro hábitat natural. Todo lo demás está después.
Un saludo.
(Mis posiciones.)
