En el blog del FMI tenemos una visión resumen de lo bien que ha ido el año y las promesas de ventura que se desprenden de este buen comportamiento. Vale la pena leerlo por su claridad, aunque ayer hice una interpretación de uno de sus gráficos totalmente contraria, el siguiente:
Para el FMI esto es un prueba de que la mejora general ha aumentado el apetito por el riesgo y la compra de activos de riesgo. Para mí como saben, es una prueba de exceso de confianza que en el pasado fue una trampa en la que sistemáticamente cayeron los mercados. Pero el FMI tiene que aceptar la visión racionalista de que los mercados no se equivocan, mientras que yo mantengo que se equivocan y mucho. Sigo diciendo que la brecha cada vez más grande entre el nivel de las bolsas y el indicador de volatilidad no me da ninguna confianza, al contrario: me muestra unas expectativas desbordantes de optimismo más allá de cualquier fundamento.
También quiero comentar otro gráfico del FMI sobre la evolución de los salarios.
En donde se ve que, pese a la caída constante del paro (está dibujado a la inversa, de modo que una subida de la línea azul es una bajada del paro) los salarios están estancados. Es decir, la distribución de la renta ha empeorado, a favor de los más ricos y en contra de los más pobres.
Así que tenemos unos accionistas que están ganando millonadas de dinero, y unos trabajadores que por la competencia internacional y otros motivos, no son capaces de recuperar rentas perdidas pese a lo bien que van las cosas. Esto es conflicto seguro, tarde o temprano. La parte propietaria de las corporaciones se ha enriquecido más, mientras la parte laboral cada vez tiene menos capacidad de negociación. En otro gráfico se ve que, pese al aumento de renta, la renta per capita de los paises emergentes ha caído (visiten el original).
No es que yo sea comunista, pero sí me preocupa que una sociedad en la que el mercado ha dejado de hacer una distribución de la renta “razonable” se hace tremendamente inestable. Tendremos que hacer frente a este problema tarde o temprano, y repito, no soy partidario de que el estado reparta o corrija salarios. Soy partidario del “mundo antiguo”, en el que más o menos cuando bajaba el paro aumentaba el salario. La curva de Phillips ha desaparecido. La inflación de bienes y servicios ha dejado de existir. Los bancos centrales están perplejos. Suben tipos porque no saben hacer otra cosa, pero como provoquen un pinchazo de la burbuja, o burbujas (bolsas, de nuevo inmuebles en varios países), que se están formando, no tendrán recursos, como decía ayer, para hacer algo. Añadan a esto el oscuro mal estado de la banca de muchos países, a juzgar por las palabras de Aristóbulo de Juan en la Comisión del Congreso.
No veo razones para el optimismo, pero ojalá me equivoque.