En semanas recientes
hemos sido inundados con noticas acerca de disturbios sociales en algunos países
emergentes y como el ser humano es entusiasta de la “falacia narrativa” entonces
unimos la coincidencia de caídas recientes en los emergentes con las noticas de
descontento social y protestas de las noticias. Esto lo único que hace es amplificar
el sell-off dejando al descubierto ineficiencias del mercado de las cuales
podemos tomar ventaja si sabemos buscar.
Tal vez el desplome tiene
algo que ver con el tapering de la FED, aunque aquí también es probable que el
mercado haya amplificado el pánico. De hecho creo que el comienzo de las caídas
(antes de las protestas y el tapering)
son causa de las sobrevaloraciones de algunos mercados emergentes en relación
con la debilidad de sus fundamentales y expectativas, además de las
preocupaciones de la desaceleración China. Pero es difícil saber qué peso tiene
cada causa, después de todo en el corto plazo al Mercado no le importa lo que
ES sino lo que la gente cree que ES.
Por eso no es sorpresa
que el 70% de los outflows de emergentes hayan sido a través de ETFs, los
cuales son utilizados mayormente por pequeños inversionistas y hay que recordar
que los pequeños inversionistas somos pésimos en market timing.
Recordemos lo que en
varias ocasiones ha dicho Hugo, que los medios de comunicación están para
vender, no para informar y el miedo vende muy bien. Si sumamos las buenas ventas
que el miedo produce, más la falacia narrativa, más la coincidencia con
tapering, más el bad market timing de los inversores, más otros hechos fundamentales
de los emergentes, tenemos entonces la fórmula perfecta para que el Mercado
amplifique los miedos y abra paso a los inversionistas que saben pescar en shallow
waters, tal y como sucedió en 2009, en 2011 y en tantas otras ventas de pánico
a lo largo de la historia.
No sé si hayáis
tenido la oportunidad de estar más de un par de semanas en algún país emergente
y realmente respirar su atmósfera. No hablo de vacaciones donde casi siempre se
ve el lado bueno del país y uno va a pasarla bien. Para quienes hayan tenido
esa oportunidad sabrán que las revueltas, conflictos en las calles, huelgas,
descontento social, shocks en las cadenas de abastecimiento, corrupción y
violencia son su raison d'être.
Debido a mi trabajo (y desde tiempo antes) he podido pasar
largas temporadas en varios países emergentes y frontiers; viendo algunos lugares que no muchos turistas visitan y tratando de interpretar
ángulos del país que son difíciles de entender desde fuera. Mi reducida
experiencia (reconociendo posibles
errores en mi proceso inductivo y bias personales) me dice que estos
eventos son tan cotidianos como pasajeros y aunque en algunas pocas ocasiones
logran cambios reales, estos cambios son un proceso y no un evento.
No estoy tratando de
minimizar las demandas de quienes protestan, ni el peligro que estos eventos
pueden desencadenar si no son abordados (o
al menos se finge abordar), ni la importancia de seguirlos. Lo único que
trato de decir es que para bien o para mal vivimos en una corpocracia y los
intereses de las corporaciones (y por lo
tanto del mercado) se anteponen (y sobreviven
o se adaptan mejor) muchas veces a los de la sociedad y tienen mayor
capacidad de convencimiento sobre la clase política. Por esto incluso cuando el
cambio ―aparentemente desordenado y a veces radical― exigido por los
descontentos sociales da resultado, sólo será un resultado parcial y los intereses
de las corporaciones permanecerán (aunque
tal vez no intactos), ya sea adaptándose a las nuevas condiciones o
imponiendo las suyas, recordemos que el Mercado es una de las representaciones más
fieles de survival of the fittest.
Así pues un país,
emergente o no, podrá saltar de un político a otro, de un partido a otro, de
una corriente o ideología a otra, inclusive las transiciones podrán parecer
caóticas en algunas ocasiones y sin esperanzas (y sin duda alguna habrá casualties), pero el Mercado tiene la mayor
capacidad de adaptarse y sobrevivir, claro con algunas excepciones como Rusia
en el siglo XIX y Alemania/Austria a principios del XX, pero aun así hubo varias
empresas que sobrevivieron a esos desastrosos cambios, sólo había que escoger
bien y apostar por las que tuvieran Moat y fortaleza financiera y tener
bastante suerte.
Todo esto me recuerda
a una pequeña historia que viene en el Libro “The Money Game” de Adam Smith (pseudónimo de George Jerome Waldo Goodman),
escrito en los 70s pero con mucha vigencia. La historia es sobre unos
especuladores de cocoa que mandan a un wallstreeter a Africa para que les informe
de primera mano cómo están las plantaciones de cocoa y la delicada situación
política y social. Aparte de las penurias que el sofisticado corredor pasa en
un país de tercer mundo, el pobre hombre sólo ve caos a su alrededor. Pego un
extracto y para los que se quejan del inglés, tengo tres soluciones muy
simples: (i) aprendan, de algo os servirá; (ii) traductor de google;
(iii) don't read me.
There were revolutions in Nigeria and Ghana and outbreaks of Black Pod,
and railroads blown up, but apparently something like this happens almost every
year and there is still a cocoa crop.
El problema es que algo escandaloso, indignante, caótico o
inimaginable para una persona de una economía “desarrollada”, no lo es tanto para
una persona que vive el día a día en un país emergente. Vean el desorden en las
calles de China, la India o Vietnam, para ellos es normal y así viven y así
avanzarán. Vean el narcotráfico, la violencia y corrupción en México, Colombia
o Brazil, no es algo normal pero así viven y así han progresado. Vean la
inseguridad en los caminos de Nigeria y otros países africanos y su inestabilidad política y
falta de sanidad, pero aun así han podido poco a poco ir saliendo del agujero.
Claro todo tiene un punto de quiebre, pero es difícil y erróneo analizarlo y descifrarlo
utilizando parámetros americanos o europeos. En general hay tanta probabilidad de
que el país colapse como de que sólo sea un buen susto al status quo y las
cosas no cambien de raíz sino sólo de nombre.