Hace unos días me encontraba dando una vuelta por El Confidencial, donde tiempo atrás "tertuliaba" con frecuencia, y me encontré de nuevo con el comentario de uno de los usuarios de aquella época. Y cuál fue mi sorpresa cuando al terminar de leerle me di cuenta que su comentario era el mismo de entonces: cuando me di cuenta de que ¡¡ Solo tiene uno !!.
O sea, tras más de un año leyendo un periódico en el que, entre otros muchos, escribe gente de la talla de Daniel Lacalle, Víctor Alvargonzález, Alberto Artero (McCoy), Ignacio de la Torre, etc., etc., etc., esta persona no había conseguido ampliar un solo milímetro su visión sobre la economía y los mercados financieros. Allí seguía reinando el mismo desconcierto; la misma distancia adulta ante lo no comprendido; el mismo desdén sobre todo aquello que esté fuera de su pequeño universo; el mismo convencimiento de que nada tenía que haber cambiado y de que es imposible que nada mejore; la misma posición de juez ante todos los hechos o temas, incluidos los conocidos; la misma falta de actitud siquiera para alcanzar a ver que los otros existen; la misma incapacidad para reconocer que el paso del tiempo es un dato; y la misma falta de confianza sobre sí y, por tanto, sobre el resto que le lleva a cerrar, a candar, todas sus conclusiones con ese clásico "aquí hay algo que no me cuadra." (...y no me entra en la cabeza que alguien no venga a cuadrármelo ahora mismo.")
Créanme, no conozco un campo en la vida en el que la falta de humildad se pague tan cara y tan rápido como en el de los mercados financieros: aquí cada muestra de arrogancia, falsa indiferencia, o pequeña indolencia se paga con dinero contante y sonante y al momento; aquí no hay familia, no existe la figura del amigo, nadie paga tu hippismo...; y la posibilidad de enrocarse de por vida, repitiendo inconscientemente el bucle de fuera, desaparece ipso facto no mucho tiempo después de "las ganancias de bienvenida". Con todo mi respeto y admiración a Rafael Álvarez, "El Brujo", quien hoy he leído se pasea de nuevo, esta vez con "El Lazarillo de Tormes", por nuestra querida piel de toro, ¡¡ es la humildad, estúpidos !!
Un saludo.
( Mis posiciones).
