Tres comportamientos indeseables para su estrategia de inversión

24 de noviembre, 2020 0
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A la hora de iniciarse como inversor resulta fundamental plantear una estrategia detallada. Además, cuando la estrategia adecuada se pone en marcha hay que ceñirse a ella durante una buena temporada. Un factor decisivo para llevar a buen puerto la inversión a largo plazo es desarrollar comportamientos útiles y evitar otros potencialmente dañinos.

Con comportamiento nos referimos a la forma de actuar cuando la estrategia de inversión se topa con la realidad. Ciertas actitudes, como la paciencia y la orientación hacia el futuro, son positivas y pueden ayudarle a no desviarse de sus objetivos o a que incluso los alcance antes de lo previsto. Otras, más negativas, podrían desviarle del camino que le permitirá alcanzar sus metas de largo recorrido.

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En las siguientes líneas analizamos tres comportamientos identificables con los que trabajar para eliminarlos de su proceso de toma de decisiones y así poder aumentar sus posibilidades de éxito en sus inversiones a largo plazo. 

Seguir la moda

Perseguir acciones «en ebullición» significa invertir en valores, sectores o clases de activos basándose únicamente en su rentabilidad reciente. Es posible que este comportamiento se vea influido por la incesante y alegre cobertura de los medios, la presión de los amigos u otros inversores para que no se pierda el próximo bombazo o la mera avaricia. En todo caso, los que siguen la moda normalmente se lanzan hacia esas oportunidades de supuestas rentabilidades estratosféricas ignorando los indicadores fundamentales tradicionales. 

En Fisher Investments España creemos que esta no es una manera adecuada de gestionar una cartera si pretende obtener buenos resultados a largo plazo. El principal error de centrarse en valores chispeantes es considerar que su desempeño continuará en el futuro, lo que no siempre sucede. Algunas veces, las inversiones que han arrasado siguen exhibiendo fuertes ganancias, pero en otras ocasiones ocurre precisamente lo contrario. Las rentabilidades pasadas no sirven para predecir las rentabilidades futuras. 

Este interés por el último grito se relaciona con un error de inversión muy habitual denominado sesgo de inmediatez, según el cual el cerebro otorga mayor importancia a un evento cuanto más cercano en el tiempo sea. Por ejemplo, cuando se publican noticias sobre los últimos ganadores de la lotería parece que la gente de repente sobreestima sus opciones de ganar si participa. 

Esta práctica puede ser contraproducente, ya que podría abocarle a tomar posiciones que no se ajusten a sus objetivos a largo plazo. Y si pierde el tiempo buscando la próxima sensación del mercado para cosechar plusvalías en poco tiempo, seguramente se esté perdiendo otras oportunidades mejores para el crecimiento de su cartera a largo plazo. 

En vez de eso, cíñase a su plan de inversión y manténgase fiel a él. Un plan bien diseñado puede servir de inyección de realismo frente a una falsa expectación. A la hora de decidir sus asignaciones de capital, asimismo, haga los deberes: las inversiones que parecen demasiado buenas para ser verdad casi nunca lo son. Analizar la historia completa y los fundamentos que subyacen a los títulos puede ayudarle a separar las oportunidades reales de los meros blufs.

Ponerse nervioso cuando irrumpe la volatilidad

Este comportamiento es diametralmente opuesto al anterior, aquí se trataría de huir del mercado parcial o completamente. Los inversores que entran en pánico cuando se generaliza la inestabilidad podrían vender durante una caída o un repunte de la volatilidad para luego volver al mercado cuando este parece más estable. En Fisher Investments España somos de la opinión de que entrar y salir del mercado en el momento preciso es una tarea casi imposible y, en potencia, muy costosa. 

Las caídas bursátiles dan miedo, al igual que la volatilidad. Las prisas por salir del mercado para evitar la tensión de las eventuales pérdidas son comprensibles. Sin embargo, ¿y si el mercado se recupera rápidamente? 

La inestabilidad negativa puede manifestarse como una corrección bursátil (un retroceso de entre un 10% y un 20% provocado por un cambio de ánimo); suelen llegar sin previo aviso y los rebotes que regularmente las suceden pueden ser igual de rápidos. Si vende sus acciones en una corrección se arriesga a perderse la recuperación posterior si no regresa al mercado en el momento oportuno, que suele caracterizarse por las noticias negativas y una persistente sensación de incertidumbre. 

Las caídas también pueden desatarse en un mercado bajista (un retroceso prolongado de la bolsa de un 20% o más causado por factores fundamentales). Con frecuencia estos comienzan poco a poco y sin hacer ruido para posteriormente teñirse de pánico. Una vez que se han generalizado las ventas, se allana el camino para un nuevo mercado alcista, cuyo arreón inicial suele ser muy intenso, por lo que depara importantes ganancias en poco tiempo. Como en el caso de la corrección, perderse esa fuerte recuperación inicial tratando de anticiparse al mercado puede salirle caro. A nuestro juicio, pues, los inversores que se desprenden de activos en un mercado bajista deberían contar con una estrategia disciplinada de retorno para no esperar demasiado antes de reanudar las inversiones.

Lo cierto es que tratar de evitar todos los obstáculos puede ser devastador si se equivoca. No conocemos a nadie lo suficientemente inteligente o sabio que sepa entrar y salir del mercado con soltura de forma continua y fiable. Quedarse fuera puede traducirse en desaprovechar sesiones de altas revalorizaciones que, a la larga, pueden acumularse: un gran coste de oportunidad con consecuencias a largo plazo. Por ello, según nuestro parecer, para un inversor que se orienta al futuro con una cartera bien diversificada, lo prudente es mantener la inversión durante la mayor parte de la etapa de inestabilidad.

Concentrar en exceso la cartera de inversión

Diversificar sus inversiones por países, sectores y valores individuales es una estrategia probada para mitigar el riesgo. Pese a ello, a veces los inversores hacen justo lo contrario, con o sin intención. 

En primer lugar, un inversor puede concentrar buena parte de su capital en una sola inversión, asumiendo más riesgo del recomendable. Un exceso de optimismo o confianza puede darle un aura de sensatez al hecho de olvidar el principio de diversificación. Un inversor podría asignar una parte significativa de su cartera a su empresa en reflejo de que le ha ido bien durante años o por sus buenas perspectivas de cara al futuro; una operación más basada en las emociones que en los fundamentos económicos. Con todo, si dicho activo, aparentemente estable, se torna volátil o se deprecia con fuerza pondría en peligro sus objetivos a largo plazo.

En segundo lugar, algunos tratan de diversificar invirtiendo en cinco, seis o incluso más fondos de inversión en base a la premisa de que más fondos supone más diversificación. Esto, no obstante, depende de las participaciones subyacentes de los fondos, ya que quizás se adquieren los mismos títulos repetidamente, lo que en la práctica implica una excesiva concentración en algunas empresas. 

Según Fisher Investments España, para contrarrestar este efecto intencionado, debemos atenernos al plan a largo plazo establecido, evitando así la toma de decisiones emocional que haría tambalear nuestra estrategia de inversión. Asimismo, para evitar una concentración no deliberada necesita saber exactamente qué contiene su cartera. Para aquellas bastantes grandes, invertir en títulos individuales en vez de en fondos aporta claridad a su contenido, evitando las duplicidades no deseadas. 

Mientras diseña su estrategia de inversión, no olvide las actitudes potencialmente positivas o perjudiciales. El proceso de adopción de decisiones puede ejercer un considerable efecto en los resultados. Confiamos en que cultivar cualidades como la paciencia o el pensamiento prospectivo y evitar otras como seguir la moda, asustarse con la volatilidad del mercado o concentrar en exceso su cartera, eleva la probabilidad de prosperar invirtiendo a largo plazo.

Fisher Investments España es el nombre comercial utilizado por la sucursal en España de Fisher Investments Ireland Limited,   (“Fisher Investments España”). Fisher Investments España está inscrita con domicilio social en calle Junta de Castilla y León, 8, 28660 Boadilla del Monte (Madrid), con NIF W0074497I, inscrita en el Registro Mercantil de Madrid, en el tomo 39501, folio 110, inscripción 1, hoja M-701327, y en el Registro de la Comisión Nacional del Mercado de Valores de Empresas de Servicios de Inversión del Espacio Económico Europeo con Sucursal en España, con el número 126.
El presente documento recoge la opinión general de Fisher Investments España y Fisher Investments Europe, y no debe ser considerado como un servicio de asesoramiento personalizado en materia de inversiones o fiscal, ni un reflejo de la rentabilidad de sus clientes. No existe garantía alguna de que Fisher Investments España o Fisher Investments Europe sigan sosteniendo estas opiniones, que pueden cambiar en cualquier momento a partir de nuevos datos, análisis o consideraciones. La información aquí contenida no pretende ser una recomendación o pronóstico de las condiciones del mercado. En su lugar, tiene por objeto esclarecer los aspectos tratados. Los mercados actuales y futuros pueden diferir ampliamente de los que se describen en este documento. Asimismo, no se garantiza la exactitud de ninguna de las hipótesis empleadas en los ejemplos contenidos en este documento. Invertir en los mercados financieros implica un riesgo de pérdida, y no hay garantías de que todo o parte del capital invertido sea reembolsado. La rentabilidad pasada no garantiza ni indica los resultados futuros de manera fiable. El valor de las inversiones y los ingresos procedentes de ellas están sometidos a la fluctuación de los mercados financieros mundiales y de los tipos de cambio internacionales.

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