Antonio Rodríguez de las Heras. Catedrático de la Universidad Carlos III de Madrid y director del Instituto de Cultura y Tecnología@ARDELASH
Tiempos de confusión. En tiempos de confusión abundan los profetas. Los falsos traen certezas; los otros, preguntas… certeras.
A causa de la vibración, lo que nos rodea se ve borroso, y a lo que podríamos asirnos se hace inconsistente y tembloroso
Penetramos en lo inexplorado (una actividad constante en el ser humano) porque imaginamos cómo será
Tenemos que sentarnos a una mesa en la que están depositados, igual que piezas de puzle, los logros tecnológicos que recientemente hemos producido
Bloques de Lego Pixabay
La velocidad de cambio se puede resistir bien, lo que perturba es la aceleración. Y en estos tiempos todo vibra, se disloca, por la excepcional aceleración que no termina. Quizá acaba de comenzar. A causa de la vibración, lo que nos rodea se ve borroso, y a lo que podríamos asirnos se hace inconsistente y tembloroso. Aquello que parecía firme y bien encajado se tuerce y desajusta. Nos encontramos así en esta situación incómoda de cambio acelerado de nuestro mundo. Y es que está siendo demasiado brusco. Hay que aceptarlo: confundidos, no sabemos hoy cómo actuar.
Esta inseguridad, este desamparo nos hacen más receptivos a anuncios de solución. Se explica así que afluyan quienes traen elixir para nuestra desorientación. Quienes de este modo se presentan actúan como mensajeros, es decir, como personas que vienen del lugar que nos anuncian. Es lo más convincente, pues reconforta creer que el futuro es un lugar y que, en consecuencia, hay que seguir el camino que indican para salir de la encrucijada y no extraviarse.
La velocidad de cambio se puede resistir bien, lo que perturba es la aceleración
Pero también nos mostramos muy sensibles a anuncios apocalípticos. Son igualmente bien recibidos, pues tanto unos como otros, en el fondo, transmiten certezas, y quien está temeroso lo que quiere es salir, para bien o para mal, de la incertidumbre, que es lo que hace daño.
Somos seres previsores. Por eso nos angustiamos cuando la confusión enturbia el horizonte. Necesitamos prever para no quedarnos encerrados en el presente, sin capacidad de reacción. La previsión tiene un papel clave en nuestra evolución humana. Sin ella tendríamos que habernos mantenido en nuestro nicho, en un entorno muy estable y regular. No podríamos habernos enfrentado a circunstancias muy cambiantes, a la incertidumbre creciente, a lo desconocido fuera de nuestro paisaje, de nuestras concepciones arraigadas, de nuestros hábitos... Penetramos en lo inexplorado (una actividad constante en el ser humano) porque imaginamos cómo será, construimos un escenario posible, aunque luego desemboquemos en otra realidad.
Crear escenarios es hacerse preguntas
Somos previsores porque somos memoriosos. Porque utilizamos la memoria no solo para registrar, sino para componer, es decir, para imaginar. Tomamos nuestros recuerdos, nuestras experiencias vividas o transferidas (educación, cultura) y las tratamos como piezas de Lego, las combinamos y recombinamos. Y de ahí emergen composiciones, escenarios, que nos mueven a actuar, a construir el futuro, a responder a las circunstancias. Y cuanta más abstracción consigamos en nuestros recuerdos concretos más capacidad tendremos de recombinación (creatividad), de imaginación.
En este mundo pletórico de tecnología no es posible vivir sin imaginar cómo evolucionará. Hay que ser previsores, que es decir imaginativos. Tenemos que sentarnos a una mesa en la que están depositados, igual que piezas de puzzle, los logros tecnológicos que recientemente hemos producido. Hay que darles un orden, un ajuste, que baje la confusión; crear composiciones provisionales, en continua recombinación y con insistentes tanteos, que ofrezcan escenarios posibles.
Crear escenarios es hacerse preguntas. Y para esta tarea se necesitan más que profetas, poetas. Ni anunciadores mesiánicos ni tampoco apocalípticos, solo narradores que ofrezcan un orden de los muchos posibles, una narración inacabada y rehecha una y otra vez, que haga comprensible, no resuelto, este mundo ahora confuso.
(Placer de mensajero. Richard).