¿Se han imaginado en qué mundo viviríamos si no hubiera Panamás, es decir, paraísos fiscales? Pues piensen un poco. Ahora que toca hacer la declaración de la renta, haga un sencillo ejercicio: sumen lo que les toca pagar de IRPF en la declaración, sumándole la retenciones que le han ido haciendo a lo largo del año. Sumen a eso lo que ha pagado de IVA, aplicando un % IVA medio a lo que ha ingresado menos lo que ha ahorrado (= consumo anual). Si no ha ahorrado, más fácil.
Le dará un soponcio. Bien, pues tenga por seguro que esa cantidad sería sensiblemente mayor si no hubiera paraísos fiscales. Los gobiernos europeos y la burocracia Europea se sentiría mucho más libre para aumentar la carga fiscal a las fuerza productivas, y menos proclive a controlar los gastos innecesarios.
Hay una leyenda contra los Panamás, pero los Panamás hacen de freno a la presión fiscal europea. Europa es incapaz de controlar sus gastos más injustificables. En vez de eso, cada vez que hay elecciones dicen que van a acabar con el fraude fiscal de los ricos, pero los ricos encuentran siempre un punto de fuga para poner su dinero a buen recaudo, fuera de las garras de Montoro. Entonces, lo que hacen los gobiernos es sangrar a los que no pueden huir con su dinero, nosotros.
En suma, en vez de controlar los gastos incontrolables y sin sentido, aumentan la presión fiscal.
Supriman en su imaginación los paraísos fiscales. Nadie podría escaparse de Hacienda. Entonces los gobiernos tendrian vía libre para subir la presión fiscal sin tasa. Menos motivos aún para controlar los gastos depilfarradores.
Los gastos despilfarradores son los que electoralmente son rentables. Por ejemplo, el gasto duplicado y triplicado de las CCAA. Enseñar a un niño cuesta seis veces más en Cataluña o en Valencia que en Madrid. Son los culpables de la desviación del déficit. Con la llegada de Podemos y otros partidos a ciertas comunidades y ayuntamientos, estos gasto se han multiplicado notoriamente.
Con Panamás, los gobiernos tiene un motivo para no subir demasiado los impuestos. Sin Panamás, viviríamos en un gran Gran Hermano.
Uds, dirán, ¡pero eso es una falacia! Si los ricos estuvieran cercados, no habría fraude fiscal, no habéis déficit!
Permítanme, por favor. Si los "ricos", es decir, todos, estuviéramos cercados (si ellos lo están, ¡nosotros más!), no habría límite al gasto. El único límite sería el coste de la deuda, pues un aumento excesivo obligaría a hacer recortes, o a subir los impuestos. Y estos nunca se subiría solo y exclusivamente a los ricos, porque no sería suficiente; para empezar, no habría ricos, cada ve menos. Nos habríamos acercado a una sociedad socialista, dictatorial (no hay democracia política si no hay democracia económica), sin ricos, todos pobres, salvo los burócratas, que tendrían prebendas sacadas penosamente de la escasa productividad que quedara.
La historia de las sociedades socialistas lo demuestra. El igualitarismo lleva a la pobreza. La socialdemocracia debe ser productiva para subsistir, y eso exige un control del sector público.
Identifíquese ó regístrese para comentar el artículo.