La situación económica, política y social de España es cada vez más deprimente. El descontento social que inunda nuestras calles es fruto de una actitud económica irresponsable al otro lado del charco. Europa se contagió rápidamente. Y España lo hizo con ella. Los liberales siguen pensado hoy en día que la fórmula Mercado - Estado = Ciudadano feliz es certera. Sin embargo esta afirmación está a años luz de la realidad. El problema que tenemos hoy en día es que parece que no somos claros. Ni somos concisos. Nos dedicamos a especular con muchas teorías económicas; agobiamos a los emergentes y criticamos al Estado por regular - cuando deberíamos de criticarle por no hacerlo -. Quizás, cuando Adam Smith planteó aquello de 'la mano invisible' - por la que el mercado regula los precios por si mismo según la oferta y la demanda - estaba en lo cierto. La realidad es que la economía clásica sigue teniendo mucho peso - un peso merecido, claro - en nuestra situación actual. Y por supuesto, lo seguirá teniendo: eliminar el peso que los padres de la economía tienen sería un atentado en toda regla. Pero quizás lo que hay que hacer es adaptar las cosas a su justa medida y sobre todo, a nuestro tiempo actual.
Lo más normal al oír hablar de Keynes es un enfado. O un descontento, quizá. Sea lo que fuere, nos irritamos al oír de un Estado interviniendo. Preferimos que una 'mano invisible' lo regule todo. Incluso cuando es tan invisible que parece que no existe. Sin embargo, hoy no pretendía traer una crítica a los fundamentalistas del mercado. Tampoco pretende ser una crítica a los seguidores de la Escuela Austríaca y a los enemigos de Keynes. Ya habrá tiempo para eso. Esto pretende ser una llamada a ser claros y concisos con lo que decimos, con lo que expresamos y con cómo nos comportamos.
A día de hoy todo 'friki' de la economía que no sepa cómo se llegó a la crisis no merece ser llamado así - para bien y para mal, claro -. La realidad es que, incluso con un fenómeno tan objetivo como la Gran Estafa, se han vuelto a manifestar diferentes opiniones. Y sí, le llamo Gran Estafa porque en una recesión participan diferentes agentes - o al menos la historia nos dice eso - y en esta sólo participaron dos: el Estado que no intervino y las entidades financieras que se dedicaron a asesinar al ciudadano de a pie - mediante las hipotecas subprime o basura-. Engaño, estafa, mentira. Llámenlo como quieran. El caso es, que esto no era merecido. Al menos, no por las personas de a pie.
La mano invisible del mercado no existe siempre. Y por lo tanto, no debería de ser tomada muy en cuenta. O sí, podría serlo pero no causando el detrimento del resto de la sociedad. El problema de llevar el mercado a su máximo exponente es que nos olvidamos de todo lo demás. Y esto no puede ser. Los fundamentos primeros de la economía se centraban en resolver problemas de esa época. A raíz de eso surgió - entre otras teorías - el keynesianismo. Seamos claros y concisos: la crisis no es cíclica.
La austeridad abusiva y los recortes económicos, políticos y sociales sólo se centrarán en provocar una segunda recesión auto-provocada. Bajo las directrices de Alemania, España, Grecia, Portugal e Irlanda van en un bote a la deriva. Sean claros y concisos respecto a Europa. La economía es del ciudadano. Que nos apoyemos en el mercado para distribuir mejor los recursos es algo idóneo. Que nos olvidemos del ciudadano no se puede tolerar. Les pido, sean claros. Les pido, sean concisos.
Jaime
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