¿Qué podría significar un impuesto mundial para los mercados y las acciones tecnológicas?

27 de octubre, 2021 0
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Desde que propuso una subida del impuesto sobre sociedades en Estados Unidos a principios de este año, el presidente Biden ha trabajado con otros países con la esperanza de adoptar un tipo impositivo mínimo mundial para las empresas. En julio, unos 130 países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) acordaron un tipo impositivo mínimo mundial, lo que supuestamente supone un gran paso hacia la reforma del sistema fiscal mundial. El acuerdo pretende:

  1. establecer un tipo impositivo mínimo mundial para las empresas del 15 %; y
  2. reasignar los derechos de imposición de los países en los que están domiciliadas las grandes empresas multinacionales (en concreto, las tecnológicas y similares) a los países en los que obtienen beneficios, independientemente de que tengan o no presencia física en ellos.

En caso de que el impuesto mínimo mundial se adoptara y aplicara en todos los países, lo cual será muy difícil, acabaría con la existencia de los paraísos fiscales (países con impuestos de sociedades comparativamente más bajos que atraen a algunas empresas multinacionales por su exención fiscal). Muchos inversores están empezando a preocuparse por el impacto que el aumento de los costes podría tener en los precios de las acciones de las multinacionales afectadas, muchas de las cuales son tecnológicas o similares. Sin embargo, incluso con este reciente acuerdo, Fisher Investments España cree que un régimen fiscal mundial es cualquier cosa menos un acuerdo que efectivamente esté en vigor. En muchos países democráticos, los cambios fiscales solo pueden realizarse mediante la tramitación de una nueva legislación. Por lo tanto, de momento este acuerdo es principalmente un gesto simbólico y puede que nunca llegue a materializarse.

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En este artículo, desglosaremos los impuestos mundiales propuestos y lo que significan y no significan para los inversores en renta variable a largo plazo. 

El impuesto sobre sociedades mínimo mundial sigue siendo una posibilidad remota

Un impuesto sobre sociedades mínimo mundial requiere una adopción casi unánime para ser efectivo. Basta con que un par de países poco cooperativos y de baja tributación lo rechacen para que el acuerdo caiga en saco roto. Además, cualquier impuesto mínimo mundial probablemente tardaría años en promulgarse, una razón importante por la que creemos que los mercados de renta variable, los cuales descuentan escenarios futuros, no estén demasiado preocupados por un acuerdo que se aventura lejano en el tiempo. 

Algunos países con tributos muy favorables, como Hungría (9 %), no han firmado el acuerdo de la OCDE. El hecho de que Francia, Japón y Alemania hayan aceptado el impuesto mínimo mundial no es especialmente relevante, ya que sus tipos impositivos están por encima del mínimo propuesto. Los países más pequeños que utilizan tipos impositivos más bajos para atraer a las empresas son los más importantes. El desacuerdo de Hungría también podría tener efectos de gran alcance a nivel de la Unión Europea (UE). Los cambios fiscales de la UE requieren la ratificación de los 27 Estados miembros para ser adoptados, por lo que con el rechazo de solo un país se podrá vetar el acuerdo. Aunque es probable que Bruselas y los demás miembros de la UE presionen a los disidentes, alcanzar un acuerdo unánime será probablemente difícil. Sin la cooperación de la UE, la propuesta de la OCDE pierde gran parte de su fuerza. 

También es obvio que algunos países podrían retirarse del acuerdo si se produce un estancamiento político en los gobiernos nacionales, lo que debilitaría aún más el acuerdo. Por ejemplo, si Irlanda se rinde a la presión de la UE e intenta cambiar su ley del impuesto de sociedades, necesitará una mayoría en el Parlamento. Dado que el gobierno que preside es una coalición de tres partidos con solo 83 de los 160 escaños del Dáil Éireann (cámara baja), bastaría con un puñado de opositores para echar por tierra cualquier legislación. Por no mencionar que muchos otros países europeos tienen gobiernos de coalición débiles que pueden tener dificultades para aprobar leyes controvertidas, por lo que el bloqueo podría obligar a cualquiera de estos países a abandonar el acuerdo antes de que se materialice. 

Incluso si se aprobara un impuesto mínimo mundial, tardaría años en pasar por los procesos legislativos de cada país y sería muy publicitado, lo que reduciría su poder de sorpresa y daría a la renta variable tiempo más que suficiente para valorar y poner precio a cualquier cambio que se fuera a producir. 

Un impuesto sobre los servicios digitales no es tan malo para los gigantes tecnológicos como muchos suponen

Muchos países se quejan desde hace tiempo de que las empresas tecnológicas y similares se lucran con las transacciones con sus ciudadanos y canalizan los ingresos fiscales hacia países de baja tributación. El componente del impuesto sobre los servicios digitales del acuerdo de la OCDE pretende trasladar algunos derechos fiscales de los países de origen de las grandes empresas multinacionales a los países donde obtienen sus beneficios.

Aunque un impuesto sobre los servicios digitales podría generar un modesto efecto negativo sobre los beneficios de algunos gigantes tecnológicos, puede que no sea del todo malo para estas empresas. En la actualidad, las multinacionales tecnológicas y afines deben cumplir con diversas normativas fiscales en los países en los que operan, lo que resulta increíblemente complicado y caro. Un impuesto mundial sobre los servicios digitales podría ser mucho más fácil y barato de aplicar para estas empresas que un mosaico de impuestos individuales sobre los servicios digitales en diferentes países. 

Además, los impuestos adicionales pueden perjudicar a las empresas más pequeñas que a las de mayor tamaño, lo que reduciría potencialmente la competencia. Los gigantes tecnológicos de hoy en día han cosechado los beneficios de utilizar los paraísos fiscales durante años. Ahora son lo suficientemente grandes como para que los impuestos adicionales no sean tan gravosos como lo serían para las empresas más pequeñas, que podrían tener más dificultades para dotar de personal a sus departamentos de contabilidad para garantizar que las ventas se contabilicen con exactitud. Esto aumentaría los gastos generales, reduciría los beneficios y probablemente disminuiría el incentivo para expandirse a nivel mundial. En conjunto, estas medidas pueden acabar beneficiando a los mismos gigantes tecnológicos que estos gobiernos estaban tratando de frenar.

Son muchos los obstáculos que se interponen en el camino del acuerdo de la OCDE y de los impuestos mundiales, y es muy probable que queden en papel mojado. Incluso si las conversaciones avanzan y algunas naciones cooperan, el proceso será lento y muy publicitado, lo que reducirá en gran medida su poder de sorpresa en el mercado. Por ello, Fisher Investments España cree que los inversores en renta variable a largo plazo deberían evitar basar sus decisiones de inversión en un acuerdo que parece en gran medida más simbólico que otra cosa, al menos en su estado presente.

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Fisher Investments España es el nombre comercial utilizado por la sucursal en España de Fisher Investments Ireland Limited,   (“Fisher Investments España”). Fisher Investments España está inscrita con domicilio social en calle Junta de Castilla y León, 8, 28660 Boadilla del Monte (Madrid), con NIF W0074497I, inscrita en el Registro Mercantil de Madrid, en el tomo 39501, folio 110, inscripción 1, hoja M-701327, y en el Registro de la Comisión Nacional del Mercado de Valores de Empresas de Servicios de Inversión del Espacio Económico Europeo con Sucursal en España, con el número 126.

El presente documento recoge la opinión general de Fisher Investments España y Fisher Investments Europe, y no debe ser considerado como un servicio de asesoramiento personalizado en materia de inversiones o fiscal, ni un reflejo de la rentabilidad de sus clientes. No existe garantía alguna de que Fisher Investments España o Fisher Investments Europe sigan sosteniendo estas opiniones, que pueden cambiar en cualquier momento a partir de nuevos datos, análisis o consideraciones. La información aquí contenida no pretende ser una recomendación o pronóstico de las condiciones del mercado. En su lugar, tiene por objeto esclarecer los aspectos tratados. Los mercados actuales y futuros pueden diferir ampliamente de los que se describen en este documento. Asimismo, no se garantiza la exactitud de ninguna de las hipótesis empleadas en los ejemplos contenidos en este documento. Invertir en los mercados financieros implica un riesgo de pérdida, y no hay garantías de que todo o parte del capital invertido sea reembolsado. La rentabilidad pasada no garantiza ni indica los resultados futuros de manera fiable. El valor de las inversiones y los ingresos procedentes de ellas están sometidos a la fluctuación de los mercados financieros mundiales y de los tipos de cambio internacionales.

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