El tema de mayo de la Ruta Value es el de los productos de inversión, y a este hemos dedicado nuestros contenidos del mes.
Existen diversos productos de inversión; por ejemplo, la CNMV, en su web, los divide en seis grandes bloques: Renta Fija, Renta Variable, Fondos de inversión, Productos Híbridos, Productos derivados y Productos estructurados. Por simplificar algo sobre este tema, pongamos por caso que queremos invertir en acciones, ya que sabemos por estudios de prestigiosos autores como Jeremy J. Siegel, que ha sido el activo más rentable a largo plazo. Pues bien, tenemos la posibilidad de hacerlo de forma directa, seleccionando y comprando nosotros mismos las acciones que nos interesen, o bien podemos invertir de forma colectiva a través de un vehículo de inversión, es decir, de una Institución de Inversión Colectiva.
Según la ley que las regula, son Instituciones de Inversión Colectiva (IIC, en adelante) aquellas que tienen por objeto la captación de fondos para gestionarlos e invertirlos en bienes, derechos, valores u otros instrumentos, financieros o no, siempre que el rendimiento del inversor se establezca en función de los resultados colectivos.
En estos casos es un inversor profesional quien gestiona nuestro dinero. Entre las IIC más conocidas se encuentran los fondos de inversión, aunque existen otros vehículos de inversión como las sociedades de inversión de capital variable (SICAV). Según la mencionada ley, los fondos de inversión son IIC configuradas como patrimonios separados sin personalidad jurídica, pertenecientes a una pluralidad de inversores, incluidos entre ellos otras IIC, cuya gestión y representación corresponde a una sociedad gestora. La condición de partícipe se adquiere mediante la realización de la aportación al patrimonio común.Cada inversor tendrá que plantearse las ventajas e inconvenientes de invertir de forma directa o colectiva (a través, por ejemplo, de un fondo de inversión). Por supuesto ambas posibilidades son perfectamente compatibles. Si un inversor se siente capacitado y tiene el interés y el tiempo de seleccionar e invertir directamente parte de su cartera en acciones y otra parte hacerlo a través de fondos de inversión, es, en mi opinión, una estrategia perfectamente válida (además, a través de fondos, se puede realizar una diversificación y asignación de activos entre renta variable de distintas zonas geográficas y renta fija que sea adecuada al perfil de cada inversor y que es complicado hacer de forma directa).
Por supuesto, a la hora de seleccionar fondos de inversión, también hay que “hacer los deberes”. Hay un gran número de fondos de inversión en el mercado y de distintas clases (de renta fija, variable, mixtos…). Asimismo, el inversor en fondos tiene que considerar si prefiere fondos de gestión activa o fondos indexados (gestión pasiva), o una combinación de ambos.
Si nos decidimos a seleccionar fondos de gestión activa, es importante conocer qué trayectoria y filosofía de inversión tiene el equipo gestor del fondo y si logra batir consistentemente a largo plazo a su índice de referencia así como examinar qué comisiones y costes tiene, entre otros aspectos. También tenemos que tener en consideración si hay alineación de intereses del equipo gestor con los partícipes (por ejemplo, ver si los gestores invierten su propio patrimonio en el fondo). Estamos hablando de temas muy a tener en cuenta, ya que, según diversos estudios, la mayoría de fondos de inversión no logran batir a largo plazo a su índice de referencia debido, normalmente, a sus elevados costes. Pero la buena noticia es que, si hacemos nuestros deberes, podemos encontrar algunos fondos de inversión con unos costes razonables y un equipo gestor de talento que nos pueden aportar realmente un plus de calidad y rentabilidad a nuestra cartera de inversión.
Pues bien, además de una buena gestión profesional, si sabemos buscarla, otra de las ventajas de la inversión en fondos es que podemos diversificar nuestras carteras a partir de importes reducidos, salvo algunos casos de fondos que exigen importes mínimos elevados.
Otra de las grandes ventajas a tener en cuenta de los fondos de inversión es su fiscalidad, ya que (siempre que cumplan determinados requisitos) se permite el traspaso de un fondo a otro sin coste fiscal. Esto es lo que se conoce como régimen de diferimiento fiscal, ya que no tributaremos hasta hacer líquida la inversión, es decir, hasta el momento del reembolso. Por lo tanto, podemos aplazar el pago de impuestos indefinidamente y maximizar así del poder del interés compuesto.
La responsabilidad del gestor de un fondo
En un fondo de inversión un gestor asume voluntariamente la responsabilidad de nuestros ahorros. Al hacerlo, pone al servicio de los ahorradores su capacidad para analizar e invertir a largo plazo en empresas cotizadas, cargando con coraje en su trabajo diario con el peso añadido de la confianza de muchos.
Consciente de que el ahorro bajo gestión es el fruto de un largo esfuerzo de muchos, el desempeño diario del gestor está condicionado por esa exigencia extra, que le obliga a trabajar con un nivel de rigor máximo si quiere estar a la altura de la confianza recibida.
Un fondo de inversión se define como una institución de inversión colectiva porque, en efecto, se constituye cuando un conjunto de inversores decide unirse bajo la protección de un gestor, conformando una comunidad de partícipes. Esa comunidad se confía al extraordinario sentido de la responsabilidad de quien debe hacer por cada uno de ellos un exhaustivo trabajo de análisis, probando a lo largo del tiempo unas condiciones especiales de determinación, temple y paciencia en la gestión de sus ahorros.
Esta entrada combina un texto de Sergio Vázquez y el editorial del mes de Value School.