Primera parte de… cosas extrañas

31 de agosto, 2021 0

Hace unos meses hablé de una cosa extraña, que me sucedió en el confinamiento: https://inbestia.com/analisis/me-sucedio-algo-paranormal-durante-el-confinamiento

Yo pensaba que era algo bastante paranormal, pero resulta que al final tenía una explicación bastante racional.

Ahora voy a comenzar esta mini-serie con una cosa que se merece la medalla de oro, de momento, en el apartado cosas raras que me han sucedido.

Ha diferencia de otras cosas raritas que dan algo de risita y que veremos en sucesivos capítulos, este cuento, no da ninguna risita, de hecho es un cuento bastante serio.

Otra característica de lo que voy a contar en este primer capítulo es que esta suceso, no solamente se puede calificar de extraño al cuadrado, resulta que de no haberse producido, yo podría haber sufrido un percance de magnitudes desconocidas.

Este suceso mega extraño, me salvó de algo con cierto potencial negativo.

Vamos allá, hay que empezar por alguna parte, así que….retrocedamos en el tiempo……………..

¿En que año estoy? 2011, ¿Qué hora es? Casualmente las once y pico de la noche.

¿En que época estamos? En invierno, lo sé porque llevo un abrigo bastante abrigado y unas buenas botas.

¿Dónde se desarrolla la historia? En una ciudad en la que vivía entonces.

Todavía faltaban unos años para que me escapara a las montañas, y todavía faltaban muchos años más para que llegara un virus que parecía y sigue pareciendo algo surrealista, pero que es muy real.

Estoy caminando por esa ciudad, me quedan como diez minutos para llegar a casa.

Paso por debajo del arco de un monumento que once años atrás había sido declarado patrimonio de la humanidad.

Cruzo un paso de peatones sin tener que esperar nada porque no había ni un sólo coche.

En esa zona, lo normal era que hubiera siempre bastante tráfico, pero en esta ocasión parecía como si fueran las 4 de la madrugada o algo así.

Cruzo la calle y ya sólo tengo que seguir recto unos cincuenta metros y después doblar la esquina y ya llegaré al pisito en el que por aquel entonces vivía.

De pronto aparece un coche, me llama la atención porque va muy despacio.

Es como si los dos ocupantes fueran buscando algo o a alguien.

El coche pasa muy lentamente a mi lado y termina deteniéndose.

Dentro van dos individuos de unos ventipocos años.

El que va de copiloto baja la ventanilla y me pregunta:

-¿Donde está la calle Zulueta?

Yo estoy en la acera como a unos tres metros del coche, esa calle no me suena de nada, más tarde cuando llegue a casa comprobaré que efectivamente, esa calle no existe en aquella ciudad.

Le comunico que no tengo ni idea y cuando estoy a punto de volver a emprender mi caminata, el copiloto agacha la cabeza y se inclina junto a su amigo para mirarme directamente a los ojos y decirme en un tono de voz que no me gustó nada lo siguiente:

-¿Cómo dices?….

En ese momento, por inercia iba a acercarme al coche, pensé que no me habían oido bien o algo así.

Y entonces sucedió.

¿Cómo lo explico?

No duró ni dos segundos, pero en esos dos segundos, yo vi delante mía una piedra negra que arañó el asfalto y parte de la acera produciendo un chirrido que nunca en la vida había oído.

A la vez que esto sucedió, me llegó la información de que no-te-acerques-a-ese-coche.

Automáticamente me detuve, incluso di un paso atrás, estaba digiriendo lo que me acababa de suceder y les dije señalando con el brazo hacia delante:

-No conozco esa calle, preguntar por ahí….

Durante casi medio minuto los dos tipos se me quedaron mirando fijamente, yo seguía sin acercarme, y estaba muy quieto observándolos.

De repente el conductor recupera su posición normal y enciende el coche.

El copiloto lanza un puño al aire y exclama:

-¡¡¡ hijo de puXXXXXXXXX !!!!

En ese momento me entró una furia que no se como explicar, pero me quede quietecito donde estaba.

El coche acelera un poco a lo loco y se pierde a lo lejos.

Deseé tener poderes mágicos para elevar el coche en el aire, darle la vuelta y dejarlo caer.

Como no tengo esos poderes, pues nada.

Cuando llegue a mi pisito de entonces, estuve dándole vueltas a lo que me acababa de pasar, lo único que tenía claro es que aquellos dos eran un peligro para mi integridad física.

A lo mejor eran una par de psicópatas de esos que se divierten dando un palizón al primero que se encuentran, vete tu a saber.

Si yo me hubiera acercado al coche, ¿qué  hubiera sucedido?, creo que no me equivoco un ápice, si digo que algo muy malo para mi persona.

Sea lo que fuera lo de la piedra arañando el suelo + la información que me llegó instantáneamente, lo que está claro es que cambió el rumbo de los acontecimientos aquella noche de invierno del 2011.

Algo se activó en mi mente, y ese algo me salvó de sufrir daños.

Desde entonces tengo la costumbre, que mantengo hoy en día cuando bajo de las montañas a la ciudad, de que si alguien me pregunta algo desde un coche, generalmente de día y generalmente turistas, me mantego siempre a una distancia prudencial.

Hasta aquella noche, no había caído en la cuenta del peligro que supone acercarse demasiado al coche de unos desconocidos.

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