En los últimos meses, las conversaciones de alto nivel sobre tratados comerciales han copado los titulares de las publicaciones financieras que siguen los analistas de Fisher Investments España. El Reino Unido alcanzó un acuerdo comercial con Noruega, Islandia y Liechtenstein, propuso uno a Australia y entabló conversaciones para unirse al Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (CPTPP, por sus siglas en inglés), un acuerdo comercial que incluye a 11 países de la cuenca del Pacífico. La UE reanudó las conversaciones comerciales con India, aunque las negociaciones sobre un nuevo tratado mundial acaban de fracasar con Suiza. Fisher Investments España está de acuerdo con un argumento habitual de muchos economistas: los pactos de libre comercio pueden ser económicamente beneficiosos para los países participantes. Sin embargo, según nuestros análisis históricos, el impacto de los tratados de libre comercio en la renta variable es limitado. Es importante que los inversores lo tengan en cuenta, ya que los titulares tienden a celebrar o preocuparse por ellos según los progresos logrados en la elaboración de estos acuerdos.
Los tratados de libre comercio tienen por objeto reducir o incluso eliminar las barreras al comercio entre países. En opinión de Fisher Investments España, esto es generalmente positivo desde el punto de vista económico. La reducción de los obstáculos al comercio, como los aranceles —impuestos sobre las mercancías importadas—, permite a las empresas dedicar menos tiempo y dinero a los costes relacionados con el comercio cuando exportan o importan productos de otro país. Esto también puede beneficiar a los consumidores, ya que nuestros estudios muestran que las empresas suelen trasladar a los clientes la elevación de costes de las operaciones comerciales. Los tratados comerciales también establecen las normas que rigen los términos del comercio entre países. Según la experiencia de Fisher Investments España, esa claridad reduce la incertidumbre, lo que es positivo para las empresas, ya que pueden crear y avanzar en sus planes para maximizar la rentabilidad.
Aunque en teoría los tratados comerciales deberían facilitar el comercio, el análisis de Fisher Investments España muestra que la realidad no es tan clara. Muchos países utilizan los aranceles para proteger determinadas industrias nacionales de los competidores extranjeros, y los acuerdos de libre comercio pueden no eliminarlos todos. El tan cacareado CPTPP eliminó muchos de los aranceles protectores, pero no todos. Por ejemplo, Japón redujo los aranceles de muchos productos de carne de vacuno, pero no los suprimió por completo. Además, al establecer un conjunto compartido de reglamentos y codificaciones, los miembros del tratado comercial pueden crear barreras no arancelarias al comercio con países que no forman parte del acuerdo. Aunque los 27 Estados miembros de la UE constituyen la mayor zona de libre comercio del mundo, las normas y reglas de la UE pueden dificultar el comercio de los países no pertenecientes a la UE con alguno de sus miembros. Por consiguiente, los tratados de libre comercio no hacen necesariamente que el comercio sea más libre. Pueden hacerlo, pero no es seguro que lo hagan. En nuestra opinión, los mercados no pasan por alto este apunte fundamental.
Más allá de la letra pequeña, los tratados suelen tardar tiempo en desplegarse plenamente y aplicarse. Tomemos como ejemplo el calendario del mencionado CPTPP, que se originó como el Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica (P4), un pacto en el que participaban Brunéi, Chile, Nueva Zelanda y Singapur. Australia, Perú, EE. UU., Vietnam y Malasia se sumaron al acuerdo en 2010, convirtiendo el P4 en la Asociación Transpacífica (TPP). Canadá y México iniciaron las conversaciones en 2012, mientras que Japón se unió en 2013. Tras varios años de negociaciones, estos 12 países firmaron el TPP en febrero de 2016. Sin embargo, un año después, Estados Unidos se retiró y el acuerdo no entró en vigor. Los 11 países restantes negociaron un acuerdo revisado, y el CPTPP resultante entró finalmente en vigor a finales de diciembre de 2018. El resultado fue que las negociaciones duraron más de una década, y el resultado ni siquiera incluyó a todos los miembros participantes.
Las negociaciones prolongadas parecen ser más la norma que la excepción, y a veces ni siquiera los países con relaciones largas logran ponerse de acuerdo. Tras siete años de conversaciones, Suiza puso fin a los esfuerzos con la UE para un acuerdo actualizado y modernizado que pretendía sustituir más de 150 acuerdos distintos por un tratado global. Para los tratados que parecen llegar a buen puerto de forma rápida, se suelen utilizar parámetros bien conocidos que mitigan el poder de sorpresa. El año pasado, el Reino Unido firmó con Japón su primer tratado de libre comercio como país independiente en casi 50 años. Pero como antiguo miembro de la UE, el Reino Unido ya contaba con un marco legal para los países que ya tenían acuerdos comerciales con la UE, como Japón. Aparte de algunos ligeros retoques, el acuerdo comercial entre el Reino Unido y Japón guardaba una gran similitud con el que la UE mantiene con Japón.
Además, las condiciones de los tratados concluidos no entran en vigor de forma inmediata. El CPTPP eliminará algunos aranceles tras un período de transición de 10 a 15 años. Del mismo modo, el acuerdo de libre comercio entre el Reino Unido y Australia implica la permanencia de algunos aranceles durante 15 años. En opinión de Fisher Investments España, este proceso gradual y prolongado da a la renta variable mucho tiempo para valorar los cambios y evita que los tratados de libre comercio sean factores económicos cíclicos importantes.
Los tratados de libre comercio pueden facilitar el comercio internacional, pero, a nuestro juicio, este no dejaría de fluir si no existieran. El Reino Unido no tiene un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, pero es su mayor socio comercial. China se ha convertido en un importante socio comercial del Reino Unido, la UE y Estados Unidos sin establecer un acuerdo de libre comercio con ninguno de ellos. En nuestra opinión, los mercados se preocupan sobre todo por el estado general del comercio mundial. Los acuerdos comerciales no suelen alterar drásticamente las relaciones comerciales existentes, y mucho menos las condiciones económicas más amplias en períodos cortos de tiempo. Nuestros análisis indican que la renta variable se centra en los factores económicos y políticos que pueden afectar a los beneficios de las empresas en los próximos 3 a 30 meses. Los cambios en los acuerdos comerciales suelen quedar fuera de este horizonte temporal, por lo que no hay que sobrevalorar este tipo de acontecimientos, ni para bien ni para mal.
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El presente documento recoge la opinión general de Fisher Investments España y Fisher Investments Europe, y no debe ser considerado como un servicio de asesoramiento personalizado en materia de inversiones o fiscal, ni un reflejo de la rentabilidad de sus clientes. No existe garantía alguna de que Fisher Investments España o Fisher Investments Europe sigan sosteniendo estas opiniones, que pueden cambiar en cualquier momento a partir de nuevos datos, análisis o consideraciones. La información aquí contenida no pretende ser una recomendación o pronóstico de las condiciones del mercado. En su lugar, tiene por objeto esclarecer los aspectos tratados. Los mercados actuales y futuros pueden diferir ampliamente de los que se describen en este documento. Asimismo, no se garantiza la exactitud de ninguna de las hipótesis empleadas en los ejemplos contenidos en este documento. Invertir en los mercados financieros implica un riesgo de pérdida, y no hay garantías de que todo o parte del capital invertido sea reembolsado. La rentabilidad pasada no garantiza ni indica los resultados futuros de manera fiable. El valor de las inversiones y los ingresos procedentes de ellas están sometidos a la fluctuación de los mercados financieros mundiales y de los tipos de cambio internacionales.