Tanto ahí fuera como aquí en los Mercados Financieros tener los pies en el suelo es de gran ayuda. Ahí fuera podemos tener la oportunidad de tardar años y años; y pasar, incluso, sin ni siquiera haberlo intentado. Pero aquí en los mercados alcanzara centrarse es una asignatura que no tiene precio. Sea donde sea, y sea cuando sea, si lo conseguimos siempre es a tiempo.
Hay veces que la capacidad de comprender en toda su magnitud algo que hemos vivido o de lo que hemos sido testigos no nos llega hasta mucho tiempo después. Esto pasa mucho con la relectura de libros o con la re-visión de películas. En mi caso, cuantas más veces veo "American Beauty", "The Reader" o "El discurso del Rey", más detalles me encuentro y más grandes se me hacen sus creadores. Hace años, y siendo mi hijo todavía pequeño, pasamos unas vacaciones en casa de unos amigos. Ellos eran ya padres y expertos, y no por el simple paso del tiempo únicamente. Estando recogidos en casa a esas horas de "la caló", entró de repente de la piscina el menor de sus hijos con esa prisa ilusionada en el cuerpo que todos hemos sentido alguna vez de pequeños; pasó a su habitación raudo y volvió junto a nosotros a cambiarse de atuendo como si se le acabara el mundo mientras nos contaba jadeante "que es que hemos quedado todos para jugar un partido..."; se bebió el agua, le dio a su padre un beso atropellado y salió a triunfar. En un momento de la escena, tras quedar a la vista los quizá todavía no desarrollados genitales del chaval mientras cambiaba bañador por pantalón, mi amigo se había levantado para ir a traerle un vaso de agua. De camino a la cocina, ya de espaldas al crío y su trajín, me busca con la mirada, y al pasar delante de mí me guiña el ojo coñón, adulto, pero sobre todo paternal, y me dice mientras carga la suerte con un imperceptible toque de cabeza hacia el costado: "¡¡ Vaya marrón !!".
No fue hasta que años más tarde mi hijo no empezó a jugar al fútbol y se lesionó repetidamente el mismo tobillo, no solo sin que que nada estuviera en mi mano sino sufriendo a la vez como una especie de proyección hacia atrás, una especie como de deja vu de dolor, que no fui capaz de entender en toda su magnitud lo que tuve la suerte de vivir en aquellos cinco minutos de vacaciones compartidas. Ahora, unos diez años después, los hijos de mi amigo continúan disfrutando de esa naturalidad, espontaneidad y confianza en sí mismos de quienes nunca se vieron exigidos por metas imposibles -- primero ajenas, luego propias --, sueños de iluminados o expectativas irrealizables desde su misma gestación. Y a la vez, al mismo tiempo, los resultados electorales de Podemos en Andalucía brindan estos días a los "podemitas" ( a sus creadores tántricos, a sus voceros interesados y a los bienintencionados a los que les ha pillado por el medio ) una vivencia que seguro, si no ahora por reciente, les será provechosa más adelante. Ojala sea antes de que acaben como aquel vendedor de coches de "Mentiras arriesgadas". S2.