Ahora mismo, estamos de lleno en el miedo de la crisis provocada por la epidemia y poco más podemos ver que no sea la preocupación de cómo podrá terminar ésto, e incluso cuándo terminará o si tendrá fin.
La situación está afectando a todos los países y no parece que tengamos dónde refugiarnos. Europa, y especialmente España, están sufriendo mucho, pero también países fuertes como EEUU lo tienen encima.
Un problema global que nos ha pillado, creo que a todos, por sorpresa. Como todos los cisnes negros no se le ha visto venir. Se temía que pudiéramos estar entrando en una recesión, que la deuda estaba descontrolada, que el conflicto arancelario entre EEUU y China... Pero al final, el golpe ha venido por dónde nadie se lo esperaba. Un virus que parecía que podría controlarse, más o menos, como se hizo con el SARS o el ébola, ha dinamitado todo. Ahora esperamos estupefactos a que se consiga controlar la pandemia, mientras observamos como las cifras suben, tanto de contagios como de muertes y como los sistemas sanitarios que creíamos firmes y desarrollados son superados. Las medidas que están aplicando son muy duras, van a terminar afectando a la economía, pero también a la forma de relacionarse las personas y de entender la aldea global. Hemos retrocedido muchos años en la idea que teníamos del mundo. Nos volvemos a refugiar en las fronteras de siempre, los países se cierran unos a otros y cada cual intenta buscar la solución por su cuenta. Cuando han gritado fuego, todos han intentado salir corriendo hacia la puerta a la vez. La coordinación es escasa y cada cual busca salvarse. Por desgracia, Europa está demostrando que sigue teniendo poco de Unión, más bien es un mercado de bienes y servicios, pero poco más.
Además, ante el problema sanitario que se les ha ido de las manos, en gran parte por falta de previsión, se están adoptando unas medidas que parecían impensables hasta hacía muy poco tiempo. Las restricciones a las libertades han llegado a un punto que nadie se podía imaginar, aunque la población intenta tomárselo con filosofía no deja de ser una situación dura y penosa. El confinamiento de toda la población, está ocasionando que la vida se detenga. Las ciudades aparecen desiertas, las comunicaciones internacionales se han frenado en seco, la desconfianza hacia el vecino crece. La epidemia no sólo nos está afectando en la salud, también en la moral y probablemente de manera grave en la economía.
Finalmente, no sabemos cuándo, pero la pandemia terminará, como todo termina. Pero nos dejará como resultado una gran debilidad económica. Tras el final de la crisis sanitaria, tendremos que empezar a lidiar con lo que venga después, que además ignoramos cómo puede evolucionar. Los Gobiernos y los Bancos Centrales van a inundar el mundo de dinero para intentar que la economía no se colapse, pero no sabemos hasta qué punto lo conseguirán. Y probablemente, quedaran secuelas, que en España al ser uno de los países más afectados y encima en una de nuestras industrias principales como es el turismo, serán mucho mayores. Todo esto, si no conseguimos controlarlo, traerá inestabilidad social y conflictos. Nunca nos habíamos enfrentados a una situación así. Si el paro se dispara y la pobreza ataca a la mayoría de la población se podrían llegar a dar casos de disturbios sociales a gran escala, a los que no estamos acostumbrados y sólo los vemos en los informativos cuando aparecen países terceros, en apariencia mucho menos desarrollados.
Y si esto va sucediendo, ¿no nos podremos encontrar que las medidas de restricciones a las libertades ciudadanas, que se han empleado para la lucha contra la epidemia, no vuelvan a ser utilizadas, en este caso justificadas por los conflictos sociales y económicos?. ¿No nos dirigiremos a unas sociedades controladas, en las que con las justificación de la paz en las calles, nuestras libertades queden cercenadas?. Si se utilizan los métodos ya conocidos de los toques de queda, más las nuevas tecnologías que incorporan la posibilidad de disponer de toda la información de cada individuo. De su localización, de sus gustos e incluso de sus ideas y opiniones. Una sociedad que sólo habíamos leído en los libros que trataban de terribles distopías.
En fin, una preocupación que no me parece para nada pequeña y que pudiera ser uno de los efectos secundarios a los que el mundo se va a enfrentar en los próximos años.