Las salvajes bajadas de estos días en el Nasdaq no son más que el reflejo de las salvajes subidas desde los mínimos de marzo, el precio que hay que pagar por la extrema volatilidad en la que se mueve este índice y sus valores.
Hay algo en ello de lo que hay que ser consciente y que cada vez será más predominante en el comportamiento de las bolsas: los algoritmos y las máquinas tienen el control, han sustituido a las llamadas manos fuertes y su manera de operar ya no es humana, es robótica, sistemática y brutal, como un robot que avanza y chafa con sus pies metálicos todo lo que encuentra a su paso.
Hay que ser muy consciente de esto. Todavía hay gente que no entiende que en unas semanas este índice se recuperará del golpe del coronavirus y ahora no entienden como han podido sangrar en tan pocos días valores que estaban llamados a la gloria. La máquina no piensa (es decir, no duda) sino que ejecuta de un modo despiadado.
El trabajo que antes podía costar años ahora lo hace en meses, a una velocidad extrema, que sobrepasa al humano y lo noquea. Parece como si los tiempos de tregua hubieran desaparecido.
Las oportunidades de ganar dinero en poco tiempo son ahora más grandes que nunca en la historia de la Humanidad, pero también claro está de perderlo. La velocidad y la volatilidad aumentan el miedo y con este las pérdidas.
Los Algos lo saben todo, son probablemente la inteligencia artificial más elaborada del Planeta. Tienen millones de datos que extraen de redes sociales y fuentes por las que pagan (el broker Robinhood es un buen ejemplo) para abalanzarse sobre su presa en el momento oportuno.
Se habla mucho estos días de la rotación del Nasdaq a otros mercados. Yo veo una rotación más bien de acciones de unos inversores (los no automatizados, sean minoristas o fondos) a otros (los automatizados).
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