Me ha llamado la atención un post de World Economic Forum titulado: Why the fall in oil prices is a problem for everyone del profesor Marco Magnani. El post hace referencia básicamente a cómo influye la reducción de precio las materias primas sobre las economías exportadoras y las economías industrializadas importadoras, permitiendo sus afirmaciones hacer una serie de reflexiones sobre la situación actual, que como poco, llaman la atención.
En principio parece bastante lógico deducir que una reducción de precios de las materias primas beneficia a los países importadores y perjudica a los exportadores, de tal forma que dichas reducciones de precios anteriormente se han producido concomitantemente con crecimiento económico de los países industrializados, evolucionando por tanto los precios en dirección opuesta al crecimiento de dichas economías.
Esto es lo que ha ocurrido en otros periodos de la historia , como por ejemplo, la década de los años 1970, caracterizada por dos crisis del petróleo, en que las economías industrializadas sufrieron fuertes tasas de inflación y recesión, que al mismo tiempo provocaron un flujo importante de divisas (petrodólares) hacia los países exportadores de petróleo de Oriente Medio, siendo este el origen de la denominada década perdida Latinoamericana. Tema muy interesante que pretendo comentar más extensamente en un capítulo completo de un libro que estoy preparando y espero sacar próximamente.
La situación actual parece que contradice a la historia, ya que hoy conviven bajos precios de las materias primas y débil crecimiento económico, trasladándose sus efectos a los mercados.
Pero volviendo al tema que nos ocupa, se trata de desmenuzar la situación actual , que es muy compleja debido a la interacción de numerosas variables en la economía y política internacionales.
Es obvio que la reducción de precios influye en los ingresos de los países exportadores afectando a sus cuentas públicas, lo que da lugar a déficits presupuestarios que pueden originar dificultades en el pago de su deuda externa, incrementando el riesgo de defaults (suspensión del pago de deuda) que afecten a los países acreedores. En algunos casos, estos déficits pueden ser temporalmente compensados con fondos soberanos, como por ejemplo es el caso de Arabia Saudí. Pero evitar los déficits a partir de estos fondos a su vez puede implicar desinversiones en países industrializados, repercutiendo sobre sus economías.
Con respecto a los fondos soberanos, también habría que considerar que estos colchones financieros no son eternos y pueden ayudar a controlar la situación financiera mientras se buscan alternativas para cambiar el modelo productivo. Algo que si me permitís, aunque es un tema radicalmente distinto, se podría extrapolar al fondo de pensiones español, que presenta el mismo origen del problema: un sistema para evitar contingencias temporales negativas, de tal forma que si estas no se solucionan vía ingresos, conducen en más o menos tiempo a la quiebra.
Al mismo tiempo, los déficits públicos pueden originar descontento social, ya que los fondos necesarios para mantener prestaciones sociales y subvenciones pueden reducirse , lo que a su vez puede generar inestabilidad política, y que esta potencie un incremento de flujos de inmigración hacia Occidente y un debilitamiento de la lucha antiterrorista en los países afectados que repercuta posteriormente sobre los países occidentales.
Pero los problemas financieros derivados de los déficits públicos en los países exportadores son más amplios. Además del posible default y las desinversiones, las economías industrializadas se enfrentan a un problema de reducción de las exportaciones hacia los países con problemas, repercutiendo sobre la balanza exterior y el PIB, ya que lógicamente, si los ingresos son menores, estos países demandarán menos bienes.
Esta situación, sin embargo, se puede contrarrestar con la posible evolución de la demanda interna de los países industrializados, que debería incrementarse al reducirse los precios, tanto del IPC general por la reducción de precio de dichas materias primas, como del IPC subyacente (sin materias primas y productos no elaborados) por el efecto indirecto que implica la reducción del precio de las materias primas sobre el precio de todos los productos en general, ya sea porque dichas materias primas son inputs de producción o por que los reducidos precios del petróleo reducen los costes de transporte repercutiendo sobre el precio final.
La conclusión es que el efecto de reducción de las materias primas se debe evaluar sobre la demanda agregada total, el incremento de demanda interna y la reducción de exportaciones.
Un problema estrechamente relacionado con lo comentado anteriormente es la posible deflación que puede originar la reducción de precios de las materias primas en las economías importadoras. En este sentido, el peligro reside en que la deflación puede contraer la demanda afectando al crecimiento económico y provocar una recesión, pero esto sucederá si se produce una reducción de precios continuada en el tiempo que induzca posponer el consumo. Ya que si esta deflación es de corto plazo, beneficia al consumidor incrementando su poder adquisitivo.
En cualquier caso, la deflación se puede originar por distintos motivos y no solo por el precio de las materias primas, siendo un ejemplo el exceso de capacidad actual (capacidad de producción por encima de la demanda), que es a su vez resultado de las políticas expansivas de los bancos centrales.
Pero la repercusión del precio de las materias primas no se acaba aquí, ya que puede repercutir directamente sobre ciertos sectores de las economías industrializadas. Entre ellos el sector de las energías renovables, al hacerse los combustibles fósiles más competitivos, y el sector del petróleo, y principalmente el sector del shale oil estadounidense , tal como ya he comentado en el post "El Mercado del Petróleo. Factoresdeterminantes del Precio".
En el sector petrolero porque congelará inversiones que implicarán a medio y largo plazo la reducción de la oferta y un repunte del precio. Y en el caso concreto del sector del shale oil, porque a pesar de las mejoras de eficiencia , el sector encuentra dificil sobrevivir con los precios actuales en función de sus costes operativos y breakeven. Ampliándose el problema al considerar el posible efecto de quiebras de empresas del sector sobre el sistema financiero del país, aunque la exposición sea notablemente inferior a la situación creada en su momento por la crisis subprime.
El dilema presentado ante esta situación surge porque presentamos como una amenaza los bajos precios del petróleo al poner en riesgo un sector, mientras que al mismo tiempo benefician a la población en general al reducirse los precios e incrementar el poder adquisitivo. Deberíamos recordar en este sentido, que todo ello forma parte de un sistema llamado capitalismo, donde en teoría, la eficiencia debe ganar la batalla del mercado beneficiando a la sociedad en su conjunto, aun a costa de unos pocos. Como ya ha ocurrido en otras ocasiones, ya que este tipo de procesos forma parte de la historia de la humanidad y la economía, conociéndose la situación desde la antigüedad, siendo quizá el ejemplo más claro el de la primera revolución industrial y la industria textil.
En resumen, nos encontramos ante una situación paradójica, ya que en principio la reducción de precios de las materias primas debería provocar un mayor crecimiento de las economías industrializadas, cosa que no ocurre, aunque probablemente la economía iría peor con precios más elevados. Al mismo tiempo, incrementa el riesgo de una posible inestabilidad social y política en los países exportadores, que puede traducirse en flujos migratorios e incremento de la actividad terrorista que puede incrementar la inestabilidad global.
La solución de la situación que parece que sugiere Magnani en su post , induce a pensar que viene de la mano de estabilizar las economías exportadoras facilitando la financiación de sus presupuestos con el objeto de evitar las consecuencias de inestabilidad global.
Este abordaje es en cierto modo paradójico, en el sentido de que los países industrializados y demócratas financiarían regímenes más o menos totalitarios y cerrados o cuyas democracias todavía deben evolucionar de forma significativa. Cuando además, muchos países exportadores de petróleo de Oriente Medio presentan una renta per capita superior a los países industrializados, y ello a costa de pagos en petrodólares por las importaciones de materia prima . O en otros casos, se trataría de financiar a países exportadores en quiebra que se han caracterizado por una gestión nefasta de los recursos naturales (léase Venezuela, aunque no creo que su rescate esté en los planes de ningún gobierno occidental), desincentivando llevar a cabo los cambios necesarios, tanto económicos como políticos que los países necesitan, lo que al final supone un empobrecimiento generalizado y una limitación de las libertades individuales de la población.
Mi opinión es que no se debe llevar a cabo tal solución del problema, tanto económicamente, al mantener a una serie de países artificialmente a costa de los países más productivos, como desde el punto de vista social, al contribuir a impedir los cambios que dichas sociedades necesitan, contribuyendo a perpetuar regímenes poco democráticos caracterizados por la ausencia de libertades individuales. En cualquier caso, pienso que es un tema complejo de difícil solución y abierto al debate.