Matar al ganador. (2ª parte). Cambiarlo todo para que nada cambie

     He seleccionado la imagen con la que acompaño el segundo artículo de esta serie negra entre las que me han aparecido tras poner Juan Luis Cebrián en el Google. Y aunque cuando empecé a escribirla tenía la estructura de las partes de la misma en la cabeza, es tal el torrente diario de intoxicaciones que produce y reproduce permanentemente la secta desde hace varias décadas que allí donde mires, donde busques, donde veas, donde leas...allí encuentras los hechos, los acontecimientos y la realidad una y otra vez por doquier asesinada. Así que esto parece que se va a alargar. Y es que cuando alguien tiene el convencimiento, los medios y el poder para llevar a cabo una idea, cuídate de que no sea un sectario redomado. Decirle a la gente lo que quiere oir siempre es un gran negocio a corto plazo, máxime si andas vivo y no tienes el más mínimo pudor en cambiar de chaqueta en el momento oportuno al modo del Príncipe de Salina, el protagonista de "El Gatopardo", novela histórica en la que autor Giuseppe Tomasi di Lampedusa nos dejó para siempre la ya célebre idea que consiste en "cambiarlo todo para que nada cambie", y cuya corriente recibe desde entonces el nombre de "gatopardismo".

     Esa frase ya eterna (síntesis del comportamiento atemporal de la clases pudientes), la época ( la gestación del cambio de régimen en Italia tras la llegada de Garibaldi), el escenario ( la inevitable caída del Régimen vista por uno de sus miembros ) y el protagonista de la novela (el Príncipe de Salina, un aristócrata siciliano de ese Antiguo Régimen que utilizando de forma hábil la influencia de "la famiglia" consigue finalmente mantener su posición de preeminencia y privilegios en la nueva etapa que había visto aproximarse) son unos cuantos elementos y coincidencias que prácticamente nos dan regalada la metáfora. ( Eso sin entretenernos en las relaciones que se podrían haber también establecido con el hecho de que Lampedusa, hogar del Príncipe de Salina, es una isla siciliana, y la camorra, la mafia, etc. etc.).

 Del "cambiarlo todo para que nada cambie" a "el sectarismo lelo de El País". 

     El primer número de El País salió a la calle a los cinco meses del fallecimiento en la cama de Francisco Franco. De aquella primera época me he encontrado hoy mientras buscaba una foto este editorial-artículo de Cebrián contra la corrupción, que sin duda alguna tendría que ser obligatorio estudiar no en la carrera de Ciencias de la Información, sino primero en la asignatura de Educación para la Ciudadanía y luego en la carrera de Historia. Como pueden ver, su juventud, su conocimiento cercano de los próceres del momento y su ímpetu están a flor de piel. Una lástima que todo se les pasara de golpe en cuanto a los diez minutos de ser Presidente del Gobierno Felipe González les regaló por la puta cara la Cadena Ser. En un abrir y cerrar de ojos un emporio de la comunicación compuesto por El País, prensa, y la Cadena Ser, radio, en un mercado completamente virgen. Por la puta cara. ( Y ya saben que más tarde, como el que hace un cesto uno hace cientos, Felipe González les regaló también por la misma puta cara la concesión del primer y único canal de pago en España, Canal Plus. A dedo y sin competencia, ya que el que concurso celebrado era para televisiones en abierto: el que ganaron Antena 3 y Telecinco.) Si alguna vez hubo en esa casa alguna intención de hacer algo bueno por España, enseguida se les pasó; y la juventud no fue lo primero ni de lejos. Se conoce que como en los veinte años de gobiernos socialistas de González-Zapatero no ha habido corrupción alguna en España, pues esta buena gente que trabaja en el Grupo Prisa no ha tenido ocasión de denunciarlo. Construir historias e historietas, eso sí, a manta y todos los días, pero teniendo en cuenta en todo momento que la corrupción desaparece de su mente, de su universo y de sus manos -- seguro que en esas etapas las tienen palmas arriba en vez de abajo -- en cuanto uno del Psoe pone el pie en la Moncloa.  

     Como ahora sabemos por el gráfico de largo plazo, no ha habido momento alguno desde aquel día de su primera tirada en el que la secta no haya dejado de torturar la realidad de los hechos, la realidad de los acontecimientos, de los tiempos verbales, de las palabras, y de lo que haga falta con el único fin de conseguir su desvergonzado -- por la sin ninguna vergüenza con la que se presentan -- e indecente objetivo: re-crear los hechos, re-crear los acontecimientos, re-crear las personas, sus hechos, sus palabras, sus tonos y la posición de las mismas, re-crear los sentidos originales de las frases, el orden temporal de los acontecimientos y todo lo que haga falta. Y más. "Estructurar la realidad" y "Crear nuevas historias" sin límite ni cortapisa alguna salvo la absoluta sumisión de todo el personal laboral a un guión previo a la realidad de los hechos que se estructura en lo que sin duda alguna pasará a la Historia del periodismo internacional de la misma manera que un día "El Lazarillo de Tormes" inauguró para la literatura universal el género picaresco: el sectarismo lelo de El País. No saben los hispanoamericanos la que les ha caído.