Desde Value School uno de nuestros objetivos en la misión de aumentar y extender la educación financiera y la inversión consciente y responsable en nuestro país, es la de fomentar la lectura. Para ello tenemos una sección importante en nuestra web dedicada a Libros, en la que cada mes escogemos unos pocos recomendados y donde también recopilamos las recomendaciones de lectura que hacen nuestros ilustres invitados. Así que, si quieres aprender, no tienes excusa: en Value School te ayudamos a elegir el libro que más te interese en cada momento.
Libros que no solo tratan de inversión en un sentido estrecho. Porque la inversión es una actividad humana que engloba multitud de facetas y ámbitos del conocimiento, desde la economía y las finanzas pasando por la psicología y la historia, sin olvidarnos de la filosofía, la antropología o la geopolítica. Al fin y al cabo, “el mercado es la suma de las acciones humanas diarias de hombres y mujeres del mundo en el ámbito económico”. De hecho, inversores tan exitosos como Charlie Munger suelen recomendar que hay que leer de todo, de cuántas más áreas de conocimiento, mejor.
En esta línea, en el mes de marzo recomendamos los siguientes 4 libros:
Este valioso libro es una conversación: consiste en una selección de las mejores declaraciones de Hayek sobre el desarrollo de sus ideas y sobre los hechos más importantes de su vida.
Frente a la fatal arrogancia del socialismo, que le conduce a intentar diseñar y controlar el destino de las sociedades, el mercado prevalecerá, por mucho que haya de sumergirse temporalmente. Porque el mercado, el orden espontáneo de las instituciones sociales, no precisa imposición ni justificación: se trata de la vida misma, y basta con esperar, pues las murallas artificiales siempre acaban por derrumbarse. Esto es así porque resulta imposible predecir las respuestas de los hombres a los cambios en los sistemas económicos y sociales. Y sólo la evolución de los órdenes espontáneos como el mercado libre hace posible la diversidad de adaptación a circunstancias cambiantes. Por este motivo, la tarea potencial de una autoridad estatal queda notablemente reducida en la visión económica y política de Hayek: la cantidad de información utilizable por las autoridades es siempre muy limitada, y el mercado hace uso continuamente de una cantidad de información infinitamente mayor y más dispersa de lo que una autoridad puede asumir. El economista clásico supone que los datos le están dados, pero eso es una ficción. Para los austriacos es evidente que los datos no están dados a nadie.
Para Hayek, limitarse, como hacen algunos budistas, a un profundo respeto por la existencia de estructuras de orden en el mundo, admitiendo no poder entenderlas ni interpretarlas en su totalidad, es la mejor actitud posible.
Recomendado por Marcos Hernández de SIA Funds, con estas palabras: “Cuando yo entré en SIA FUNDS, lo leí dos veces. Toda nuestra filosofía de inversión se basa en este libro y en las ventajas competitivas de Buffett. Se trata de un libro muy interesante porque analiza mercados y sectores, y se detiene en explicar por qué cada sector es rentable y por qué no, y por qué los márgenes son altos y por qué no, todo acompañado de valiosos ejemplos”.
En este video podéis conocer al autor del libro:
Y en nuestra sección ‘Out of the Triangle’:
En este libro maduro y delicado, Natalia Ginzburg nos habla de los seres, los paisajes y las cosas que configuran la intimidad de su vida.
En el centro de nuestra vida está el problema de nuestras relaciones humanas. Aunque sepamos demasiado bien cómo se desarrolla la larga cadena de las relaciones humanas, debemos tener la experiencia real de su larga parábola necesaria, y debemos recorrer paso a paso el largo camino necesario hasta llegar a tener un poco de misericordia. Por lo que respecta a la educación de los hijos, Natalia Ginzburg considera que no hay que enseñarle las pequeñas virtudes, sino las grandes. No el ahorro, sino la generosidad y la indiferencia hacia el dinero; no la prudencia, sino el coraje y el desprecio por el peligro; no la astucia, sino la franqueza y el amor por la verdad; no la diplomacia, sino el amor al prójimo y la abnegación; no el deseo del éxito, sino el deseo de ser y de saber. Hoy que el diálogo entre padres e hijos se ha hecho posible, aunque difícil, es preciso que nos revelemos en este diálogo tal cual somos: imperfectos, confiados en que ellos, nuestros hijos, no se nos parezcan, que sean más fuertes y mejores que nosotros. Por ese motivo, lo que debemos realmente apreciar en la educación es que a nuestros hijos no le falte nunca el amor a la vida. Puede adoptar diversas formas, y a veces, al niño desganado, solitario y huraño no le falta el amor a la vida, ni está oprimido por el miedo a vivir, sino que se encuentra, simplemente, en situación de espera, entregado a prepararse a sí mismo para la propia vocación. ¿Y qué es la vocación de un ser humano, sino la más alta expresión de su amor a la vida? Nosotros debemos esperar, a su lado, a que su vocación despierte y tome cuerpo. A su lado, pero en silencio y un poco apartados, debemos esperar el despertar de su espíritu. Porque la única verdadera salud y riqueza del hombre es una vocación.
Si nosotros mismos tenemos una vocación, si no la hemos traicionado, si a través de los años hemos seguido amándola, sirviéndola con pasión, entonces podemos dejar germinar a nuestros hijos tranquilamente fuera de nosotros, rodeados de la sombra y el espacio que requiere el brote de una vocación, el brote de un ser. Esta es, quizá, la única posibilidad que tenemos de resultarles de alguna ayuda en la búsqueda de una vocación, tener nosotros mismos una vocación, conocerla, amarla y servirla con pasión, porque el amor a la vida genera amor a la vida.
No son muchos los principios que hay que observar para llevar una vida tranquila.
Todo, desde siempre, es idéntico y ha estado sometido a ciclos. Conviene vivir conforme a la naturaleza. Venera tu facultad intelectiva. En ella radica todo. Será ella la que evite que te precipites, la que te procure familiaridad con los hombres y conformidad con los dioses. Quien siga su inteligencia, su propio genio interior y los impulsos de su propia virtud vivirá sin buscar nada y sin huir de nada. En el pensamiento de una persona que ha sabido disciplinarse y purificarse no hay servilismo, ni afectación, ni dependencia. La gente busca el retiro en el campo, en el mar o en la montaña, pero también puedes retirarte para tus adentros, cuando lo desees. En ninguna parte puede el hombre hallar lugar más tranquilo ni más libre de ocupaciones que en su propia alma. Concédete ese tipo de retiro una y otra vez, y renuévate. Presta atención a quienes son sabios y a sus motivaciones. Fíjate en qué cosas evitan y cuáles persiguen.
Tu conciencia se hace invulnerable cuando se centra en sí misma y a sí misma se basta. Una mente libre de pasiones es una verdadera ciudadela: nadie tiene una fortificación más sólida donde refugiarse y permanecer libre.