Las políticas expansivas ¿nos sacarán de la crisis?

9 de octubre, 2020 0
Inversor particular. Autor del libro: "El Camino hacia el Sol: Economía, Energía, Medio Ambiente y Sociedad"
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Esta entrada está inspirada en un interesante artículo  de C Manera publicado en economistas frente a la crisis, que resumiría como buenos apuntes y grandes deslices.

El artículo es una crítica a las políticas de austeridad. Incidiendo en la contracción del consumo y la consecuente deflación, la cual por otra parte, no está tan claro, y como he expuesto en este hilo  de twitter, y podría dar lugar a sorpresas desagradables en forma de elevación de tipos de interés.

El artículo mencionado parte de la base de que la contracción del gasto público no es la solución, y los estímulos fiscales contribuirían a incrementar el PIB. Lo que es cierto, pero también incrementarían simultáneamente el déficit y deuda públicos. Y este puede llegar a ser contraproducente reduciendo el margen fiscal, reduciendo el crecimiento y poniendo en peligro la sostenibilidad de la deuda pública.

Indudablemente en periodos de crisis hay que ejecutar políticas contracíclicas de corte keynesiano. El problema es que los que defienden este tipo de políticas se olvidan siempre, como también decía Keynes, de la necesidad de llevar a cabo también políticas contracíclicas en periodos de expansión para ganar margen fiscal.

Acertadamente, indica C Manera que se deben sanear las cuentas públicas y mejorar la eficiencia de las AAPP, pero que esto no puede hacerse obviando el ciclo económico. Lo cual reincide en lo indicado anteriormente: las reformas hay que hacerlas en fases de expansión, pero de esta puntualización siempre nos olvidamos.

Se indica que el modelo liberal ha brindado prosperidad, pero en la década posterior a la crisis financiera mundial, el modelo está en cuestión, principalmente por centrarse en maximizar las ganancias y el valor de los accionistas. Sin embargo, pienso que los accionistas tiene el derecho de optimizar beneficios, siendo los que corren con el riesgo. Siendo responsabilidad pública la distribución de la riqueza, proporcionar un estado de bienestar, y evitar externalidades negativas. Es decir, como decía Milton Friedman, la regulación es la que debe buscar el equilibrio social. Sin embargo, este principio tiene sus críticas, entre ellas las de este buen artículo publicado en “nada es gratis”,  cuyas ideas no comparto y tiene mis comentarios .

Aunque ahora, la tendencia es ampliar la actividad empresarial a la corresponsabilidad social. Es decir, compartir fines sociales con el resto de ciudadanos implicados en la actividad empresarial: proveedores, trabajadores y clientes (stakeholders) en lugar de exclusivamente accionistas (shareholders).

La cuestión es que en una economía de mercado cada grupo vela por sus intereses, Los proveedores y trabajadores tratarán de negociar para optimizar sus beneficios, y los clientes comprarán o no, preferentemente en función de calidad y precio.

En este sentido indica C Manera que El laissez-faire en estado puro no funciona. Pero eso dependerá de si existe un mercado competitivo o no, ya que en la vida real nos encontramos con sectores caracterizados por oligopolios o incluso monopolios naturales. Situaciones en las que la regulación incrementa su importancia, para preservar los derechos de los ciudadanos y para evitar externalidades negativas.

Sorprendentemente se indica en el artículo que el modelo de crecimiento es la causa de la crisis que estamos viviendo. Curioso cuando la crisis comienza con una pandemia. Y si bien el modelo productivo puede condicionar la respuesta a la misma, este está condicionado por la política a través de la regulación: laboral, fiscal, burocrática. Y si eso es así, no se trata de un fallo de mercado, sino de un fallo de estado que provoca ineficiencias.

Por otra parte, el artículo considera que los empresarios son parte de la solución, asumiendo riesgo e incertidumbre, con una visión a largo plazo, siempre y cuando su objetivo no sea el beneficio inmediato, más propio de especuladores. Lo que resulta curioso, ya que los especuladores no son empresarios.

Se indica que es necesario el “estado emprendedor”, justificándolo porque tenemos una gran bolsa de desempleo. Pero sin considerar en absoluto que el origen del problema puede estar en el modelo económico condicionado por la regulación, lo que supone de hecho un fallo de estado. Situación que se produce porque el razonamiento se encuentra sesgado por la ideología, considerando que el estado “nunca se equivoca”.

Se considera como imposible que el mercado por si solo pueda impulsar el crecimiento, con objetivos a medio y largo plazo, pero sin olvidar el corto plazo. Motivo por el que se vuelve necesario el concurso público, sobre todo para evitar una austeridad que pueda provocar inestabilidad social y avance de populismos, que según el autor parece que solo puede proceder de la extrema derecha, pero no de la extrema izquierda, poniendo de manifiesto una vez más el sesgo ideológico del artículo.

En cualquier caso, siendo aceptable el principio de incrementar el estímulo público para evitar daños a familias y empresas, hay que plantearse varias cuestiones: Durante cuánto tiempo? En que volumen? De donde procederán los fondos? Cuál será la estrategia de estímulo?

Y en este sentido, incidir en varias cuestiones. La financiación puede proceder de impuestos o deuda, y no parece adecuado incrementar los impuestos en recesión. Siendo otra opción utilizar el helicóptero monetario . En cuyo caso habría que plantearse su vigencia temporal y su importe.

Sin olvidar en este contexto tampoco la responsabilidad empresarial, ya que si se critica la política económica ante ausencia de políticas contracíclicas, también podemos criticar este mismo hecho con respecto a la actividad empresarial, sin crear un colchón de liquidez en fases de expansión para afrontar periodos de crisis.

Este hecho traslada cierta parte de responsabilidad a la empresa. Si bien es necesario reconocer que una empresa no tiene la misma capacidad de un estado. Pero en cualquier caso, no parece de recibo pedir ayudas públicas al surgir la crisis, pudiendo considerarse un ejemplo de privatización de beneficios y socialización de pérdidas. En definitiva un caso de riesgo moral que implica una situación de rent seeking o extracción de rentas de la sociedad.

Y volviendo a las opciones de ayuda empresarial, y al helicóptero monetario, y en contra de la opinión mayoritaria, pienso que si se hace en un marco temporal definido y corto, y limitado cuantitativamente, puede ser efectivo y sin riesgo de generar inflación, ya que el exceso de liquidez también se puede drenar posteriormente a través de impuestos. Y en cualquier caso, si es cuantitativamente limitado, podría restringirse a financiar los costes fijos de las empresas para evitar quiebras mientras se encuentran sin actividad.

Y para finalizar, formando parte todo esto de la realidad actual, recordar la importancia de implementar políticas anticíclicas en periodos de expansión. Porque esta ausencia es un fallo de estado, implicando una visión política cortoplacista con la que contentar a los ciudadanos. Una política que busca los votos, sin una visión estratégica de país, y no actuando, como se dice en derecho, como un buen padre de familia.

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