El tiempo, esa variable tan esquiva del mundo de la inversión. La sensación punzante de su paso y de lo que ya no nos queda.
Veamos. Cualquier actividad inversora está realizada en el tiempo. Aunque más bien lo que queremos es que se rentabilice de la manera más rápida posible. Al invertir hablamos de corto, medio o largo plazo.
Los cortoplacistas, que según parece, buscan el beneficio rápido, urgente, a modo de boleto de la lotería. Lo malo es que a veces toca, pero casi siempre no lo hace.
Los medioplacistas son más prudentes, más comedidos en sus aspiraciones. Buscan empresas más seguras y están dispuestos a esperar un tiempo. Pero tampoco demasiado.
Los largoplacista, que más bien pudieran ser considerados medioplacistas de largo recorrido. Dicen que su preocupación principal no es el tiempo, que pueden esperar. Pero a la hora de la verdad cuando pasan unos años y la cosa no marcha pocos tienen la capacidad de aguante necesaria.
Es cierto, que como seres limitados en el tiempo, éste tiene su importancia. No somos eternos, ni tan siquiera vivimos demasiados años, y eso como es natural nos afecta.
Invertir siempre supone una esperanza de futuro, y ver como los años van pasando, como envejecemos sin disfrutar de lo invertido, a todos nos afecta. Cuando hacemos una inversión, mentalmente le asignamos un beneficio y un tiempo. Cuando ninguno de los dos se presenta y además parece incluso que vamos a peor y que en vez de acercarse las posibilidades éstas se alejan, podemos entrar en un estado de desilusión que puede transformarse en miedo si además de no subir le da por bajar. En fin, un suplicio.
Pero claro, uno de los pilares para ganar dinero con la inversión es la paciencia, y la paciencia es tiempo, y como nuestro tiempo es limitado, pues nuestra paciencia es limitada. Y más si nos ha pillado ya maduritos, porque como esperemos mucho... ¡Bueno como dicen, para los nietos¡.
Lo malo es que no nos queda otra. Ya desde la Biblia se sabía lo de los ciclos, tras siete años de vacas gordas vendrán otros siete de vacas flacas, pero a veces en vez de siete son diez o seis, o vete tú a saber. La inversión cuando la hacemos es muy difícil asignarle un plazo determinado y acertar. No sabemos cuándo haremos beneficios, es más a veces nunca los haremos. Otros de los pilares es que el dinero no te haga falta, pero eso qué significa, porque el dinero siempre tendrá una utilidad, puede que no te haga falta para comer pero si lo tienes inmovilizado o incluso disminuido y tu vida va pasando, pues es normal que nos comencemos a desesperar. Si además has comprado en una fase alta, la espera puede acabar con los nervios de cualquiera.
En fin, que aquí tenemos uno de los motivos por el que es tan difícil conseguir buenos resultados en la inversión. Porque queremos que algo que por su propia idiosincrasia es indeterminado se realice en un plazo determinado, ¡y por favor no muy largo¡.