Por lo general, cuando un país vende un bono, no es noticia. Pero cuando ese país es Grecia, es un gran acontecimiento. Sobre todo cuando el bono en cuestión es una emisión a siete años que presenta un tipo de interés de solo el 3,5%. Esto era algo impensable hace tan solo tres años, cuando los tipos de interés a largo plazo estaban muy por encima del 10%. Lo que es mejor aún, el Tesoro recibió ofertas por un valor de 6.000 millones de euros para hacerse con solo 3.000 millones en bonos, y los inversores incluso pujaron por rentabilidades inferiores al 3,75% que se ofrecía inicialmente*. Que esto nos sirva para recordar que incluso la peor de las crisis se acaba superando.
Cuando Grecia recibió su tercer rescate en el verano de 2015, la mayoría supuso que su periodo de vigencia de tres años sería demasiado corto y que Grecia necesitaría otro paquete de ayuda este año. Sin embargo, a día de hoy, con la salida del programa de rescate en agosto acercándose, no se habla de un nuevo “salvavidas” para el país. Los tipos de interés han bajado, los inversores privados parecen ansiosos por comprar bonos griegos, la economía está creciendo otra vez y el programa de privatización está en el buen camino. Grecia alcanzó otro hito en ese frente a mediados de febrero, cuando recibió dos ofertas vinculantes por una participación del 66% en su operador estatal de la red de gas. Mientras tanto, el primer ministro Alexis Tsipras, considerado en algún momento un izquierdista radical, se ha ganado un amplio respeto por su capacidad para sacar adelante reformas polémicas y recortes en el sector público. Incluso las agencias de calificación de bonos (que suelen actuar lentamente) han subido da categoría a la deuda griega recientemente.
Entre todas las noticias recientes, pensamos que la venta de bonos es la más significativa. Es la primera venta pura desde 2014, antes de que Tsipras asumiera el poder (una oferta de bonos que tuvo lugar en 2017 fue parte de un canje de deuda voluntario, en lugar de un intento de vendérsela a nuevos inversores). También es la primera vez que el Tesoro está tratando de obtener nuevos fondos en lugar de refinanciar bonos en su vencimiento.
Antes de la venta, Grecia había pasado tanto tiempo sin emitir deuda nueva a largo plazo que no existía ni siquiera una curva de tipos de interés (un hecho que generalmente se asocia a países inestables en vías de desarrollo). La venta de febrero, junto con dos emisiones planeadas para los próximos seis meses, son parte del plan del Tesoro para volver a construir una curva de tipos y conseguir una sensación de normalidad en los mercados de capitales griegos. La importancia de este hecho se extiende más allá de las finanzas públicas. Los tipos de interés de la deuda soberana suelen servir como tipos de referencia para los préstamos en el sector privado. El restablecimiento de la curva de tipos debería ayudar a los bancos a determinar los precios de los préstamos a empresas, compradores de viviendas y consumidores, lo que tal vez sirva para eliminar obstáculos de cara al crecimiento de los préstamos griegos. También ofrecería a los inversores un mejor indicador sobre la salud de los mercados de crédito en Grecia, además de proporcionar un indicador económico adelantado clave.
Ahora bien, no creemos que estos hechos hagan que las acciones griegas sean una buena compra en este momento para los inversores de renta variable. Los bancos representan una gran parte del mercado de valores de Grecia, y éstos todavía dependen de la financiación estatal. Algunos han sido parcialmente nacionalizados desde los peores días de la crisis. Es probable que tengan un largo camino por recorrer para llegar a ser autosuficientes y rentables, a pesar de la incipiente mejoría económica. Pero la recuperación de Grecia es un ejemplo destacable de algunas evidencias sencillas: las recuperaciones llegan, incluso después de las depresiones más duras y profundas.
La historia nos dice que algún día llegará un mercado bajista. Cuando lo haga, animaremos a los inversores a que recuerden el caso de Grecia. Si la economía con más problemas de la eurozona puede salir adelante después de tres rescates y muchos años de penurias, entonces las naciones tradicionalmente más fuertes y maduras también podrán recuperarse de las recesiones y de los mercados bajistas. Aunque es indudable que las fuertes caídas hacen mucho daño, no son permanentes. Después de la tempestad siempre viene la calma, por mucho que haya tronado.
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*Fuente: Reuters, a fecha de 16/2/2018.
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