Como comentábamos al final de nuestro anterior artículo, vamos a exponer, en la entrega de hoy y de la próxima semana, un ejemplo práctico sencillo de cómo la percepción selectiva puede generar efectos dispares en el análisis y la toma de decisiones de dos inversores ante el acaecimiento de los mismos sucesos.
Supongamos dos inversores, A y B, que siguen con detalle las evoluciones de las acciones de la empresa XYZ, decidiendo ambos inicialmente adquirir 1.000 acciones de la misma a 10 USD por acción. Supongamos que estas son sus opiniones iniciales:
A: esta acción tiene un gran atractivo, unas muy buena expectativas, y estoy convencido de que sus acciones tendrás un gran comportamiento en los meses venideros.
B: esta compañía está muy bien posicionada de cara al futuro. Sin embargo, creo que gran parte de este valor ya está descontado en el precio actual de la acción. Por ello, fijaré un stop loss de salida en el -15% (8,50 USD).
Pasa un tiempo, y la compañía XYZ anuncia unos resultados del 1ª trimestre en línea con lo esperado con el mercado. Sus beneficios se han incrementado un 7% respecto al mismo periodo del año anterior, y la compañía conforma sus previsiones de crecimiento para todo el año. Sus acciones caen un 5% hasta los 9,50 USD.
A: quién está vendiendo la acción? Todo parece ir bien y la compañía ha confirmado sus previsiones para este año. Si la acción sigue cayendo, venderá parte de mi cartera.
B: o el mercado esperaba mejores cifras de negocio aún de la compañía, o hay agentes en el mercado que tienen más información que yo. Me ceñiré a mi stop loss de 8,50 USD y me mantendré vigilante.
Transcurridos unos días, la compañía anuncia que un miembro del consejo ha vendido recientemente 250.000 acciones, provocando que el valor caiga hasta los 8,50 USD.
A: menuda sobrerreacción del mercado, esto no significa nada malo de por sí. Los directivos necesitan diversificar sus carteras, como es lógio. La compañía me parece una ganga con sus acciones a este precio. Voy a aprovechar para comprar 1.000 acciones más, y de paso mejoro el precio medio de mi cartera.
B: esto definitivamente no es buena señal. No sé cuál es el problema o el motivo para que esto esté pasando, pero de acuerdo a mi estrategia, al haberse alcanzado mi stop loss del 15%, voy a cerrar mi posición.
Se publican los resultados del 2º trimestre, y la compañía XYZ confirma unas cifras de BPA, ingresos y estimaciones por debajo de lo esperado por el mercado. La empresa afirma que está haciendo frente a ciertos problemas operativos de carácter leve, pero espera que estén solucionados para los próximos dos trimestres del año. Todas las estimaciones de sus cifras de negocio futuras son revisadas a la baja. Las acciones caen hasta los 7,50 USD.
A: menuda mala suerte! En cualquier caso, los problemas parecen no ser muy importantes, como dice la compañía, así que sería un error vender ahora a un precio tan bajo.
B: como es obvio el mercado siempre tiene razón y se confirma que algo no iba bien. Por suerte me salí a tiempo limitando pérdidas.
Como podemos ir viendo, la reacción de los dos protagonistas no tiene nada que ver pese a que los eventos que tienen que evaluar son los mismos. La semana que viene continuaremos con el desenlace, y analizando en detalle lo acontecido, desde el prisma del sesgo de la percepción selectiva.