Cuando el mercado cae en picado, tenemos la sensación de que todas las desgracias que imaginamos, son inmediatas. No pensamos que podemos tener razón en el razonamiento de fondo, pero el mercado rebotar un 10%, volver a caer un 5%, rebotar un 7%, caer un 2%, subir un 6%, etc. Es decir, a pesar de estar en medio de un entorno de elevada volatilidad, parece que nuestro cerebro obvia esa realidad y se plantea que “el fin del mundo es inmediato”. Nuestro cerebro (que se me ocurre calificar de “infantil” debido a esa ausencia de la noción del “tiempo”), se pone a considerar que los efectos negativos del coronavirus, del petróleo o de la recesión inminente, van a ocurrir YA. Por eso, vender es urgente. Realmente parece que noción del tiempo ha desaparecido.
Lo mismo ocurre cuando el mercado sube. Nos entran las prisas por comprar, en primer lugar porque no tomamos la decisión de comprar el día (semana, mes…) de antes, cuando el mercado estaba cayendo, porque en ese momento las noticias eran negativas y evidentemente nos parecían motivos racionales para explicar la caída del mercado y por tanto no comprar. Pero ahora que el mercado sube, las noticias son más tranquilizadoras, son positivas, y por lo tanto parece que lo racional es comprar. Nos entran las prisas por comprar porque “vemos” que el mercado se nos va, pensamos que un mercado subiendo es motivo para comprar y además pensamos que somos listos al hacer esto porque nos estamos adaptando al mercado: cuando sube, hay que comprar, y cuando baja, hay que vender, ¿verdad?
Todo esto suena muy bien sobre el papel, pero en la práctica es mucho más difícil.
La realidad es que todo esto son trampas mentales, y no son razonamientos correctos. Nos dejamos llevar en primer lugar por la impresión de muy corto plazo, y eso no es correcto si nuestro estilo y horizonte de inversión es el de un inversor de largo plazo. De hecho, un inversor de largo plazo debería hacer justo lo contrario: comprar cuando a corto plazo el mercado está cayendo y las noticias son negativas, y vender cuando el mercado está subiendo y las noticias son positivas. Porque el motivo último por el que invertimos a largo plazo es un motivo que nunca aparece en los medios: invertimos porque apostamos por el desarrollo humano, lento y con altibajos, pero imparable a largo plazo. Lo que aparece en los medios son noticias positivas o negativas en función del humor del momento, un humor de corto plazo, y en función del azar que genera esas noticias. Comprar y vender en función de esa sucesión de noticias no es coherente con la filosofía del largo plazo, porque todas esas noticias van pasando, se van renovando, van apareciendo otras y se van olvidando.
Nota: cuando digo “comprar” o “vender” me refiero a “añadir” o “reducir”, no a “comprar todo” o “vender todo”, aunque a menudo tendemos a pensar y actuar también de esta forma radical, quizá no comprando o vendiendo el 100% de la cartera cuando pensamos que es momento de comprar o vender, pero sí con porcentajes excesivos, muy contundentes si tenemos en cuenta que estamos lidiando con la enorme incertidumbre (e incluso aleatoriedad) del muy corto plazo. Comprar y vender fuertes paquetes significa que estamos actuando como si tuviéramos certezas: me pongo largo ahora porque tengo claro que el mercado va a subir (y al revés). Está bien tener una opinión sobre si es momento de añadir o reducir posiciones, pero la postura correcta en mi opinión es hacerlo con mucha progresividad porque esa progresividad es la sabiduría del operador que asume su ignorancia y actúa con moderación y templanza.
En resumen, las cosas en el mundo real no ocurren de la noche a la mañana, pero la bolsa se mueve como si así fuera. Cuando decimos “la bolsa” en realidad estamos hablando de “la gran masa”, es decir, de Psicología de masas. Cuando se pone en marcha una narrativa potente y generalizada, la estampida es imparable. Es absurdo, pero ha sido así desde hace siglos...y lo seguirá siendo. Lo analizamos y lo comprendemos “desde fuera”, pero la realidad que todos formamos parte, en mayor o menor medida, de esa “masa a menudo irracional y emocionalmente explosiva”.
Conviene por tanto que tomemos conciencia de esa realidad del mercado que se mueve de forma “obsesivo-compulsiva”, y conviene que tomemos conciencia de nuestra realidad individual que tiende a empujarnos hacia ese modelo.
La realidad es extremadamente compleja. Comprenderla y dominarla es una utopía. Todas nuestras comprensiones son parciales. Y la enorme volatilidad de la bolsa es puro ruido. Las tendencias de largo plazo y las fases correctivas terminan llegando, son inevitables. Pero no nos olvidemos que en los gráficos hay dos escalas: la vertical (el precio) y la horizontal (el tiempo). Cualquier movimiento necesita tiempo para desarrollarse. Y cuando hablamos de movimientos de largo plazo, el tiempo necesario se mide en meses o años, no en días. Y digo esto precisamente en el momento en que el mercado ha batido récord de velocidad y brusquedad en la caída. Incluso en esta situación extrema, el tiempo es un factor clave. Y si somos operadores de opciones, mucho más.
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