Los que nos mantenemos aún en la inversión, en estos días, estamos observando algo que creo que nadie había visto antes. A lo largo de los años se han ido sucediendo visiones que pronosticaban una posible caída de la economía y de la inversión por distintos motivos. Finalmente, lo temido no se terminaba de materializar y seguíamos avanzando, aunque es verdad que sobre todo en Europa, muy lentamente. Se hacían cábalas que buscaban encontrar el año en que la temida crisis estallaría. El año 2018, era uno de los que más se hablaba como el de la crisis. Este año pasó y aunque tuvo un final malo, se terminó recuperando y llegamos al año 2020 razonablemente bien.
El año 2020 comenzó con las noticias de la extensión del coronavirus por toda China y las medidas de internamiento de la población. Pero aquí, en occidente, se veía algo lejano, propio de países que todavía no habían conseguido un desarrollo sanitario adecuado. Se pensaba que ni la extensión ni la gravedad serían muy diferentes de otras pandemias como la Gripe A o el SARS, que tras mucho ruido pasaron sin pena ni gloria.
Y en estas estábamos, cuando de golpe, los acontecimientos se precipitaron. No necesito contar mucho de lo que fue pasando porque cada uno de nosotros ha recibido tanta información, mensajes y comentarios como para llenar un libro de medicina. Ahora, de repente, el COVID-19 saltaba a nuestras vidas, cambiándola como nunca imaginamos que podía pasar. Los efectos los hemos sentidos en todos los ámbitos: en lo personal, en lo profesional, en lo económico y en lo emocional. La pandemia ha cambiado el aspecto de las sociedades occidentales, que las creíamos firmemente sustentadas y no sujetas a los embates de la vida y de la fortuna, como si les ocurría a las culturas y pueblos de países en desarrollo. Para nosotros, nuestros sistemas sociales, económicos y sanitarios estaban plenamente desarrollados y al margen de cualquier incertidumbre vital. Eso era cosa de países terceros, normalmente pobres y poco desarrollados.
De golpe, veíamos la fragilidad de cuanto pensábamos tan firme y el miedo campeaba libremente entre nosotros. Se resentían los principios básicos de nuestras vidas y sociedades de una manera que no podíamos imaginar.
En lo económico, que es lo que principalmente consideramos en estas páginas se está produciendo también un cataclismo. Ahora mismo, todavía estamos en medio de la crisis y nadie sabe que puede terminar pasando. Leemos todo lo que cae en nuestras manos y escuchamos las distintas ideas y visiones de lo que puede estar pasando. Es evidente que tras esta crisis muchas personas saldrán perjudicadas y no sólo los inversores serán los que sufran. El mundo del trabajo está recibiendo un golpe que puede ser fuerte, y los gobiernos tendrán que aplicar medidas que ni siquiera saben bien cuáles serán. Los Bancos Centrales aplicarán más políticas ultra expansivas hasta unos niveles que no sabemos cuál será el resultado final.
El pánico vendedor y la falta de liquidez están haciendo que las acciones de todas las empresas caigan. Con este escenario y la falta de liquidez muchos venderán sus carteras con daños graves sobre su capital. ¿Se preguntan hasta dónde llegará el derrumbe y cuánto durará?. Las noticias ahora mismo son confusas y se funciona a salto de mata.Con lo que nadie puede componerse adecuadamente la situación y qué es lo que hacer.
Finalmente, como siempre pasa en la vida, el tiempo pondrá las cosas en su sitio. En la inmediatez del momento no le vemos salida, todo parece nuevo y oscuro sin caminos marcados. Parece que el futuro nos presenta un panorama desalentador e imprevisible.
Y nosotros pequeños inversores. ¿Adónde estamos y qué podemos hacer?. Pues, como siempre que se ha producido un cataclismo de esta magnitud, mantener la sangre fría, la prudencia y el sentido común. Los problemas en las sociedades surgen al igual que en la de los individuos. Pero también, el paso del tiempo encuentra las soluciones en los dos casos. En lo que no vemos solución va apareciendo poco a poco un camino que nos abre a la esperanza. No sabemos cómo será y cuándo ocurrirá, pero la experiencia nos dice que igual que surgen las dificultades aparecen las maneras de superarlas.
En fin, que a los que nos ha tocado vivir estos tiempos tan convulsos, sólo nos queda mantenernos expectantes, tener confianza y aprender en lo que podamos de esta crisis en la que nos estamos metiendo..