La formación de los ciclos económicos y el Apocalipsis (parte 3ª): principios de 2008

2 de agosto, 2012 0
Director de Inversiones en Metagestión. Inversor "value" y seguidor de la Escuela Austriaca de Economía.
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En el último post del blog, expusimos sucintamente, los primeros "coletazos" de la gran recesión en la que nos encontramos actualmente inmersos. En concreto, vimos cómo el mercado inmobiliario americano estaba dando claros síntomas de enfriamiento a finales de 2005 y a lo largo del 2006. Esta desaceleración se cobró sus primeras víctimas en el año 2007: New Century y Countrywide. Empresas dedicadas a la concesión de hipotecas, cada vez de peor calidad. 

Posteriormente, caerían inmobiliarias, como Astroc en España, o algunos hedge funds de entidades como Bear Stearns o BNP Paribas. Y, finalmente, se colapsaría el banco inglés Northern Rock, al ser incapaz de encontrar liquidez en el mercado. Lo que desató el pánico entre sus clientes, que acudieron en masa a retirar sus ahorros. 

Todos estos acontecimientos, llevaron a los principales bancos centrales del mundo a realizar una inyección de liquidez coordinada en el sistema bancario. Esta medida, actúo como cortafuegos durante unos meses. Sin embargo, un cortafuegos no extingue el incendio. Y éste ya se había descontrolado hace tiempo...

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"Un incendio", Francisco de Goya (1793)


Tras unas últimas semanas de 2007 de relativa calma, que vieron situarse a las principales bolsas mundiales cerca de máximos históricos, los índices bursátiles concatenaron una caída tras otra, hasta desplomarse, finalmente, más de un 7% el 21 de enero de 2008. Nuestro IBEX-35 no sufría una caída tan abultada, en un único día, desde el año 1991.

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Dos sucesos convirtieron esta fatídica sesión bursátil en caldo de cultivo para los amantes de las teorías de la conspiración. El primero, más anecdótico (o no...), es que la bolsa americana permaneció cerrada ese día por festivo. El segundo es que se atribuyesen gran parte de estas pérdidas a un único hombre: Jérôme Kerviel, empleado del banco francés Société Générale y más conocido, desde entonces, como el "trader loco". No vamos a profundizar más en esta historia, porque 2008 fue un año con un sinfín de acontecimientos. Pero, para el que esté interesado en ello, le recomiendo el siguiente enlace.

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Jérôme Kerviel, camino del juzgado. Foto: Laurent Cipriani (MSNBC.com)


Lo único destacable durante las siguiente semanas, serían las continuas bajadas de tipos de interés por parte de la Reserva Federal en Estados Unidos. Durante ese tiempo, las bolsas mantuvieron cierta calma, moviéndose siempre en rangos bastante estrechos. Sin embargo, como suele decirse, la calma precede a la tormenta y, en este caso, la tormenta que se aproximaba tenía por nombre "Bear Stearns".

En las primeras sesiones del mes de marzo de ese año, las dudas sobre la solvencia de algún banco de inversión, hicieron tambalear al sector. Sufrieron, especialmente, Bear Stearns y Lehman Brothers, con caídas del 26% y del 21% respectivamente en menos de dos semanas. El resto de bancos de inversión americanos, tuvieron caídas que rondaban el 10%. ¿Por qué esta fijación con esas dos entidades? Porque eran los bancos de inversión que presentaban un mayor apalancamiento financiero (traduzca por riesgo disparatado). Se dedicaban a endeudarse a muy corto plazo (incluso días) e invertían ese dinero a largo plazo (años vista). Estas inversiones, estaban muy expuestas a la evolución de las hipotecas. Mientras la economía fuera bien y la burbuja inmobiliaria se mantuviera, las inversiones crecían en valor y estos bancos gozaban de fácil acceso a la financiación de corto plazo, que, por cierto, le concedían otros bancos. Se trataba de un negocio muy lucrativo para todos los implicados.

El problema surgió cuando el mercado inmobiliario inicia el enfriamiento que comentamos en el anterior post y los activos en los que invirtieron comienzan a perder valor. Es entonces, cuando la confianza se resquebraja y cualquier rumor puede cortar en seco la financiación que la banca de inversión necesita para mantener su negocio a flote. El rumor, en este caso, fue que algunos bancos de Europa habían dejado de ejecutar sus órdenes de compra/venta de renta fija con Bear Stearns. Esto desencadenó la retirada masiva de fondos del banco y cortocircuitó la financiación del sector, poniendo en peligro a otros bancos de inversión como Lehman Brothers, cuyo negocio se asemejaba mucho al de Bear Stearns.

El 16 de marzo de 2008, JP Morgan anunció el acuerdo de compra de Bear Stearns, al "módico" precio de 2$ por acción (finalmente serían 10$). Este acuerdo contó con el respaldo financiero de la Reserva Federal (recuerde el verdadero objetivo de nuestro "Jinete de la Muerte") y alivió la situación de tensión en el resto de entidades del sector durante un tiempo. De nuevo, para el lector que quiera profundizar en este tema, le recomiendo este elaborado comentario realizado por el Instituto Juan de Mariana.

El siguiente gráfico, muestra la evolución del precio de la acción de Bear Stearns. Llegó a perder el 99% de su valor en poco más de un año.

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Fuente: http://bizgovsociii.wordpress.com


Tras el rescate de Bear Stearns, las bolsas recuperaron gran parte de lo perdido en el año, hasta alcanzar un máximo relativo en el mes de mayo. Sin embargo, un nuevo invitado ignorado hasta entonces, entró en escena, arruinando de nuevo la fiesta: "las materias primas".

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Dos motivos llevaron a que el precio del petróleo y el resto de materias primas, vivieran su particular burbuja. Uno de carácter real y otro de carácter más especulativo. 

Empecemos por el primero de ellos (efecto real), que justificaría, en gran medida, la primera parte de la escalada del precio de las materias primas. Si recuerda lo que vimos en la entrada dedicada a la parte expansiva del actual ciclo económico, la expansión crediticia artificial orquestada por los bancos y demás entidades financieras, terminó filtrándose por toda la economía. Lo que propició una competencia por los recursos entre los distintos agentes económicos, presionando al alza sobre el precio de éstos: mayores salarios y más inflación. Este pernicioso efecto, vino acompañado por otro igual de dañino: el desplazamiento y la concentración de recursos en determinados sectores, en detrimento de otros menos atractivos en esos momentos. En este caso, se redujeron las inversiones en sectores relacionados directamente con las materias primas y se concentraron en los más alejados del consumo presente: inmuebles, automóviles, etc. Según fue aumentando la construcción de nuevas viviendas y la fabricación de nuevos vehículos, la demanda de materias primas fue creciendo, sin que este incremento fuese acompañado por una mayor oferta, al no haberse realizado nuevas inversiones para aumentar la producción. Por otro lado, la irrupción en el mercado de gigantes como China o la India, contribuyó también a este aumento de demanda. Lo que derivó, finalmente, en lo que se conoce como "cuello de botella", alimentando, aún más, la espiral alcista de precios de estos recursos. 

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El segundo motivo de esta burbuja sería, como ya hemos anunciado, de carácter más especulativo. La proliferación de estudios estadísticos que mostraban una importante descorrelación en la evolución del precio de las materias primas, con respecto a otros activos de inversión (acciones, renta fija...), animó a que los inversores, fundamentalmente grandes planes de pensiones, destinaran una parte de sus fondos a esta clase de activos. Además, propició la aparición de nuevos productos ligados a la evolución de las materias primas (fundamentalmente ETF's o fondos cotizados), lo que facilitó aún más, la entrada de flujos de dinero en este sector. Si a esto unimos, por último, la mala evolución de la renta variable a nivel global y de otros activos, como los bonos corporativos, ya tenemos los ingredientes necesarios para que se formase la burbuja. Este último efecto se notó más intensamente, en los años 2007 y primera mitad del 2008, en los que la subida fue prácticamente vertical (vea el gráfico superior).

Finalmente, al igual que sucedió con la burbuja inmobiliaria, el precios de las materias primas se desplomó. No tenía ningún sentido que, por ejemplo, el precio del petróleo se situase en 140$ por barril, cuando las economías de todo el mundo estaban entrando en recesión. Además, un precio tan elevado incentivaba nuevas inversiones en esta industria, con lo que el cuello de botella no duraría demasiado tiempo.

Esto no impidió que, instituciones y entidades de supuesto prestigio, como el FMI, la empresa estatal rusa Gazprom o el banco de inversión Goldman Sachs, auguraran un precio superior a los 200$ para el petróleo en un futuro cercano. O que nuestro "admirado" Premio Nobel de Economía Paul Krugman, publicase un artículo, con su habitual estilo arrogante, titulado "La inexistente burbuja del petróleo". Es raro que el bueno de Krugman no detectase la burbuja, cuando su receta mágica para salir de cada crisis, es formar una burbuja aún más grande que la anterior. Pero ya hablaremos de eso otro día. 

Por cierto, el petróleo terminaría, pocos meses después, en los 30$ por barril...

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Uno podía pensar que, después de vivir seis meses infernales, con caídas bursátiles históricas, el rescate de un banco de inversión y la burbuja de las materias primas, era imposible que empeorase aún más la situación. Nada más lejos de la realidad. El verdadero horror, estaba a punto de llegar.

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"Parece que la crisis hipotecaria está teniendo un final de cuento de hadas", caballero de la Reserva Federal

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