Si bien hasta el momento no era mucha la importancia que los mercados estaban otorgando al próximo referéndum del día 18 de septiembre en Escocia para decidir sobre su independencia del Reino Unido, la publicación de los últimos sondeos ha llamado la atención de los inversores sobre el fututo próximo de Gran Bretaña.
El domingo se publicó el sondeo de YouGov para el diario The Sunday Times, que daba por primera vez ventaja a los independentistas. El martes se publicó otra encuesta, elaborada el esta ocasión por la empresa TNS, en la cual se muestra el estrechamiento entre el “sí” y el “no” a la independencia, un 38% apoyaría la independencia mientras que un 39% estaría en contra. Sin embargo, el dato más importante aportado por esta encuesta es lo rápido que ha aumentado el apoyo a la campaña separatista, que ha pasado de un 32 a un 38% en un mes.
El efecto de los sondeos se ha notado rápidamente en los mercados, sobretodo en la divisa británica que retrocedió frente a todos sus grandes cruces. La principal devaluación de la libra fue frente al dólar al caer un 1,2% hasta 1,618 GBP/USD, nivel más bajo desde noviembre de 2013. La divisa británica ha llegado a perder valor incluso frente al débil euro tras la publicación de las citadas encuestas, subiendo el cruce EUR/GBP a 0,8004.
El mercado bursátil también sufrió con los datos de intención de voto separatista. Las principales bolsas europeas, arrastradas por la de Londres, sufrieron leves pérdidas. El Ftse 100 cedió un 0,3% (aunque llegó a perder un 1,2%), y el impacto en el Ibex fue un recorte del 0,4%.
Las compañías expuestas a Escocia, incluidas Royal Bank of Scotland y Lloyds Banking Group, fueron las peor paradas. Otras empresas que se vieron afectadas fueron el grupo Weir, la aseguradora Standard Life, la gestora de fondos Aberdeen Asset Management o la compañía energética SSE.
En la bolsa española Iberdrola y IAG fueron las más afectadas por el sondeo del domingo precisamente por su exposición a Gran Bretaña, y en el caso de Iberdrola por su inversión directa en Escocia ya que en 2007 compro la empresa Scottish Power.
Por su parte, el secretario del Tesoro británico, George Osborne, anunció que en el caso de no producirse la separación, se cederían nuevos poderes económicos a Escocia en materia de recaudación de impuestos y en la gestión de su presupuesto.
El cambio de la intención de voto en Escocia supone un mayor examen sobre las consecuencias que traería la secesión, tanto a Escocia, como a Reino Unido, y a la Unión Europea.
El “Sí” en el referéndum del día 18 traería consigo importantes efectos como la creación de fronteras entre Inglaterra y Escocia y otros, no tan significativos (pero que, sin embargo, han dado mucho que hablar), como que sucedería con las retransmisiones de la cadena BBC en Escocia.
En el caso de un resultado a favor de la separación en el referéndum comenzaría una época de importante inestabilidad en las islas británicas pues habría muchas cuestiones por resolver.
El primer lugar, si Reino Unido dejaría que Escocia continuase usando la libra como divisa, lo cual no parece probable, atendiendo a las declaraciones de distintos miembros del Tesoro inglés, como Danny Alexander que basándose en los resultados que trajo consigo el euro, opina que bajo ninguna circunstancia se llegue a la unión monetaria con Escocia en caso de separación política.
Además, según ha explicado George Osborne, Reino Unido no estaría dispuesto a que Escocia mantuviera la libra siendo independiente.
También con respecto a la divisa caben dudas sobre cuánto más podría devaluarse en el caso de separación. Sin duda la volatilidad de la libra supondría un riesgo a corto plazo, pero no hay que olvidar que los datos de la economía británica son buenos en general, y éstos podrían evitar un desplome de la divisa británica.
Otro efecto de la posible separación a estudiar, es el resultado de la misma en el parlamento británico, que tras la salida de los escoceses daría entrada a un mayor número de anti europeístas, que podría suponer la salida de Reino Unido de la Unión.
Si bien es cierto que los datos de la economía británica son buenos y las previsiones optimistas, la separación podría frenar la recuperación del Reino Unido y por lo tanto aplazar la subida de tipos de interés por parte del Bank of England.
Otra cuestión a resolver sería el pago de la deuda ya emitida por Gran Bretaña. Hace meses el Tesoro británico confirmó que pagaría los bonos ya emitidos, fuere cual fuere el resultado del referéndum, para evitar la huida de los inversores de la deuda británica. Sin embargo, no hay que olvidar que Escocia, como estado sucesor, sería también responsable de la misma.
En el caso de independencia, la incertidumbre en Escocia llevaría al traslado de las sedes sociales de las grandes empresas fuera del territorio de este nuevo estado independiente, otra dificultad con la que debería lidiar el nuevo gobierno. Una situación parecida sucedió en Canadá con la inestabilidad provocada por los movimientos separatistas en Quebec, que ocasionaron la huida de las empresas a Toronto.
Las empresas extrajeras también se verían afectadas de manera importante por la independencia, como es el caso de las españolas Iberdrola (dueña de Scottish Power), Repsol (actualmente en proyectos de parques eólicos marinos en el Mar el Norte), Santander UK (con más de 8.000 millones de libras en préstamos en Escocia) o Telefónica (la segunda empresa con más líneas de telefonía móvil en Reino Unido).
Hasta la celebración del referéndum sólo cabe incertidumbre y esperar ya que incluso rechazándose en el mismo la separación, el importante apoyo ciudadano que ha recibido la idea separatista tendrá consecuencias a largo plazo en la economía británica.