Guía para invertir en China de Fisher Investments España

1 de febrero, 2021 0
Fisher Investments España cree que un buen asesoramiento financiero puede ayudar a los inversores a sentirse más seguros, cómodos y preparados... [+ info]
Fisher Investments España cree que un buen... [+ info]

China copa habitualmente los titulares de la prensa económica internacional que seguimos en Fisher Investments España. El debate sobre las implicaciones de su creciente influencia económica y geopolítica, actual y futura, es abundante. ¿Cómo se traduce esto en las carteras de inversión? Al objeto de ayudar a los inversores a comprender su papel en una cartera de inversión diversificada internacionalmente, ofrecemos a continuación un resumen de los factores económicos y políticos chinos más relevantes, así como otras consideraciones. 

Invertir en China

Según el Banco Mundial, institución supranacional financiera e investigadora, el PIB de China alcanzó los 11,8 billones de euros en 2019, solo por detrás de los 17,6 billones de euros de los Estados Unidos. Tal cifra indica, a tenor del análisis de Fisher Investments España, que el crecimiento económico del gigante asiático repercute en todo el mundo estimulando la demanda. A principios de diciembre de 2020 China generaba el 6,2% de los ingresos de los integrantes del índice mundial MSCI World, el tercer país más importante solo por detrás de EE.UU. (46,4%) y Japón (7,0%) y por delante del Reino Unido (3,5%) y Alemania (3,2%). Además, también contribuye de forma decisiva en la facturación de las empresas europeas y británicas. En el índice MSCI EMU, referido a los países desarrollados de la zona euro, China supone el 5,2% de los ingresos de las cotizadas, el quinto país más grande y la segunda aportación de fuera de Europa, solo superada por EE.UU.. En el índice MSCI United Kingdom Investable Market, del Reino Unido, China es el origen del 9,3% de los ingresos de las cotizadas, solo por detrás del propio Reino Unido (27,8%) y los EE.UU. (23,3%). 

Desde el punto de vista de la política, el Gobierno nacional está dirigido por el Partido Comunista Chino (PCCh), cuyo Comité Central es el principal órgano de toma de decisiones del partido, y su actual líder, el presidente Xi Jinping, quien reformó la constitución en 2018 para perpetuarse en su cargo de por vida. Por más que Xi haya reforzado considerablemente su poder político, el Comité Central en su conjunto sigue fijando los objetivos económicos y sociales del país mediante planes quinquenales que el Congreso Nacional del Partido —el parlamento chino— históricamente ha aprobado sin apenas modificaciones. Según el examen de la información internacional de Fisher Investments España, el PCCh es la diana de muchas preguntas, análisis y críticas, muchas de las cuales se refieren a asuntos geopolíticos y sociales que, si bien les atribuimos la máxima importancia, por lo general no influyen especialmente en los mercados. Con independencia de qué opine sobre el régimen chino, sus políticas o su tratamiento de los derechos humanos, lo más trascendental para los mercados seguramente sea que la prioridad principal del PCCh es la estabilidad económica. Dicha orientación quizás les sirva para monopolizar el poder político, pero nuestros análisis indican que asimismo mitiga muchos de los riesgos económicos que con frecuencia ocupan los titulares, como los temores a la inestabilidad financiera. 

Aunque muchos expertos reconocen el valor económico de China, algunos cuestionan la exactitud de sus cifras económicas oficiales. Es tal la centralización del poder político y la más que probable dificultad que afrontan los organismos estadísticos para producir datos imparciales, que dudamos mucho de su fiabilidad; de hecho, numerosas anécdotas respaldan este escepticismo. Las cifras de producción económica nacional y regionales acusan una disparidad histórica. Según la agencia de noticias Reuters, en un informe de 2018 sobre el PIB de las 31 provincias chinas, la suma de los datos regionales superaba en 170.000 millones de euros el nacional: una diferencia que equivale aproximadamente al PIB de Nueva Zelanda. En este sentido, no es raro encontrarse con noticias de funcionarios locales que no facilitan información con la exactitud necesaria, conque Pekín se ve obligada a tomar medidas enérgicas contra el falseamiento. También han salido a la luz ejemplos de intervenciones de funcionarios del Gobierno dirigidas a controlar las publicaciones. En 2018 la Oficina Nacional de Estadística presionó a la provincia de Cantón —foco exportador— para que suspendiera su informe mensual sobre la marcha de la industria alegando «encuestas ilegales». 

En Fisher Investments España somos de la opinión de que cuestionar el rigor de los datos, de cualquier país, es un ejercicio de sensatez. Las estadísticas oficiales, incluso en el mundo desarrollado, desde siempre se han topado con dificultades para captar la actividad real de los proveedores de servicios, los empleados por cuenta propia y la economía informal —que suele tratarse de transacciones entre particulares relacionadas a menudo con el trabajo doméstico y similares—. La falta de transparencia en China, de sobra conocida, nos debe poner en alerta, pero en ningún caso llevarnos a ignorar sus cifras oficiales. Muchos analistas financieros las estudian y actúan en función de ellas, por lo que su evolución frente a las expectativas es un factor determinante para los mercados. La mayoría de los especialistas atribuye al ajuste por la inflación el desatino en los cálculos; de ahí que pensemos que atender a los datos nominales —es decir, sin ajustar— podría arrojar luz sobre cuestiones que no se perciben a simple vista. Además, las cifras oficiales no son la única fuente de información, ya que las principales empresas del mundo operan allí y comunican sus conclusiones en sus reuniones con los inversores y en los informes trimestrales, dando una idea sobre las tendencias generales de la economía, si no un retrato exacto. También puede conocer las exportaciones chinas a partir de los informes comerciales de otros países. 

Con respecto a la estructura del mercado de renta variable, las empresas de la China continental ofrecen tres clases de títulos: acciones A, que cotizan en las bolsas nacionales de China, por ejemplo, de Shenzhen y Shanghái; acciones B, menos frecuentes y presentes en las bolsas nacionales pero en divisas extranjeras; y acciones H, cuya negociación se circunscribe a la bolsa de Hong Kong. Aparte del acceso restringido a los títulos A que brinda algún plan de miras cortas, los inversores extranjeros tradicionalmente han accedido a la renta variable de la China continental mediante las acciones H, aunque se han dado los primeros pasos en la apertura de sus mercados. En 2018 el proveedor de índices bursátiles MSCI incorporó a su índice de mercados emergentes las acciones A (con una ponderación relativamente pequeña que aumentará si China facilita el acceso a la inversión foránea). 

Dado el tamaño de su economía, a muchos les sorprende que MSCI etiquete a China como un mercado emergente. Sin embargo, esto responde al criterio que utiliza para clasificar los mercados de renta variable, más que a su tamaño e influencia. Los considerados mercados emergentes no suelen ser tan avanzados económicamente ni sus mercados tan abiertos a los inversores extranjeros como los mercados desarrollados de Estados Unidos, Europa Occidental o Japón. Las investigaciones de Fisher Investments España revelan que las instituciones políticas de los emergentes también tienden a ser más frágiles, ya que el estado de derecho y los derechos sobre la propiedad suelen ser más precarios; es decir, el establecimiento de normas —y su aplicación— tiende a ser más arbitrario y opaco que en los desarrollados. Además, es posible que los medios de comunicación se sometan al control del Estado, limitándose así aún más la transparencia. En China se concentran algunas de estas características: unos mercados más bien reacios a la inversión extranjera, debido en parte a un control del capital más estricto; y, no menos relevante, el PCCh atesora un dilatado historial de intervención en el sector privado, a tenor de la cual los ganadores y los perdedores son producto de la mera arbitrariedad política. 

China es una pieza clave de la economía mundial. Un hecho que no debe pasarse por alto a la hora de invertir allí, pero que, al parecer de Fisher Investments España, exige un enfoque selectivo. Participar en ciertos sectores puede ser recomendable en una cartera diversificada internacionalmente. Por ejemplo, cuando se espera que las tecnológicas lideren las subidas durante un tiempo, las empresas chinas pueden brindar exposición, siempre que no se pierda de vista que sus mercados no están tan desarrollados como los de los países occidentales.

Fisher Investments España es el nombre comercial utilizado por la sucursal en España de Fisher Investments Ireland Limited,   (“Fisher Investments España”). Fisher Investments España está inscrita con domicilio social en calle Junta de Castilla y León, 8, 28660 Boadilla del Monte (Madrid), con NIF W0074497I, inscrita en el Registro Mercantil de Madrid, en el tomo 39501, folio 110, inscripción 1, hoja M-701327, y en el Registro de la Comisión Nacional del Mercado de Valores de Empresas de Servicios de Inversión del Espacio Económico Europeo con Sucursal en España, con el número 126.
El presente documento recoge la opinión general de Fisher Investments España y Fisher Investments Europe, y no debe ser considerado como un servicio de asesoramiento personalizado en materia de inversiones o fiscal, ni un reflejo de la rentabilidad de sus clientes. No existe garantía alguna de que Fisher Investments España o Fisher Investments Europe sigan sosteniendo estas opiniones, que pueden cambiar en cualquier momento a partir de nuevos datos, análisis o consideraciones. La información aquí contenida no pretende ser una recomendación o pronóstico de las condiciones del mercado. En su lugar, tiene por objeto esclarecer los aspectos tratados. Los mercados actuales y futuros pueden diferir ampliamente de los que se describen en este documento. Asimismo, no se garantiza la exactitud de ninguna de las hipótesis empleadas en los ejemplos contenidos en este documento. Invertir en los mercados financieros implica un riesgo de pérdida, y no hay garantías de que todo o parte del capital invertido sea reembolsado. La rentabilidad pasada no garantiza ni indica los resultados futuros de manera fiable. El valor de las inversiones y los ingresos procedentes de ellas están sometidos a la fluctuación de los mercados financieros mundiales y de los tipos de cambio internacionales. 

Usuarios a los que les gusta este artículo:

Este artículo no tiene comentarios
Escriba un nuevo comentario

Identifíquese ó regístrese para comentar el artículo.