En un artículo dedicado a la economía francesa, Timothy Taylor hace interesantes aportaciones al "misterio" francés, uno de los países más ricos del mundo, donde la opulencia se vive nada más entrar en él. Todo es bello y armonioso, las ciudades conservan un centro urbano de larga antigüedad muy bien cuidado, y en muchos sitios se siguen haciendo las casas del mismo estilo regional que hace siglos. Francia, como decía Unamuno en uno de sus mejores poemas, es "La oficina de buen gusto".
Pero todo esto implica un grado de intervencionismo que tienes sus consecuencias. Como Timothy dice al final de su artículo, en Francia viven bien los que viven bien, que no son todos: el paro es alto, sobre todo el paro juvenil, gracias a unas leyes laborales que impiden más dinamismo al mercado de trabajo. Esto se refleja en una cifras de gasto público del 57% del PIB, y una deuda pública alta. Lo que salva a Francia es que la Aministración, enorme, funciona y hay una corrupción muy tolerable. Los Servicios públicos son tolerablemente eficaces, pero eso sí, muy caros de mantener.
Taylor publica una gráficos muy ilustrativos, y no sólo para Francia. España está bien reflejado en ellos.
Primero veamos la relación inversa entre libertad de la empresa para contratar y la estabilidad en el trabajo. Cuanto más trabas hay al despido, es aplastantemente obvio que aumenta la precariedad en el empleo, como se ve en el gráfico. Francia es de los paises (junto con España) de mayor protección y de mayor precariedad.
Obsérvese que la reforma laboral española es una reforma mediocre, que lo único que ha creado es más empleo precario.
Otro gráfico que es ilustrativo es otro sistema de "protección", el salario mínimo. A mayor salario mínimo, más tasa de paro.
En el siguiente gráfico, la tasa de paro en Francia, que ha elevado su salario mínimo.
Como dice el autor, esto no es decir que Francia está a punto de hundirse, y pasar por detrás de España en bienestar (como Zapatero predijo).
None of this discussion should be read as a prediction of doom for the French economy, which seems certain to remain a high-income economy. But it does suggest that French dirigisme is not cost-free: specifically, the costs in the last couple of decades are measured in elevated unemployment, lower labor force participation rates, a larger number of temporary jobs, and sluggish growth in productivity and the standard of living.
Pero hay un coste social que pagar por tanta intervención y gasto público, impuestos y deuda.