A pesar de que las instituciones gubernamentales pretendan perpetuar en el tiempo el escenario de tipos de interés bajos (EE.UU), nulos (Europa) o negativos (el Bund Alemán ya ha superado la barrera del 0% este año), no significa que los agentes económicos con excedente monetario tengan que apartar sus ahorros a un lado y no los consigan colocar en algún producto de ahorro/inversión eficiente. Así, cada vez es más frecuente escuchar que guardar los ahorros en casa es una decisión inteligente, pues para qué abrir un depósito o una imposición a plazo, si ninguno ofrece rentabilidades interesantes. Falso. Es cierto que, hoy en día, el capital que invertimos no retorna los beneficios que días atrás era capaz de abonar con el simple hecho de aparcarlo en una cuenta bancaria, pero no debemos olvidar la lógica financiera: el capital financiero (2.000€, 2016) es preferible al (2.000€, 2017), esto es: si dejamos en casa 2.000€ hoy para consumirlos en el futuro, muy probablemente hayamos perdido poder adquisitivo. Cuestión muy diferente, claro está, es preguntarse cómo existiendo tal lógica financiera, el bono a 10 años Alemán se encuentre en terreno negativo (no tiene mucho sentido invertir hoy 100 € si en el futuro solo recupero 98€); algo que daría para hablar en un artículo aparte.
Bajo esta óptica, con el fin de arañar rentabilidad, los ahorradores están transfiriendo capitales de los depósitos bancarios tradicionales hacia otro tipo de intermediarios financieros: los fondos de inversión y los ETF’s (fondos indexados); algo que conduce inexorablemente hacia el gran debate: la batalla de la gestión activa contra la gestión pasiva. Pero, ¿cuál de los dos instrumentos de inversión resulta más conveniente? Lamentablemente, no existe una respuesta genérica, pues dependerá del perfil que tenga el producto de inversión y del nivel de aversión al riesgo que presente el inversor; sin embargo, lo que si podemos decir, es que un inversor racional ante dos alternativas de inversión que soporten igual riesgo, se decantará por aquella que le otorgue mayor rentabilidad. En este sentido, resulta imprescindible justificar lo que es el riesgo; y, gracias a ello, condecorado en el año 1990 con el premio nobel de economía por su trabajo de selección de carteras óptimas en el año 1952, Harry Markowitz introdujo un elemento esencial en las finanzas: el riesgo medido por la desviación típica.
Es evidente que la teoría de carteras de Markowitz, por sí sola, no ayuda a discernir qué instrumento de inversión resulta más aconsejable para el inversor hoy en día (entre otras cosas, porque el modelo establece hipótesis que no se dan en la realidad); pero sí permite dibujar la frontera eficiente de ambos instrumentos y observar cómo se comportaría un inversor racional. Puesto que la población de fondos de inversión y de ETF’s es muy elevada (más de 30.000 según la página de Morningstar), y con el propósito de acotar la muestra, he escogido aquellos que aparecen catalogados como renta variable para dos países (España y EE.UU) en la página oficial de la Bolsa de Madrid; en definitiva, he tomado una muestra de 87 fondos de inversión de renta variable y 22 ETF’s durante el periodo de marzo del año 2011 hasta el febrero de 2016 (valores mensuales).
En suma, las fronteras eficientes que dibujan el modelo de mínima varianza de Markowitz son las siguientes:
Como se puede observar, la frontera eficiente (integrada por todas las inversiones racionalmente aceptadas de un conjunto de activos) de los fondos de inversión presenta mejores oportunidades de inversión, pues para un mismo nivel de riesgo determinado (línea roja), permite obtener mayores rentabilidades. Por lo tanto, un inversor racional se declinará por los fondos de inversión (gestión activa) frente a la alternativa de los ETF’s (gestión pasiva); siempre y cuando dé por válidas las hipótesis y limitaciones planteadas, es decir, que crea ciegamente en el modelo de mínima varianza que creó Markowitz hace más de medio siglo: un auténtico disparate.
Más allá del ejemplo práctico que acabo de proyectar, lo cierto es que los fondos indexados, a pesar de ser instrumentos de inversión en madurez (especialmente para el mercado español, pues apenas alcanzan el 1% del capital invertido), pueden llegar a resultar altamente eficaces, pues las comisiones que repercuten al partícipe (entre el 0,50% y el 1%) son menores en comparación con las que acostumbra a repercutir la gestión activa (entre el 2% y 3% anual). Por otra parte, fiscalmente, los fondos de inversión cuentan con la no tributación de las ganancias patrimoniales hasta el momento en el que se produce la venta de los derechos propios, quedando libre de tributación la transmisión de participaciones entre fondos de inversión; los ETF’s, por su parte, tributan como las acciones: en el momento en el que se realice la venta (aun cuando la venta sea para adquirir participaciones de otro ETF’s).
Entonces, ¿qué producto es más conveniente para mis ahorros, un fondo de inversión o un ETF? Como expuse antes, dependerá del perfil del inversor y de las características del producto: deje que le descubran su perfil, y le recomendarán el producto que mejor le conviene.