Hace ya dos meses que escribí "En FacePhi incluso los gastos de viajes son ganancias" y desde entonces la cotización de las acciones de esta compañía tecnológica han dibujado una parábola invertida.
La acción recuperó los niveles entre los 2,60 y 2,70 euros y eso la acerca a una capitalización de 27 millones de euros. Este cambio de escenario, más optimista, ha resucitado algunas voces anónimas que piden a los principales críticos de la compañía - inBestia, Unience, Rankia o el diario El País - que nos retractemos de nuestros escritos.
Aunque se interpretó de otra forma, mi primer escrito sobre FacePhi no fue un ataque.
Como otros posts publicados en mi blog The Money Glory, el escrito buscaba interpretar la contabilidad para valorar una posible inversión. A mi, Joan Anglada, me sirve para entender como funcionan los negocios, para aprender y contarlo a quién me quiera leer.
La única diferencia entre mi perspectiva de FacePhi y otros temas pesimistas - Fracking, Questcor, Blyth, Herbalife o otras empresas biotecnológicas sin fundamento -, es que en esta ocasión el timing, post-escándalo de Gowex, jugó a favor mío.
Que ahora la cotización cambie de sentido no implica nada. No han aparecido informaciones relevantes; ni contratos, ni desarrollos significativos. Y a pesar de la buena voluntad que ponga su directiva, el anuncio solitario de contratar un auditor del grupo Big Four no cambiará la imagen de FacePhi de la start up tecnológica que se estrenó en el MAB a principios de verano.
EL MODELO DE NEGOCIO DE FACEPHI
"A las compañías del MAB hay que valorarlas de otra forma" es una de las frases que más he oído cuando hablo de alguna compañía del Mercado Alternativo. Es el mismo argumento que usa el conocido inversor de capital riesgo Marc Andreessen para justificar algunos movimientos corporativos incomprensibles para los simples mortales, pero que a él le han hecho millonario.
Quizás las estrategias sean diferentes, la institución de Andreessen diversifica diez veces más que un fondo convencional, pero las bases para una compra siempre son las mismas: un inversor busca un negocio al mejor precio y que, además, sus rendimientos futuros sean extraordinarios.
Mi primer artículo era un análisis de los activos intangibles, reducido a la mínima expresión, que cuestionaba el precio de las acciones. Desde el punto de vista de un inversor conservador consideré que esta compañía tecnológica era cara. (Miles de euros en gastos de desarrollo activados como patrimonio de la compañía, además de los créditos fiscales; sin esa clasificación no habían fondos propios!)
Solo las posibilidades de beneficio a largo plazo de FacePhi pueden compensar esta cotización. Aquí es donde entra en juego la valoración del modelo de negocio y comprobar si la tecnología que vende la compañía alicantina tiene tantas posibilidades de crecer como aseguran sus directivos.
Lo que me llamó la atención de "Sombras en el milagro de Salvador", el artículo de El País, fue la frase del mismo presidente "Nuestra tecnología, siendo sinceros, es prácticamente igual que las que hay en el mercado y nuestro hecho diferencial es el coste". Eso mostraba la identidad low cost como la primera ventaja competitiva de una empresa que vende biometría para reconocimiento facial.
Ni la diferenciación de su producto, ni el esfuerzo del equipo de ventas - en el organigrama solo hay una persona en el equipo comercial y es la responsable de atención al cliente -, ni los margenes que genera un sector no intensivo en capital... el elemento "único" de FacePhi es que vende "seguridad barata". Dos conceptos que dan miedo cuando se ponen en una misma frase.
El sector bancario, el principal cliente potencial de la tecnológica, está formado por un grupo de empresas que no escatiman recursos tecnológicos. Primero, porqué la seguridad es un elemento que se da por descontado en un banco. Sin los tipos de interés, ni la confianza de tener una caja fuerte, la alternativa tradicional es guardar el dinero bajo la almohada. Segundo, en épocas de bonanza las instituciones financieras tienen dinero en efectivo para gastar.
Por eso algunas entidades españolas tienen varias consultoras internacionales a su servicio para que les desarrollen programas propios. ¿Por qué deberían gastar cuatro cuartos en un Software de Desarrollo (SDK) cuando lo pueden construir desde cero y, además, mantener?
Sinceramente, ¿Por qué un banco escogería un sistema low cost, amateur, sin experiencia reconocida en implantación de sistemas, para perfeccionar los accesos bancarios?
Quizás me equivoque y esta estrategia da los frutos que yo no espero. O quizás decidan hacer un cambio de estrategia adaptable a sus capacidades. Por eso BMW ya no fabrica aviones y el Viagra es algo más que el efecto secundario de un fármaco para tratar la angina de pecho.
Esta es mi opinión. Ni es un ataque, ni hablo en ningún momento de fraude.
Como otras empresas con buenas ideas entre manos, a FacePhi les deseo toda la suerte del mundo. No hay una intención de boicotear la empresa, ni hundirla en el parqué. La mayoría no ganamos absolutamente nada con ello y, además, quizás en un futuro nos demuestran que estábamos completamente equivocados. Pero también tenemos toda la libertad de opinar, con un conocimiento de base, sin la necesidad de abrir una demanda en las oficinas de la CNMV.
Además, si es verdad que los accionistas iniciales y fundadores de FacePhi vendieron más de un millón de euros en acciones los primeros días de cotización, según el reportaje de El País, ¿Por qué yo no puedo desconfiar abiertamente de su proyecto?
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