Esta afirmación no es mía proviene del libro Security Analysis de Benjamin Graham. He terminado su relectura después de dos meses, mucho más de los que me suelen durar la mayoría de los libros. Es un libro exigente, que requiere un subrayador fosforito y un cuaderno de notas para conseguir sacarle todo el jugo. En muchos aspectos me encuentro más cerca de Graham que de otros referentes como Warren Buffett u otros inversores en valor en aspectos como el tratamiento de la directiva o el concepto de valor, lo cual no son cuestiones sin importancia. Por otro lado hay conceptos en los que difiero. Al final lo más importante es tener una visión independiente y hacerte tu propia composición de lugar, analizando diferentes puntos de vista. Los libros son una fuente inagotable de sabiduría, quizás uno de los recursos a través del cual más puede aprender un inversor. Es un gran libro, aunque me quedo con el inversor inteligente. La parte inicial del libro y los capitulos 50,51,52 es lo mejor del libro, a parte de las maravillosas intervenciones de grandes inversores como Seth Klarman, David Abrams, Howard Marks...
Voy a escribir algunos fragmentos del libro y de los introducciones, por si a alguien les puede resultar de ayuda.
Obras de arte, sellos o una bodega. Puesto que estos artículos no tienen un valor fundamental comprobable, no generan cash flow presente ni futuro, y por lo tanto su valor depende por completo de los caprichos del comprador; pro ello se convierten en artículos especulativos y no en inversiones.
Busca oportunidades en los mercados y, luego, compralas independientemente del nivel o trayectoria del mercado o la economía.
Los inversores deberían concentrar sus títulos en sus mejores ideas; si eres capaz de distinguir entre una buena y una mala inversión, entonces también sabrás distinguir entre una inversión excelente y otra buena.
Hago mayor hincapié en el pasado que el futuro, en la capacidad de obtener beneficios estables que en las perspectivas del mañana.
Existe una tendencia de los beneficios a fluctuar. Los inversionistas reaccionan exageradamente a estas fluctuaciones.
Las empresas que tratan de amañar sus libros contables siempre pueden adornar el estado de beneficios, al menos momentáneamente pero no pueden fabricar dinero. Por eso, cuando el estado de resultados y el estado de cash flow presentan divergencias es un indicio de que algo puede ir mal.
Un inversionista hoy se enfrenta con un desafío que resultaría impensable para Grahan y Dodd. Mientras ellos padecían de falta de información, los inversionistas de hoy se encuentran con exceso. El desafío consiste en eliminar radicalmente lo que es irrelevante, insignificante o incluso erroneo e identificar aquello que es particularmente importante.
El punto esencial es que el análisis de productos financieros no busca determinar exactamente cuál es el valor intrínseco de un producto concreto. Tan sólo precisa establecer que el valor es adecuado, es decir, proteger un bono o justificar una compra de acciones o que el valor es considerablemente más alto o más bajo que el precio de mercado. Para utilizar un símil casero, es posible decidir a simple vista si una mujer tiene la edad suficiente para votar sin saber su edad o si un hombre pesa más de lo que debería sin saber su peso exacto.
El analista debe ir más allá de las simples cifras y considerar el carácter inherente de los dos negocios. El comercio de alimentación a través de una cadena de tiendas conlleva muchos elementos de estabilidad relativa, como una demanda estable, una diversificación de localizaciones y una facturación de inventario rápida. Sin embargo, la situación del típico fabricante de automóviles era bastante distinta. A pesar de una estabilidad considerable en el conjunto del sector, las unidades individuales estaban sujetas a variaciones extraordinarias, debido principalmente a los caprichos de las preferencias individuales.
En nuestra opinión la gran mayoría de acciones ordinarias se deben considerar especulativas la mayor parte del tiempo, simplemente porque su precio es demasiado elevado como para garantizar la seguridad del capital. Un operación de inversión es la que se puede justificar tanto a nivel cualitativo como cuantitativo.
Para la inversión, el futuro es algo de lo que protegerse y no de lo que aprovecharse.
Una empresa con flujos de caja muy estables puede secundar un gran apalancamiento y un fuerte servicio de la deuda. De igual modo, una empresa con un apalancamiento limitado y unos requisitos pequeños del servicio de deuda puede sobrevivir a grandes fluctuaciones en su flujo de caja. Sin embargo, la combinación de un gran apalancamiento y un flujo de caja que no es digno de confianza puede dar como resultado no cumplir con el servicio de la deuda.
La experiencia de la década pasada indica que un tamaño dominante o al menos considerable ofrece un elemento de protección contra los peligros de la inestabilidad.
Que la típica acción preferente representa una forma poco atractiva de contrato de inversión es algo que apenas se discute. Por un lado, su valor de capital y su rentabilidad son limitados; por el otro, el titular no tiene derecho fijo y defendible ante el pago del capital o del rendimiento. Se puede decir que las acciones preferentes combinan las limitaciones de los acreedores (bonos) con los riesgos de los socios (acciones ordinarias)
Hoy en día, las empresas de servicios son la que dominan el ámbito económico, e incluso la industria, buena parte de ese capital de la empresa que procede de los intangibles: Software, marcas adquiridas, clientes, productos en cartera... no aparecen explícitamente en el balance
Existe un riesgo de que la directiva de la empresa puede tratar de manipular los dividendos para crear una imagen favorable del futuro. En estos casos, los inversionistas que compren acciones con un inusual rendimiento de abundantes dividendos, pero con los parámetros fundamentales deteriorados, están buscándose problemas, ya que es posible que estos dividendos acaben hechos pedazos.
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