Como ya vimos tanto en la serie de artículos energéticos, en los que repasamos la situación del petróleo convencional, el ‘shale oil’, el gas natural, el ‘shale gas’, el carbón, el uranio y las energías renovables, así como en el artículo anterior, en el que analicé la relación entre el uso de energía y la economía,
para que pueda haber crecimiento económico, deben de estar vigentes 2
condiciones fundamentales, como son que se disponga de una fuente de energía
barata y abundante y que la demanda sea creciente.
Revisando los datos históricos del último siglo y medio,
vemos como el crecimiento económico ha sido constante y continuado, a pesar de
apariciones de recesiones, después de las cuales el crecimiento económico siempre
volvía. Eso era debido a que las 2 condiciones mencionadas siempre habían
estado vigentes.
No obstante parece que en la actualidad, la situación es
algo es distinta, lo que nos hace formular preguntas, donde las respuestas a
las mismas nos evocan al origen del problema.
¿Por qué esta crisis parece que nunca se termina? ¿Por qué
necesitamos estas inyecciones de deuda en nuestro sistema financiero para crear
una burbuja detrás de otra, y aun así, ser solo capaces de crear un tibio
crecimiento económico?
Al mismo tiempo, no hay evidencia real de que la economía
se esté recuperando definitivamente, en lo que ya es una depresión más
prolongada que la Gran Depresión de la década de 1930. Hoy, después de más de 7
años desde el inicio de la crisis bancaria y en condiciones normales, ya deberíamos
haber retornado a la expansión económica. Los gobiernos lo han intentado casi
todo, desde prolongar sin fin las tasas de interés cercanas a cero y los planes
de estímulo, a la inyección de liquidez a escala gigantesca. Estas herramientas
han funcionado en el pasado, y el hecho de que en esta ocasión, no estén
funcionando a pesar de haberse utilizado a niveles nunca vistos en el pasado, quizás
nos está diciendo que algo profundamente diferente está sucediendo en esta
ocasión.
Como ya vimos, podemos encontrar un origen a esta situación algo anterior. Fue a partir de 1973 cuando algo se empezó a torcer, y es que se empezó a complicar la disponibilidad de una
fuente de energía barata, aunque siguió siendo disponible dejó de ser tan
barata. Desde entonces, como vemos en el gráfico anterior, el crecimiento medio
ha sido cada vez menor, y aun se ha podido mantener gracias a la incorporación
del uso sistemático de deuda (con cada vez menor impacto para la economía) para
paliar dicho proceso, así como gracias al crecimiento de los países emergentes
donde el aumento de deuda todavía tiene un fuerte impacto en el crecimiento,
debido a que en esos países todavía hay posibilidades de expansión.
El problema es que la otra parte de la ecuación también se
ha complicado, y es que el crecimiento de la demanda después de 150 años
creciendo exponencialmente en los países desarrollados parece haber llegado a
su tope de madurez, y cada vez le cuesta mas necesitar nuevos productos, por lo
que el crecimiento en la demanda y el consumo se debe sustentar cada vez mas en
los países en vías de desarrollo.
El capitalismo como lo conocemos, se asemeja en cierto
punto a una estructura piramidal, en la que es necesario el crecimiento para
que los que están dentro puedan seguir obteniendo beneficios. Sin crecimiento,
la viabilidad del sistema se pone en entredicho.
El resultado de todo este proceso son más crisis, mas
fuertes, cada vez más seguidas en el tiempo y con recuperaciones cada vez más
lentas y superficiales. El efecto de desaceleración por la crisis de 2000 se
hizo sentir en la muy lenta recuperación de la recesión de 2002, el crecimiento
del PIB y la creación de empleo más débil registrada hasta ahora. Se intentó
solucionar creando una burbuja inmobiliaria, que empleo a millones de trabajadores,
pero el final fue parecido al del 2000. El actual proceso de recuperación a
partir de 2009 ha sido aún más decepcionantemente lento. ¿Podríamos pensar
pues, que los tiempos están cambiando?
El tema es que el crecimiento económico, es algo que
nosotros siempre hemos vivido, por lo que nos parece algo totalmente normal,
solo hace falta echar un ojo a los medios para ver que tanto economistas como políticos
de todos los partidos ya ven que esta vez si que ya volveremos al crecimiento
‘otra vez’, como ha sido toda vida, ¿verdad? O quizás no siempre haya sido
así….
El ser humano lleva miles de años poblando el planeta, y
aunque hasta hace poco no se ha empezado a contabilizar el PIB como tal, si se
hubiera hecho, podemos intuir fácilmente que este se había mantenido
prácticamente inalterable, aunque con un ligero aumento fruto del progreso y
del desarrollo producido a lo largo de los siglos pasados, hasta el s.XIX,
cuando con las Revoluciones Industriales, el uso de la energía paso a ser parte
de nosotros, y nuestra forma de vivir cambió para siempre, ya que empezamos a
utilizar una energía casi gratuita, y eso nos permitía crecer y demandar cada vez
mayor cantidad de productos, gracias a los nuevos 'esclavos energéticos'.
Como ya hemos visto, parece que la cosa lleva ya un tiempo
cambiando, y aunque hasta hoy hayamos podido seguir con nuestro estilo de vida,
puede que esto cambie en el futuro, y se acentúe con el progresivo
encarecimiento y escasez de estas fuentes de energía.
Poniendo la situación en perspectiva, podemos ver como en
unos 200 años, (desde 1800), los hidrocarburos han eliminado parcialmente las
barreras al crecimiento económico, de la población, la riqueza y el progreso
científico. La población mundial se ha disparado de menos de 1.000 a casi 7.000
millones de personas.
Visto en una escala de tiempo, podemos llegar a pensar que
la era de la sociedad basada en el petróleo no es tanto una tendencia sostenible
y manejable, y ya hay quien incluso lo define como un evento de una sola vez
dentro de la historia de la humanidad.
Adam Smith ya predijo en su día que el crecimiento
económico sería una fase temporal que quizá durara unos pocos cientos de años,
estando en última instancia limitado por la tierra, que es de donde se obtenía
la energía en esa época.
Pero nuestra mentalidad está centrada actualmente en el
crecimiento. Nuestros sistemas económicos se basan en el crecimiento de la
inversión, los préstamos y el interés. Si en respuesta a la reducción en el
consumo de energía, no buscamos deliberadamente una situación de estado
estacionario, podríamos correr el riesgo de un colapso en nuestras
instituciones económicas, ya que estas no están diseñadas para vivir en un
mundo con crecimientos moderados, que es la tendencia a largo plazo que parece
nos puede esperar en el futuro.
¿Porque es
imposible seguir creciendo al 3% anual indefinidamente?
Y es que cualquier persona con unos conocimientos mínimos
de lógica y matemáticas, comprenderá rápidamente que una tasa de crecimiento
constante del 3% anual, tasas de la que muchos políticos y economistas hablan
alegremente, lleva asociados unos crecimientos monstruosos a medio-largo plazo
por efecto del crecimiento exponencial.
Para los que las matemáticas no sean algo que dominéis
mucho, y a modo de resumen, un 3% anual significa alcanzar el doble en más o
menos 23 años. En el lapso de un siglo significa un incremento cercano a las 20
veces.
Para los que todavía estéis pensando que significa esto
exactamente, este crecimiento implicaría para España, tener a 100 años vista,
20 veces mas de todo, lo que significa 20 veces mas km de autopistas, 20 veces los
km de AVE, 20 veces el numero de edificios, 20 veces la población actual, 20
veces el numero de turistas anuales actuales, 20 veces el parque
automovilístico actual.....aquí es donde toma todavía mayor importancia
recordar que vivimos en un planeta finito.
Ya se que hablar de no crecimiento puede parecer algo raro
al principio, ya que la tasa media durante el siglo XX ha rondado el 3% en los
países occidentales, pero esto ha sigo porque el mundo empezaba ese siglo con
un numero relativamente bajo de activos y uso de energía, que permitían dicho
crecimiento, además de unas reservas energéticas enormes comparadas con el
consumo de la época.
Siguiendo con una tasa de crecimiento del 2,3%, según los estudios, y aunque
dispusiéramos de una energía limpia y renovable, mientras esta obedezca las
leyes de la termodinámica, el propio planeta Tierra alcanzaría la temperatura
de ebullición dentro de solo unos 400 años. Para entonces usaríamos una
cantidad de energía equivalente a toda la energía solar que nos llega al
planeta.
Otro tema que nos limita es el medioambiental, y solo hace
falta echarle un ojo al incremento de los niveles de CO2 en la
atmosfera en el último siglo.
(Fuente: Limits to Growth, 2003)
Por ultimo pero no menos importante, las tasas de
crecimiento mas bajas en el futuro no solo serán causa de la escasez energética
sino del planeta en si mismo. Otros observadores, señalan un inminente déficit
en la disponibilidad de productos básicos incluidos el agua y la tierra
cultivable. La falta de abundante energía barata, que permitió el rápido
crecimiento de la oferta de insumos de recursos naturales y la explotación de
las tierras cultivables y del agua durante el pasado siglo, es probable que
sufran un cambio nunca observado en la evolución de la sociedad industrial.
Y con esto no digo que el PIB no pueda crecer en 2014, en
2015 o en 2016, ya que como estamos viendo, con las intervenciones necesarias
es probable que lo haga, simplemente estoy hablando de lo que según los datos, parece
ser una inevitable tendencia a largo plazo.
Que significa un
PIB decreciente
Llegados a este punto, vemos como, para crecer
económicamente, necesitamos aumentar nuestro consumo de energía. A la inversa,
si nuestro consumo de energía decrece nuestro PIB se contrae.
Debido al estancamiento de la producción de petróleo, a un
efecto de sincronización con las otras fuentes de energía y al crecimiento de
otras economías emergentes, todo parece indicar que estamos condenados de
manera inexorable a reducir nuestro consumo de energía y de crecimiento a un
ritmo bastante rápido.
La pregunta no es, por tanto, si vamos a seguir
decreciendo económicamente, sino hasta cuándo y a que tasas. Por mi parte, creo
que no crecer o incluso decrecer económicamente, entendido como una disminución
del PIB, no es lo peor. Para empezar hay que tener claro que esto significa que
el PIB como tal no puede seguir creciendo como lo ha estado haciendo. Ahora
bien, el PIB no deja de ser una representación contable que se supone mide el nivel
de progreso y bienestar, pero que yo personalmente considero una medida fría, puramente
contable, altamente manipulada aparte de poco útil para medir el bienestar real
de la población.
De cara al futuro creo que seria conveniente reemplazar el
término crecimiento por el de desarrollo, que es de donde deberían venir
nuestras mejoras reales, y que es de donde siempre han venido todas las mejoras
de la humanidad hasta el s.XIX.
Un nuevo
capitalismo
Parece pues, que si los humanos hemos de tener éxito a
largo plazo, tendremos que formular una nueva teoría económica basada en la
estabilidad en lugar del crecimiento. En el futuro, las teorías de Smith,
Keynes o Friedman carecerán de utilidad, como el propio Adam Smith hemos visto
que ya predijo en su día.
Esto abre las puertas a multitud de cambios en múltiples
campos, ya que el crecimiento del PIB se ha llevado asociado muchos aspectos totalmente
normales en nuestra vida, como un uso creciente de energía, el interés en las
cuentas bancarias, los préstamos, el coeficiente de caja…. pero centrándonos en
el financiero, una de las primordiales es que los tipos de interés oficiales, dejaran
de tener sentido sin crecimiento, como prácticamente ya han dejado de tenerlo
desde 2008). Cuidado pues con las inversiones en Renta Fija y su esperada reversión a la media del s.XX que muchos están esperando
Un punto aparte merece el tema de la deuda. Según este escenario,
las deudas, serían de imposible retorno, ya que están basadas en el crecimiento
futuro, implicando así ‘defaults’ sistemáticos, sean de forma directa o
indirecta vía inflación.
Si bien las ideas comentadas en este artículo nunca serán
realidad de un día para otro, parece inquietante ver como podría ser la
evolución de los acontecimientos a largo plazo.
Lo peor que podríamos hacer es centrarnos en mantener un
sistema económico que cada vez será más disfuncional por falta de energía y de
materias primas para impulsar un consumo desaforado en busca del crecimiento
económico que nos haga mas daño que bien, soñando con la recuperación económica
que probablemente distará bastante de las del pasado y que creará un empleo probablemente
a tasas mas bajas que las históricas. Sobre este último punto, no obstante, quizás
el encarecimiento de la energía propicie un aumento de demanda de mano de obra
que hasta ahora había sido sustituida.
Como conclusión, solo decir que parece que la situación actual
necesita de actuaciones diferentes a las que estamos acostumbrados, porque la
situación es radicalmente distinta a cualquiera que hayamos vivido antes. Hay
que asumir que no se puede crecer de forma indefinida en un planeta finito.
Por otra parte, contar ciegamente con que se produzca una
solución tecnológica, sería extremadamente imprudente, ya que la tecnología
utiliza y maximiza el uso de energía, pero no la crea.
Por tanto, opino que tan malo es sumirse en el pesimismo
respecto a esta crisis sistémica, como lo es mantenerse en el mas puro
optimismo obviando una realidad que cada vez nos esta dando mas muestras que
esta vez si puede ser distinto.
No obstante la humanidad siempre ha ido progresandodesde sus inicios gracias a su ingenio, a la educación y al progreso, y esto
deberá seguir así en el futuro, a pesar que un cambio drástico en el modelo
energético, cambie sustancialmente la
forma en que vivimos.
Fuentes de energía realmente prometedoras, como la energía solar, deben
abordarse conjuntamente, pero teniendo en cuenta que en todo caso es probable
que se produzcan grandes cambios en nuestro estilo de vida. En el próximo y
último artículo de la serie sobre energía comentaré algunas de las posibilidades
de inversión más interesantes que la situación actual parece depararnos de cara
al futuro.