En qué consisten realmente los estímulos y por qué Fisher Investments España considera que las economías pueden recuperarse sin ellos

15 de abril, 2021 2
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Desde que las restricciones económicas y los confinamientos para atajar el avance del coronavirus provocaron una fuerte contracción económica mundial, los programas de gasto público han atraído una enorme atención. Muchos de los comentaristas financieros que seguimos señalan que las economías y los mercados necesitan más estímulos fiscales para lograr la recuperación. Según nuestra experiencia, los estímulos fiscales adoptan significados distintos en función de quién los analiza. En Fisher Investments España creemos que ahora es un buen momento para explorar qué tipos de gastos públicos realmente ofrecen un estímulo fiscal y por qué realmente las economías y los mercados no los necesitan para recuperarse de las crisis. 

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Por lo general, los estímulos económicos es dinero público que se inyecta en la economía con la idea de crear nueva demanda. Los proyectos de construcción e infraestructuras son fórmulas habituales de estímulos. Cuando, por ejemplo, los gobiernos ponen dinero para construir nuevas carreteras y puentes o para mejorar la red eléctrica, generan actividad económica. Estas prácticas pueden resultar beneficiales cuando la demanda de bienes y servicios es baja y la economía se está contrayendo. Asimismo, favorece la ocurrencia del «efecto multiplicador» (es decir, el impacto económico final es varias veces mayor que la cantidad inicialmente dispuesta). Muchos de los comentaristas financieros que cubrimos aluden a este fenómeno con la expresión bombear liquidez.

Tomemos el ejemplo de un proyecto de construcción. Los gobiernos normalmente encargan el trabajo a una empresa privada, pero el flujo del dinero no se para ahí. Las empresas contratan a trabajadores, quienes gastan parte de sus ingresos en otros negocios, los cuales, a su vez, pagan a sus empleados y de nuevo estos empleados vuelven a gastar parte de su dinero en otras empresas. Así una y otra vez. Este proceso requiere tiempo, ya que aprobar y planificar proyectos no se hace de un día para otro, e incluso puede que ese proyecto inicial no se considere especialmente útil. Pero, en nuestra opinión, una vez estos fondos entran en el sector privado, su flujo se vuelve más eficiente. Los recortes de impuestos también pueden ser un tipo de estímulo. Los trabajadores son capaces de retener una mayor parte de sus ingresos, buena parte de los cuales revierten en la economía (en caso de gastarse). 

A lo largo del último año, en Fisher Investments España hemos observado que una legión de analistas financieros han confundido los paquetes de ayuda lanzados por la crisis sanitaria con los verdaderos estímulos, exagerándose así el posible impacto que pueden tener en el crecimiento económico. Gran parte del gasto público vino en forma de rescates y de ayudas al desempleo, sustituyendo la pérdida de ingresos, mientras las empresas permanecían cerradas y no se generaba nueva demanda. 

Por ejemplo, gran parte de los 672 500 millones de euros del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia de la Unión Europea están destinados a reforzar las cuentas públicas de los Estados miembros mediante subvenciones y préstamos. Una parte sustancial de esa cantidad financia los programas de ayuda económica adoptados por cada país del bloque. Además, el Mecanismo de Recuperación distribuye esta fuente de financiación a lo largo de tres años, lo que limita el impacto que pudiera tener en el corto plazo. A nuestro juicio, tratar de adivinar si la economía seguirá mostrando una baja demanda en el 2023 y en los subsiguientes años sería una mera conjetura. El pasado año, el Reino Unido gastó cerca de 140 000 millones de libras esterlinas para apoyar a los trabajadores y las empresas afectadas por los cierres. Esos programas actuaron de bote salvavidas para mantener a la sociedad y a las empresas a flote y, en nuestra opinión, constituyeron una actuación clave e importante. Sin embargo, estos no son estímulos que propician la recuperación económica.

La buena noticia es que, mientras los expertos financieros y los políticos discuten sobre las minucias de estos planes de gasto, nosotros creemos que las economías y los mercados no necesitan estímulos para recuperarse. Piense en la crisis de deuda que sufrió la eurozona hace una década, cuando muchos países recortaron el gasto y subieron los impuestos, justo lo contrario de lo que es un estímulo. El gasto público de la eurozona declinó un –0,3 % en 2012. Los recortes de algunos países fueron incluso mucho más drásticos: España redujo el gasto público un –4,2 % en 2012 y otro –2,1 % en 2013. Italia lo aplacó un –1,1 % y un –1,8 % en esos dos años, respectivamente. Y, a pesar de todo ello, la recesión llegó a su fin en el conjunto de la zona euro en el segundo trimestre de 2013. La reactivación de la economía italiana se produjo en esas mismas fechas, mientras que el crecimiento español se reanudó a partir del cuarto trimestre de 2013. En cuanto a los mercados, la renta variable del conjunto de la eurozona se giró al alza en junio de 2012, con las acciones italianas y españolas tocando fondo en julio de ese año (dichas magnitudes se han expresado en euros para evitar el impacto de las fluctuaciones cambiarias). 

Actualmente, los estímulos propiamente dichos podrían ser de utilidad si se pusieran en marcha, pero, en nuestra opinión, no son indispensables para que se produzca una recuperación económica. Creemos que, sobre todo, la plena recuperación depende de que las economías se reabran completamente una vez se haya atajado de manera generalizada la covid-19. Tenemos el ejemplo reciente de cuando las economías levantaron las restricciones a lo largo del pasado verano, donde el crecimiento se disparó rápidamente. El PIB de la eurozona repuntó un 12,4 % en el tercer trimestre. El crecimiento del Reino Unido fue incluso mejor, un 16,0 %. Pero cuando a finales de 2020 se impusieron nuevas restricciones, el crecimiento se desaceleró. El PIB de la eurozona se contrajo un –0,7 % en el cuarto trimestre. En el Reino Unido, el crecimiento del cuarto trimestre se redujo al 1,0 %. Pero luego, en el mes de diciembre (cuando se flexibilizaron las restricciones por las vacaciones), el PIB aumentó un 1,2 %, invirtiendo el descenso del –2,3 % de noviembre gracias al fuerte crecimiento del sector servicios. Creemos que este incremento es indicativo de la rapidez con la que puede avanzar la recuperación económica, cuando las autoridades levanten las últimas restricciones. 

Por lo que respecta a los inversores, creemos que todo esto se traduce en que no hay necesidad de preocuparse por las minucias de los programas de gasto de los distintos países. En nuestra opinión, la recuperación se desarrollará a medida que se vayan inoculando las vacunas y se reabran las economías. Una vez esto ocurra, puede que los esfuerzos de gasto de algunos gobiernos propicien la aceleración económica, pero no creemos que puedan desencadenar un repunte por sí mismos. 

Fisher Investments España es el nombre comercial utilizado por la sucursal en España de Fisher Investments Ireland Limited,   (“Fisher Investments España”). Fisher Investments España está inscrita con domicilio social en calle Junta de Castilla y León, 8, 28660 Boadilla del Monte (Madrid), con NIF W0074497I, inscrita en el Registro Mercantil de Madrid, en el tomo 39501, folio 110, inscripción 1, hoja M-701327, y en el Registro de la Comisión Nacional del Mercado de Valores de Empresas de Servicios de Inversión del Espacio Económico Europeo con Sucursal en España, con el número 126.
El presente documento recoge la opinión general de Fisher Investments España y Fisher Investments Europe, y no debe ser considerado como un servicio de asesoramiento personalizado en materia de inversiones o fiscal, ni un reflejo de la rentabilidad de sus clientes. No existe garantía alguna de que Fisher Investments España o Fisher Investments Europe sigan sosteniendo estas opiniones, que pueden cambiar en cualquier momento a partir de nuevos datos, análisis o consideraciones. La información aquí contenida no pretende ser una recomendación o pronóstico de las condiciones del mercado. En su lugar, tiene por objeto esclarecer los aspectos tratados. Los mercados actuales y futuros pueden diferir ampliamente de los que se describen en este documento. Asimismo, no se garantiza la exactitud de ninguna de las hipótesis empleadas en los ejemplos contenidos en este documento. Invertir en los mercados financieros implica un riesgo de pérdida, y no hay garantías de que todo o parte del capital invertido sea reembolsado. La rentabilidad pasada no garantiza ni indica los resultados futuros de manera fiable. El valor de las inversiones y los ingresos procedentes de ellas están sometidos a la fluctuación de los mercados financieros mundiales y de los tipos de cambio internacionales.

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