Esta entrada está basada en un interesante artículo de @elisadelanuez en @HayDerecho : “Campaña Electoral: Prometer algo para la foto” , aunque desde mi punto de vista, algo discutible en algunos aspectos.
Estas últimas elecciones del día 28 quizá hayan sido algo atípicas. Se han llevado a cabo en clave nacional y se han caracterizado por la falta de proyecto, y como decía Guerra, por la utilización del ventilador, para salpicar a todo el mundo con la m…..
La campaña se ha caracterizado por las acusaciones de compra de voto. En este sentido hay un artículo, con una puntualización muy interesante, de J Benegas en The Objective: “Una peligrosa tortura electoral” . Comprar el voto del elector directamente es delito. Pero apelar a su compra de forma colectiva se considera estrategia política.
Este hecho requiere un análisis más profundo de lo que parece. Indudablemente esta estrategia política “suena” a inmoral y antidemocrática. Pero el éxito de estas políticas recae sobre el ciudadano que vota.
Es decir, el ciudadano que se deja comprar por beneficio personal. Motivo por el que, como he dicho repetidamente, la independencia económica e intelectual de los ciudadanos son pilares fundamentales de una democracia de calidad.
Porque de lo contrario, la democracia se degrada y convierte en oclocracia. Los partidos tratan, con más éxito la izquierda, ya que maneja mejor la publicidad, de crear un pensamiento colectivo, una tiranía de la mayoría, de mantener el catecismo ideológico vivo.
Algo que parece tiene éxito, no siendo incluso una barrera para ello el conocimiento. Como explica Toni Roldan . Algo realmente triste para la democracia, ya que ni la cultura nos permite escapar de la oclocracia
Según Roldan, ni siquiera la cultura nos salva del sesgo ideológico. Algo que podemos por ejemplo apreciar en twitter, donde los datos y argumentos son despreciados en casi su totalidad; lo que invita a pensar que las discusiones tuiteras son en realidad una pérdida de tiempo.
Aparte de este hecho, las ocurrencias han desbordado todo lo imaginable. Según de la Nuez, anunciadas porque demuestran el compromiso político con las preocupaciones de la ciudadanía. Discrepo. En mi opinión se trata de una burda compra del voto. Una muestra de populismo. Un populismo que abarca todo el espectro político en mayor o menor medida, y recordemos que el populismo es un modo de degradación democrática.
Por otra parte, el artículo hace referencia también a un proyecto político que consiste únicamente en derogar leyes existentes sin proponer alternativas. Algo que podría considerarse como triste. Pero triste en realidad es que se tengan que derogar leyes porque son contraproducentes para la economía y progreso del país. Es decir, derogar es ganar futuro y calidad democrática
En este sentido, se menciona la recién aprobada Ley de Vivienda, que vendría a poner fin a un problema endémico, el de la falta de una vivienda digna de la que habla el art. 47 de la Constitución. Sin embargo, no se trata de manipular torticeramente el espíritu de la ley?.
La ley persigue lograr una vivienda a costa de los demás, en lugar de proporcionar los medios para que cada uno pueda adquirirla? . El artículo indica textualmente “promover las condiciones necesarias” para hacer efectivo el derecho.
La nueva ley ¿no hace recaer una responsabilidad pública sobre parte del sector privado? Tiene la culpa el sector privado de la escasa inversión o mala estrategia en política de vivienda del sector público?
La inversión en vivienda pública en España ha sido escasa. Un 0,06% del PIB frente a la media europea del 0,5%. Y eso será por algo. Los fondos tienen un coste de oportunidad. Si se utilizan con un fin, se reduce su aplicación para otros fines, que quizá tengan mayor rédito electoral.
Pero además. No supone hacer recaer el problema sobre parte del sector privado una dejación de funciones del sector público? Una situación de riesgo moral?. Independientemente ya de la manida manipulación de que la situación es resultado de fallos de mercado, cuando se ha demostrado que la situación deriva de la mala regulación.
Es decir, de fallos de Estado que logran efectos opuestos a los pretendidos. Una regulación caracterizada, en términos generales y ya independientemente del sector de la vivienda, profusa y contraproducente.
No se trata de hacer muchas leyes, sino pocas y buenas. Las leyes son necesarias, y la sociedad necesita cierta regulación, pero las leyes también limitan libertades, motivo por el que la mesura, incidiendo en su calidad técnica, debería ser uno de sus principios básicos.
El hecho no excluye que realmente existe un problema de vivienda en España, dado que se destinan a vivienda un 40% de los ingresos, un 10% más de lo considerado aceptable en términos económicos. Pero nos planteamos el origen del problema?
La manipulación mediática incide en el elevado coste de la vivienda, pero nos hemos planteado la importancia de la otra parte de la ecuación: el nivel salarial. Recordemos que en España el salario/hora es un 23,6% y 31,6% inferior a la media de la UE y área euro respectivamente
Cuando además, en los precios influyen otros factores, como la rentabilidad, que deriva del volumen de inversión; y del mercado, equilibrio entre oferta y demanda. Siendo bastante evidente el problema de oferta, tanto por escasez de vivienda pública, como por la inseguridad jurídica existente que reduce la oferta privada. Como por ejemplo, fundamentalmente, por la limitación de incrementos de renta o limitación de garantías exigibles.
En cualquier caso, el problema de la vivienda incide especialmente en los jóvenes, pero el gobierno Sánchez se preocupa en mayor medida por nuestros mayores. Un claro ejemplo es la reciente subida de las pensiones, con múltiples efectos negativos colaterales.
Siendo el índice de pobreza y exclusión social (AROPE) mucho mayor en los jóvenes. Según los datos del INE , los menores de 18 años presentan un porcentaje del 32,2%, frente al 21,3% de los mayores de 65 años.
Por tanto, España, y en general las democracias occidentales, se enfrentan a un importante problema: la degradación de la calidad democrática; y ello condiciona el futuro y el progreso económico y social de los países. Y en ello, los políticos juegan un papel esencial.