Todos los modelos económicos del siglo XXI están chocando con las denominadas "restricciones de capacidad del planeta tierra" y esto es debido a que el planeta tierra tiene una capacidad limitada para sostener el crecimiento. Algunas economías son conscientes de ello y otras prefieren ignorarlo.
Si a la capacidad limitada del planeta le sumamos la producción en masa, la cual ha llegado a su máximo despliegue, nos encontramos con la disminución generalizada de los beneficios. Si los inversores en los años sesenta obtenían una ganancia general del 6,3% de media hoy lo ven reducido al 1,5%.
Se pueden diferenciar tres situaciones relacionadas:
1)Capacidad limitada del planeta.
Nos vemos en la situación en la que la demanda de carbón, supera ya las existencias de fósiles y lo mismo ocurre con otros recursos, cuya demanda aumenta mientras sus existencias van disminuyendo. Se hace necesaria una mayor consciencia de sostenibilidad.
2) Con carácter social, al disminuir los beneficios, el sistema trata de tirar de nuevo hacia arriba, contrayendo todo lo posible los salarios. Derivándose de ello, aumento de la pobreza, contratos basura o la externalización de la producción a países como China, Tailandia o México.
3)Los gobiernos tratan de estimular el consumo y la economía. Inundan el sistema de dinero barato y deuda respaldada en el crédito, provocando millonarias deudas a nivel público y privado.
A esta mezcla desequilibrada e inestable, no hay que perder de vista la falta de capital. Obtener el 1,2% o el 1,3% ya no es suficiente, así que el capital trata de buscar nuevas vías para volver a crecer. De esta manera surgen nuevos elementos o derivados de inversión que en su peor escenario desencadenaron la crisis de las hipotecas basura, la venta fraudulenta de los seguros de pago o la aparición de burbujas que terminan por estallar.
Algunos achacan todo el problema al sistema bancario, olvidando que este no es más que el reflejo del sistema real y de en qué nos hemos convertido. Debemos pensar como ser capaces de crear una nueva ola de crecimiento más sostenible.
Si acabamos con el sistema bancario de una vez por todas, se produciría un caos. Debemos entender la necesidad de transformarlo en algo más sensato.
La paradoja está en que vivimos en un sistema deslegitimado pero que a su vez no se ha debilitado y transformado como debería, surgiendo alrededor de él nuevos elementos, pero todo lo nuevo guarda relación en con lo viejo y la economía va por ciclos.
Así pues, hay una sinergia entre el antiguo sistema, los nuevos elementos que van surgiendo y la capacidad para generar riqueza.
Tal y como están las cosas, no podemos dar cuenta que el problema del capitalismo de hoy no es la redistribución de la riqueza, sino la redistribución del riesgo, porque mientras las masas asumen el riesgo, unos pocos se quedan con la recompensa. Se trata de la gestión del riesgo.