En relación co n el post anterior, sobre el papel de prestamista de última instancia del Banco Central, hay un precedente que es conveniente conocer.
Hace mucho que leí a Bagehot, por lo que escribir sobre él es una audacia que espero se me perdone. Tampoco soy un eximio historiador, ni mi memoria es lo que era. Pero un intercambio de comentarios con Rafael Manzano me ha picado el gusanillo de poner en conocimiento de todos uno de los pioneros sobre cuyos hombros marchamos, y que hoy desgraciadamente apenas se menciona, pese a ser una fuente en vigor de conocimiento.
Como digo, hace años leí su libro (no sé si principal, porque tiene otro sobre el sistema político británico muy afamado) “Lombard Street”, una delicia para economistas.
En él explica cómo funciona el sistema bancario, que relación tienen con el Banco de Inglaterra, y por qué hay crisis profundas recurrentes que pueden llevarse por delante todo el sistema y la economía.
Primero, hay que decir que considera a los mandatarios del BdI unas nulidades. En realidad son personalidades que han tenido éxito en la industria y el comercio, pero no tienen ni idea de banca. Aconseja que los dignos mandatarios del BdI deben ser banqueros que sepan algo de ese negocio.
Esta es la causa principal de que cuando hay una crisis, lo mejor que se les ocurre es subir los tipos de interés para defender el oro del Banco (no olvidemos que cuando se escribía el libro, 1873, estaba en vigor el Patrón oro), y negar acceso a la ventanilla de descuento a toda entidad sospechosa de dificultades. El mejor sistema para crear una crisis contagiosa de liquidez, y luego de solvencia, porque toda crisis de liquidez se convierte en una de solvencia.
Bagehot decía que la causa primera de una crisis sistémica podría ser, por ejemplo, una mala cosecha, que afectaba a las exportaciones y por ende, a las entradas de oro. El oro entonces estaba en poder del sector privado, que lo liquidaba, si quería, en el Banco de Inglaterra, por la paridad-oro oficial que se consideraba sagrada y el orgullo del país (otro día contaré qué problemas causó defender esa paridad en el periodo de entreguerras). Pero si el oro entrante bajaba drásticamente por la caída de exportaciones (y esto no es más que una causa más), los exportadores iban a su banco a comprar oro, o q descontar letras, para reponer el nivel que consideraban normal. Los bancos, a su vez, iban al BdI a hacer la misma operación. Según la cantidad de gente que intentara obtener oro - según fuera el volumen de demanda -, el BdI se encontraba con que su nivel de oro bajaba más de lo que se creía conveniente, cono lo que empezaba a imponer elementos disuasorios como elevar el tipo de interés o negar el acceso a la ventanilla de descuento a algunos bancos. El BdI estaba pillado entre dos obligaciones. Una, la obligación, según las reglas del patrón oro, de dejar que la contracción de oro causara una caída de los precios, para restaurar la competitividad y aumentar las exportaciones. ¡Pero la causa inicial no era una pérdida de competitividad, sino una mala cosecha! Encima de esa mala cosecha, se suponía que los precios deberían caer, lo que llevaba a una deflación perniciosa.
El BdI, para amortiguar este tipo de consecuencias, tenía acuerdos con el Banco de Francia y el de Alemania para prestarse oro, que en realidad no necesitaba moverse físicamente. Esos acuerdos funcionaron y paliaron algo el efecto contractivo, pero el BdI no dejaba su objetivo central que era no perder oro.
Lo que enseña Bagehot es que es un error fundamental, porque en el camino mueren entidades solventes sin comerlo ni beberlo. Lo que él propone es todo lo contrario: que el BdI acepte como colateral o como adquisición cualquier tipo de activo al tipo de interés de descuento, aunque las reservas de oro bajen. Ya se repondrán una vez normalizada la situación.
Asi se procedería a aliviar el mercado de descuento - fundamental entonces como hoy lo es el mercado de repos entre bancos y banco central - y otros mercados que cuando funcionan mantienen estable la demanda de liquidez (el oro, por aquellos tiempos), y de paso se evitaban los efectos de una deflación y de pobres - Entonces el paro significaba de verdad pobreza y hambre, más si hubo una mala cosecha.
Esa es la importancia que tiene Bagehot, consciente, creo, de que un problema de liquidez general se puede convertir en un problema de solvencia, por muy buenos que sean los ratios de capital de una entidad.
Recomendación: leer sobre (o a) Bagehot y descubrir que los problemas de hoy viene de lejos, y de paso que el patrón oro no funcionaba tan bien.