En marzo de 1776 Adam
Smith publica La riqueza de las naciones, tratado de economía que se toma como
punto de partida de la economía moderna. Para muchos historiadores de la
disciplina, con la publicación de Smith se ponen los cimientos de la ciencia
económica que conocemos hoy en día. A su estela vendrían los ensayos económicos
de Thomas Malthus y sus teorías poblacionales (1803) o las reflexiones de David
Ricardo acerca de la aventaja comparativa.
La Inglaterra
victoriana fue cuna de los grandes economistas del siglo XIX. Londres fue el
epicentro del debate económico en la que confluyeron Alfred Marshall, John
Stuart Mill, Henry Fawcett pero también Karl Marx y Friedrich Engels. El foco
del debate se centraba en la economía política y se desarrollaba en las aulas
de las universidades, mediante correspondencia o mediante la publicación de
extensas obras con un alto grado de componente filosófico.
En Keynes vs Hayek, Nicholas Wapshott nos ofrece un perfecto retrato
de cómo se desarrollaba la ciencia económico durante la primera mitad de siglo
XX. Mediante la descripción de la rivalidad entre Hayek y Keynes el autor
ofrece una interesante visión del debate acontecido entonces. La década de los
años 30 fue el marco de la beligerancia de dos posturas económicas que
condicionarían el desarrollo de la ciencia económica pero también el porvenir
de la mayoría de países del mundo. La escuela austríaca apostando por el
liberalismo y la escuela keynesianas defendiendo las bondades del
intervencionismo.
Con distintos
personajes, el debate económico se emplazaba de igual forma que cincuenta años
atrás. Las universidades, el correo postal y las publicaciones seguían siendo
los que hacían posible la disputa. Faltaba poco para que los ordenadores y las
telecomunicaciones empezaran a ganar protagonismo entre tanto papel y tinta.
A finales de los años
70 y durante los años 80 la ciencia económico rompió con su pasado y cambió
para siempre. Inglaterra y Londres
ya no eran el epicentro del debate. Éste se había trasladado a los Estados
Unidos. El papel y la pluma perdieron su pedigrí y fueron substituidos por el
ordenador y la calculadora. Llegados a este punto, el debate económico se
explica paralelamente al desarrollo de la informática y la electrónica y la
eclosión de Silicon Valley. Aunque pueda parecer estéril para nuestro
propósito, la biografía de Steve Jobs
de Walter Isaacson o Dealers of
Lighning de Michael A.Hiltzik ofrecen una descripción detallada de la
evolución tecnológica que contribuyó a modernizar la economía y tantas otras
ciencias.
La introducción de
nuevas herramientas supuso una mejora empírica del estudio y permitió la
aparición de nuevas disciplinas. Así, la economía política fue apartada y la
macroeconomía se convirtió en el campo de batalla de un debate que
monopolizaban las universidades estadounidenses. Los economistas de agua salada (Harvard, MIT, Princeton y
Stanford) y los de agua dulce (Chicago y Minnesota) se enfrascaron en un
acalorado debate que aun persiste hoy en día. Los primeros a favor de la
intervención estatal, los segundos, defensores del laissez-faire.
La ciencia económica de
hoy en día poco tiene que ver con la que empezó a desarrollar Smith a finales
de siglo XVIII. Esto es algo que debe entenderse en los diversos estrados que
componen el estudio de la economía, sobretodo en las universidades, ancladas todavía
en la economía de hace tres siglos.
El desarrollo
tecnológico ha magnificado las posibilidades analíticas y ha dado herramientas mucho
más precisas para estudiar la realidad económica. Otras ciencias pueden haberse
beneficiado de tales avances- sólo basta con fijarse en la medicina o la física
para darse cuenta de ello-. Pero para la economía, no sólo la tecnología ha
cambiado, también lo han hecho los esquemas productivos y las estructuras
sociales. Es por esta razón que no podemos seguir utilizando el término de
“economía moderna” ni seguir con los vicios de ésta. Con la aparición de la informática y las telecomunicaciones
se puso fin a una era. Por favor, demos paso a la nueva era de la economía.