Podríamos definir los mercados financieros (mm.ff.) como un conjunto de factores interrelacionados entre sí. Nuestro devenir en los mercados dependerá, por tanto, de nuestra capacidad para entender el juego que se produce entre los mismos. De la misma manera que los forofos del Real Madrid se autoamputan la posibilidad de disfrutar del talento de Messi, o los del Barsa del de Bencemá, así los forofos del Análisis Técnico o del Fundamental nos autoamputamos posibilidades e instrumentos esenciales para comprender la naturaleza del mercado en toda su magnitud y posibilidades cuando, quizás buscando seguridad, terminamos limitándonos a formar parte de un equipo y desechamos de raíz todo lo del considerado ya para siempre equipo contrario. A veces no nos damos cuenta de que la masa nos da calor, nos acompaña, nos mece, pero casi siempre a cambio de limitar nuestra libertad e individualidad casi de raíz. Aquello de igualar por abajo. ¡ Como los de la izquierda española contemporánea, vamos !
Mi experiencia personal me dice que nuestra necesidad de seguridad nos lleva con frecuencia a cierta pretensión de limitar el mundo con nuestra mirada. Y que en épocas volátiles como la de la última década, el aumento exponencial de esa necesidad de seguridad hace que disminuya al mismo tiempo el haz de luz de nuestra mirada hasta límites insospechados: hay personas de carne y hueso hoy en día en España, para que yo me explique, que terminan agarradas a personajes de caricatura como José Luis Rodriguez Zapatero, Juan Carlos Monedero, el Chichi, Pedro Sánchez o Artur Mas. Personajes en los que no puedes ver, por mucho que mires, y mires, y mires, -- o quizá porque no te atreves a mirar -- otra cosa que lo que quieres ver, lo que necesitas, lo que tienes la imperiosa necesidad de ver. O sea, una especie de situación en la que tras décadas, quizá toda un vida, viviendo al calorcito de la masa, la sola idea de salir de la misma estaría provocando una sensación de pánico casi insuperable. Y como de personas se trata, podríamos decir que lo mismo sucede en este otro escenario de los mercados financieros. Nos limitamos, nos limitamos y nos limitamos de tal manera, de raíz y por defecto, que luego nos resulta prácticamente prohibido actuar fuera de la masa. Es más, parecería como si necesitáramos la bendición de la misma para hacer algo por nuestra cuenta y riesgo. Y claro, ya saben el papel que la masa tiene asignado en los mm.ff. desde que el mundo es mundo.
Tanto en un caso como en otro, no es mal asunto apostar por uno mismo. Se trata sencillamente de factores y de nuestra capacidad para entender algún tipo de relación entre los mismos. No se trata de saberlo todo, de tener todos los datos, de tener toda la información, como le suplica todos los días a su micrófono desde hace más de cincuenta años Iñaki Gabilondo. No. Se trata, como decía Kostolani, de saber cómo funciona. Y a partir de ahí, el mundo es nuestro. Eso sí, imprescindible mandar primero a tomarpolculo a todos esos que no quieren otra cosa que reducirnos al nivel de su ignorancia, de su incapacidad y de su falta de talento. Los principios es lo que tienen, que o los aplicas transversalmente o es que sigues debajo del Chichi y su chocho.